De regreso a Nueva York, las cosas se pusieron un poco ajetreadas, y es que cuando llegué el lunes por la mañana, el jefe me llamó a su oficina. Yo no sabía qué demonios pasaba, creí que estaba yendo para darle los detalles de mi trabajo en Tokio, pero me llevé una gran sorpresa al ver un periódico con mi rostro y el de dos hombres a mi lado. Pertenecían a Hiroshi y Félix.
—Adeline, antes de ser mi empleada. Eres la mejor amiga de mi esposa, y también te considero una amiga y parte de mi familia. Y quiero que me digas la verdad. ¿Es verdad esto? —en letras grandes, llenando el encabezado, yacía mi nombre con un enunciado para nada favorable.
LA PERIODISTA ADELINE JONES, DE LAS NOTICIAS MAÑANERAS, PARECE TENER UN ROMANCE CON UN HOMBRE DE LA MAFIA JAPONESA.
¿Quién será este hombre? ¿La periodista defensora de los derechos humanos es en realidad alguien de doble cara?
El rostro de ellos dos estaba pixelado, solo era el mío que se veía. Era una foto de nosotros tres saliendo del cine, con Hiroshi abrazándome.
Estaba jodida.
¿Cómo mierda fui a parar en un encabezado del Times?
—¿Qué es esto? —le pregunto a mi jefe. —¿De dónde han sacado esta foto?
—Dímelo tú. ¿Qué hiciste mientras estuviste allí? Parece que no solo trabajaste, si no que te divertías muy bien. —Suena acusatorio. Hago una mueca.
—No tienes ningún derecho en saber sobre mi vida privada. Hice mi trabajo, es todo lo que debe importarte. —Replico.
—No estoy interesado en tu vida privada, Adel. —Responde —Pero eres el rostro de las noticias de las mañanas ¿cómo quieres que reaccione? Estás en todos los titulares, la gente no para de hablar sobre ese hombre misterioso que pertenece a la mafia ¿quién demonios es? —tragué saliva. Tenía que ser una pesadilla. Todo esto, tenía que serlo.
—Solo es un amigo —Cualquier cosa que pueda decir ahora, parece que sería puesta en mi contra.
—¿Tienes amigos mafiosos? —sacudo la cabeza, no puedo decirle toda la verdad.
—Solo es un amigo y ya. ¡Por dios! Sabes que los titulares sacan todo de contexto ¿de dónde sacan que es mafioso? Es solo un hombre.
—Adeline, si no me dices la verdad. No puedo ayudarte. —me levanté de la silla. No iba a seguir con esto.
—Me largo. No me molesten con estas cosas, y será mejor que hagas algo con esto, llama a tus amigos o algo. Mi rostro tiene que desaparecer hoy mismo de esos titulares, o estarás también jodido. —su rostro lucía rojo.
—¡Más vale que me digas pronto la verdad! —cerré la puerta de un portazo.
La producción y todos los que estaban en los pasillos, me miraban con mucha curiosidad.
—¿Nunca habían visto a una celebridad? —estaba enojada, más que eso, furiosa. Esto no se iba a quedar así.
Mi celular estuvo sonando toda la mañana con periodistas que querían entrevistarme, y también Roy y Alexa. Apagué mi celular. Pedí comida a domicilio y me bebí dos botellas de vino.
Cuando desperté en la tarde. Encendí de nuevo mi celular, y miré el montón de llamadas y mensajes, no iba a responder ninguno. Fue cuando apareció una llamada de Hiroshi. Respondí.
—¿Estás bien? he estado llamándote toda la mañana ¿Dónde estás?
—Me quedé dormida. Apagué mi celular porque no dejaba de sonar.
—¿Estás en tu departamento?
—Si.
—Abre la puerta.
—¿Qué?
—Estoy en tu puerta, así que será mejor que abras, antes de que alguien vea que estoy entrando a tu departamento. Y publiquen esto, —corrí hacia la puerta y abrí. Hiroshi, estaba sonriéndome con la mano en su celular. —Hola.
No pude resistirme y me lancé a sus brazos. Estaba agradecida por tenerle aquí.
—Yo también te extrañé. —Me apretó más fuerte —pero será mejor que entremos a tu departamento o enserio, estarás en graves problemas. —Me separé de él y lo insté a entrar.
—Lo siento, —estaba al borde de tener una crisis. Había estado bien soportándolo ahora, pero al ver que él vino a verme desde Tokio, me conmovía. —He estado muy estresada.
—No te preocupes. Debes estar agotada. ¿Ya comiste?
Sacudí la cabeza. —Me acabo de levantar.
—¿Te gusta la pasta? Soy muy bueno haciéndola. —Sus labios se curvaron en una sonrisa sexy. Eso me arrancó una sonrisa.
—Me gusta mucho. Sírvete solo —le indiqué donde estaba la cocina y las cosas que ocuparía. Mientras yo iba por el tercer vino.
—Mientras cocino ¿Qué te parece que te sientas a beber ese vino y me invitas una copa? —le serví una copa y brindamos.
—¿Por qué brindamos? —le pregunté. —Estoy segura que mi carrera se ha terminado y tendré un montón de haters acosándome en r************* . No creo que pueda volver a salir a la calle con este rostro sin que me juzguen.
—Hey, ¿por qué esa agresividad? Tú no tienes por qué culparte. Las personas piensan siempre lo que quieren al final. Lo que tu digas, para ellos les dará igual. Esto de las r************* , son como una ventana al acoso.
—Soy una figura pública, Hiroshi. Mi deber es cuidar lo que hago, porque con un pequeño error, puedo ocasionar tantas decepciones, como también perder todo por lo que he trabajado duramente.
—Por eso odio que me tomen fotografías. —se acojona.
—Lo siento, por meterte en este lío. —me siento terrible. Todo es mi culpa.
—No tienes por qué disculparte. Soy yo, porque te he traído muchos problemas. —Sacó la pasta del agua y me miró a los ojos. —Cuando estaba viajando hacia acá, tenía a varios de mis contactos trabajando para que todos los reportajes sobre ti en la internet, periódicos, y revistas, desapareciera. No tienes de qué preocuparte. Ya debieron borrar todo.
—¿Qué? Eso es imposible. ¿Cómo ibas a lograr algo así en horas? —me lanzó una sonrisa y bebió de su vino.
—Pruébame. Revisa tu celular, —lo hice. Puse en el buscador algo relacionado al escándalo, pero no había ningún reporte. Tampoco aparecía en las búsquedas de r************* , la foto había sido eliminada ¿cómo era eso posible? —¿Ves? Te lo dije. Soy una persona que cumple su palabra. Dije que te iba a cuidar, y lo estoy cumpliendo.
—¿Cómo lograste hacerlo? —se encoge de hombros, como si hacer desaparecer un artículo de gran impacto en la sociedad, fuera fácil. —Mi jefe tardaría al menos dos días en lograrlo. Pero tú solo lo has hecho en unas pocas horas ¿cómo? —le miro como si estuviera delante de un genio que acaba de descubrir la cura contra el cáncer.
—¿Olvidaste quién soy? El enunciado del periódico, está en lo cierto. Soy un mafioso, pertenezco al Grupo Sumiyoshi-Kai, y no son cualquier familia. —bebe de su copa de vino. —Lo que te voy a contar de mí, espero que pueda solo quedar entre nosotros. —Asentí vigorosamente la cabeza. Sabía que estaría muerta si algo salía de mi boca. Sus manos se pusieron en la mesa a cada lado, y me dio esa sonrisa que lo hacía ver sexy y peligroso a la vez. —Mi familia ha estado en el negocio por largos años, no es una familia a la que puedas intimidar fácilmente. Tokio nos pertenece y nuestro poder se ha expandido a varios países. Entre ellos, Nueva York. Mi padre es dueño de la mitad de las acciones de New York Times y de otras radiofusiones.
—¿Qué? —eso era imposible. Pero bueno, era el mundo de los millonarios, así que podría estar en lo cierto. Su familia era muy poderosa.
—No fue difícil dar la orden de quitarte de los encabezados. Además, mi equipo en informática es muy bueno eliminando cosas de la red —me guiña un ojo y se gira para preparar la pasta. Estoy conmocionada por la noticia. Bebo de un solo trago el resto de mi vino.
—Eso quiere decir, que no solo eres dueño de Tokio, si no también ¿parte de Nueva York? —escucho una risa gutural de su garganta.
—No. Solo tengo unos negocios aquí. Tengo el poder, pero el mío se expande más en Asia ¿me entiendes? —asiento. —Pero de igual forma, no fue difícil.
—¿Qué dijo tu papá sobre esto? —me había olvidado de su familia. Y también de Félix, ahora que recuerdo él no vino con Hiroshi. Creí que vendrían juntos.
—Él fue quien me envió a arreglar esto.
—¿Qué? —casi me ahogo con mi propia saliva.
—Si. Él solo me gritó y me dijo que lo solucionara. —Mordí el interior de mi mejilla. Había ocasionado tantos problemas. —Pero la verdadera razón, es porque estaba preocupado por ti. Quería ver que estuvieras bien.
—Gracias. —Musito.
—No tienes que hacerlo, —pone un plato de pasta enfrente de mí, que se mira delicioso. —Vamos a comer. Muero de hambre, —sonreí.
—Gracias por la comida. —me da un guiño. Era afortunada de tenerle en mi vida. Era un gran amigo.
**
Mi regreso a la oficina a la siguiente semana fue como cualquier otro día. Mi jefe me había dado el resto de la semana libre, y yo no me quejé. Después del escándalo con mi rostro rondando en todo lugar, estaba más que exhausta de salir de mi departamento. De hecho, no salí por unos días, pedí mis compras a domicilio, y bueno, de no decir, que mis amigos me dieron una gran bronca por no responder a sus llamadas. Después de que Hiroshi comiera conmigo y tomara otra botella de vino, él se fue. Dijo que tenía más negocios esperándole en Tokio y que no podía dejarle todo a Félix, al escuchar su nombre, me sentí cohibida. Él lo notó, porque enseguida me dijo.
—Él también quería venir a verte. Pero tenía que quedarse a terminar unos negocios, que mi padre le había encomendado. —Forcé una sonrisa. —Le diré que estás bien y que le envías saludos. —Bromea. Me dio un beso en la mejilla y un abrazo, antes de verle marchar.
—¿Cómo te encuentras? —me pregunta Carlos, mi compañero de trabajo.
Sonrío. —Estoy bien —no estoy mintiendo. Estos días que estuve en mi departamento sola, me hizo pensar muchas cosas. —No tienes de qué preocuparte. Vamos a trabajar. —Él me sonrió devuelta y comenzamos a ver lo que teníamos de trabajo. Así comencé de nuevo mi rutina. Todo era normal, gracias a Hiroshi.
Para el fin de semana, quedé con Roy y Alexa, sabía que ellos iban a matarme con preguntas. Pero estaba preparada para todo lo que viniera.
—Parece que las cosas han estado un poco turbias ¿Ahora si estás dispuesta a responder a mis preguntas? —Roy era la persona más directa que había conocido en mi vida, una de las cosas que me gustó mucho de él.
—Cualquiera, cariño. —le dije sonriendo. Él puso los ojos en blanco.
—¿Qué mierda sucede? ¿Y quién es este tipo que ha salido contigo? ¿Por qué no nos habías contado sobre él? ¿No somos amigos? Eso me hiere, querida. —estaba en lo cierto. Se supone que debí contarle sobre él. Pero no creía que fuera necesario.
Bebo de mi copa de vino y respiro profundamente antes de contarles sobre lo que sucedió durante mi estancia en Tokio.
—¿Un mafioso? —casi grita mi amigo. Lo callo inmediatamente.
—Él es una persona de negocios, —limito a decir. —Siempre fue considerado conmigo, y muy amable. Así que no le llames así, por favor. —Roy se encoge de hombros.
—Entonces ¿Él fue que eliminó los artículos en internet y retiró los periódicos, revistas del público? —Alexa parecía muy impresionada por el hecho de que él tenía ese tipo de poder, y, por otro lado. Roy, pensaba en que era un mafioso.
—Si —respondo. —Él hizo eso para protegerme. —Mi amiga se derrite en su asiento. Roy estudió mi comportamiento. —¡¿Qué?!
—No sé la verdad, qué pensar sobre ese sujeto. Pero quiero que te alejes de él. Se escucha alguien peligroso.
—¡Es mi amigo! —lo defendí.
—Lo sé. Pero él no deja de ser parte de una mafia. Oye sabes, que esos tipos se aburren rápido de las mujeres. tú corres peligro junto a él. Tiene enemigos —no había pensado en ello, pero Hiroshi siempre me cuidó.
—Hiroshi, no es así. —Reprendo, —él es diferente. Confío en él.
Mis amigos me miran como si me hubiera vuelto loca. —¿Adeline? —me pregunta Alexa. —No creo que estés pensando bien ahora. Enserio, esto acabará mal, si tu amistad sigue con Hiroshi. Podría meterte en muchos problemas, casi acaba con tu carrera ¿No lo ves? —tal vez había algo de verdad en sus palabras. Si no hubiera sido por esa persona que filtró las fotos, yo no sería conocida por tener un romance con un mafioso.
Me vi obligada a declarar en televisión pública para la audiencia, que yo era una persona que luchaba por los derechos de las personas y que había un error en esa fotografía. Que los periodistas estaban tratando de poner un enunciado muy falso. Mi jefe me dijo que era lo mejor.
—Dejemos el tema en paz —No quería saber nada de reproches por parte de ellos, es como si estuvieran juzgándome.
Pasamos la noche solo bebiendo y fingiendo que todo estaba bien. Aunque sentía sus miradas acusatorias de que estaba tomando las decisiones mal. Y es que tenían razón en cierta parte, al pensar que saldría herida de una situación que involucraba a Hiroshi y Félix.
**
Me la paso trabajando más que antes, tal vez porque mi jefe aun no supera el escándalo que casi termina con su carrera. No me quejo, después de todo creo que lo merecía. Debí de tener un poco más de cuidado al andar así con Hiroshi. Pero nunca imaginé que algún periodista allá me conociera. Pensé que pasaba desapercibida, pero ya veo que no.
Cuando regreso a casa, me preparo un baño de burbujas. Necesito relajarme, me sirvo una copa de vino y me meto a la bañera. Tengo los ojos cerrados, pero los abro, cuando escucho a la puerta principal cerrarse. ¿Qué mierda? Me levanto de golpe, y coloco una toalla a mi alrededor. Compruebo que la puerta está cerrada, pero ¿Qué ha sido ese ruido que he escuchado? Estoy segurísima que escuché la puerta cerrarse ¿o estoy volviéndome paranoica? Regreso a mi baño y termino.
Pido comida a domicilio. Me pongo una película y disfruto de otra copa de vino. Me voy a la cama después de las ocho, mi cuerpo ya no aguanta nada. Me dejo caer en mi suave colchón y entro en coma hasta al día siguiente.
**
Si las cosas suceden por algo, es porque un Dios tiene algo mejor para ti.
Suelo creer ese tipo de cosas, no soy supersticiosa ni nada espiritual. Pero a veces la vida se encarga de no darte algo que no debes tener. Y si de eso se trata el hecho, que no fui a la que enviaron esta vez a Rusia, para cubrir una nota importantísima, es que mi jefe me tiene en la mira aún. Quiere tenerme aquí, vigilando cada paso que doy. No vaya ser, que yo lo deje sin trabajo un día de estos.
No me quejo, ni le reclamo sobre ello. Aunque sabía que era yo quien debía estar en Rusia. Mi compañero fue a quien le dieron la nota. Bueno, lo tomaré como un descanso de su parte. No había parado de coquetearme desde ese día de San Valentín, al darme la indirecta de que yo le gustaba y quería tener una cita. Y también me preguntó sobre si salía con alguien poderoso en Tokio. No respondí a eso. Si le decía que sí, solo para alejarlo, estaba segura que iban a sacar otro enunciado en un periódico donde anunciaban mi boda, y si le decía que no, le estaba dando alas para venir por mí. Así que solo sonreí y lo dejé con las palabras en la boca. A veces, era mejor no responder a preguntas que podrían tener en tu contra.
Los próximos días de la semana me la paso inmersa en el trabajo, y un día todo es un caos. Nadie puede contactarse con Carlos ni con el equipo que lo acompañó. Fueron a cubrir una nota con la Guerra de Rusia y Ucrania, pero no era nada peligroso. Mi jefe está intentando que nada de esto salga al ojo público. Entro en Shock al escuchar que han pasado más de 24hrs sobre su desconexión.
—¿Estás seguro? —le pregunto a mi jefe. —Algo debió suceder. Ellos no podrían desaparecer solo porque sí.
Lucas me mira con derrota en sus ojos. —Lo que te voy a decir, no debe de salir de esta oficina, Adeline. ¿Está claro? —asentí vigorosamente. ¿Qué era eso que era de vida o muerte?
—Carlos, no solo fue enviado a reportar sobre la guerra que hay entre esos dos países en Rusia. También iba ser alguien encubierto en Ucrania, estaba dirigiéndose a Kiev, porque según iban a invadirlo, iba ser una nota muy importante. —No puedo creer las palabras que estoy escuchando de Lucas.
—¿Estás loco? ¿Es una broma? —la seriedad en su rostro me dijo que no lo era.
A veces las cosas pasan por algo.
—¿Fue por eso que me cambiaron? —no sabía si él estaba al tanto sobre ello antes de enviar a Carlos y por eso decidió enviar a otro. Si fue así, no sé qué pensar.
Sacudió la cabeza. —No. Apenas me notificaron hace unos días. Yo la verdad, que no lo sabía. Si no, nunca los hubiera enviado. Ni a ti, ni a Carlos. Era peligroso. —En su rostro podría ver la mortificación de la situación. —Esto nunca debió pasar.
—¿Por qué me cambiaron? —aunque sabía la respuesta, quería escuchar su versión.
—La empresa pensó que sería mejor enviar a alguien más, porque habías causado muchos problemas últimamente. No querían más reportajes con tu rostro en un periódico. Fue por eso que enviaron a Carlos. —y es entonces cuando caigo en la cuenta. Si no hubiera sucedido nada de este escándalo con Hiroshi, tal vez yo era la que estuviera en Rusia desaparecida. Pensar en ello me causa un vacío en el pecho y tristeza. Por dios, ¿Qué había hecho?
Al Salir de la oficina de Lucas, me dirijo al estacionamiento donde me quedo dentro de mi auto y dejo caer las primeras lágrimas que estuve reteniendo en la oficina de mi jefe. ¿Cómo pudo suceder esto?
El teléfono suena y lo recojo sin ver el identificador de llamadas.
—¿Quién habla? —me seco las lágrimas y escucho la voz de una persona que creía nunca volver a oír.
Mi cuerpo se drena y siento frío. Las manos comienzan a temblarme y me cuesta mantener mi celular a la oreja.
—¿Me extrañaste? —dice la voz. —Yo nunca dejé de pensar en ti. Espero que estés preparada para cuando vaya a visitarte, —colgué lo más rápido que pude.
¿Qué ha sido eso? ¿cómo consiguió mi número?
Grito y lloro dentro de mi auto.
¿Cómo ha podido llegar a mí?
¿Cómo?
Reviso el celular para ver el número que me ha llamado, pero es un número desconocido. ¿cómo me encontró? Él aún está en la cárcel.
Miro alrededor del estacionamiento, pero está vacío. Enciendo el auto y me voy a casa. En mi camino llamo a Roy.
—Él me ha llamado, —mis nervios están al tope.
—¿Quién? ¿Félix?
Sacudo la cabeza, aunque sé que no puede verme. —No. Él no. —siento la garganta seca, piso el acelerador.
—¿De quién estás hablando? Te escucho muy agitada.
—Él me llamó. Se supone que no debe contactarme, —mis pulmones pelean por aire. Y siento que voy a morir. —Roy, me siento mal. —las lágrimas bajan por mis mejillas. —No puedo respirar. —Sé que debo dejar de manejar. Pero no puedo detenerme. Él puede estar en cualquier lado vigilándome. —Él me va a encontrar, —esquivo un auto y acelero. —Tengo miedo, no quiero morir. —El llanto se hace más fuerte.
—Adel, tranquilízate. Por favor. —pero no sé cómo hacerlo. —¿Estás manejando?
—Si, acabo de salir del trabajo. Quiero ir a casa, siento que él puede verme.
—No, él está en la cárcel. Te lo aseguro. Estás a salvo. Necesito que te tranquilices y estaciones, por favor.
—Me prometió que volvería. Ese día en el juicio, él me dijo que me encontraría. —grito al altavoz. —Dijo que iba a matarme y lo va a hacer.
—¡Adeline! ¡Cálmate! —hay una persona pasando la calle y no la veo, giro el volante para no atropellarla y termino chocando con otro auto, siento el dolor en mi cuello y bajando por toda la columna. Hay sangre bajando de mi cabeza, mis ojos apenas pueden sostenerse abiertos.
Esta vez la he liado.
Estoy jodida.
Todo se oscurece.