Nunca había visto a Félix ebrio, ni cuando estuvimos juntos en la universidad. Fue algo muy extraño de ver, y divertido. Porque recordaba que él no bebía alcohol, ahora que lo pienso, desde que lo vi en Tokio lo vi bebiendo. Supongo que las personas cambiamos hábitos.
Estoy saliendo de la bañera, cuando escucho mi celular sonar. Debe ser Roy. No es él.
—Hola, soy Félix. ¿Tienes tiempo hoy? —no esperaba que Félix estuviera llamándome después de anoche. Esto era muy extraño. —Quiero invitarte un café. —Mi subconsciente me gritaba que no, pero mi corazón me decía que sí.
—¿Para qué? —no iba a caer en su juego de nuevo.
—Solo quiero hablar unas cosas contigo.
—¿Qué cosas? —reprimí mi sonrisa. Él dejó escapar un suspiro de frustración.
—Adeline ¿puedes o no? —arrugué mi nariz.
—Tal vez.
—¿Tal vez? ¿Estás jugando conmigo?
—Si —me reí.
—Esto es divertido para ti ¿verdad? —sabía que estaba sonriendo al otro lado.
—Lo es. —mordí mi labio inferior.
—Entonces ¿podemos vernos?
—Envíame la dirección por mensaje. —colgué.
No iba a venir a darme ordenes, no estábamos en su territorio. Estábamos en el mío. Y las cosas se haría como yo quisiera.
Félix había cambiado tanto como yo, el chico que solía vestir jeans desgarrados y playeras con tenis, ya no estaba. En su lugar, yacía un hombre fuerte vestido de pantalones de vestir con una camisa y saco, sin corbata. Se veía tan relajado. Cuando llegué al café donde me citó, se levantó y quitó las gafas de sol, sus ojos me miraron con un brillo que no pude descifrar. Y mi tonto corazón comenzó a latir fuerte contra mi pecho, me besó en la mejilla y tomé asiento enfrente suyo.
—Creí que no ibas a venir.
—¿Por qué pensaste eso? —lleva su mano a su cuello y sonríe tímidamente. Eso me pareció lindo, un hombre de la mafia japonesa intimidándose, no era de ver seguido.
—Porque no creo que nuestras despedidas hayan terminado bien nunca. Ya sabes, hace diez años y ahora. —mordió su labio inferior, y yo cerré mis puños bajo la mesa. ¿Por qué traía a colación el pasado?
—El pasado está donde debe estar, Félix. No lo traigas a colación, por favor. —Tanto me había costado superar eso, que ahora que mencionaba aquello, me hizo sentir nerviosa. Su presencia misma, era tan impactante para mí, que hablar sobre ello, sería mucho.
—Adeline…—pide. —Solo por favor, dame una oportunidad de nuevo. Sé que estoy pidiendo mucho, pero por esta vez, quiero hacer las cosas bien.
—¿Para eso me llamaste? —corté. —Fui una tonta. —Me levanto de la silla y él lo hace también. Me toma del brazo antes de que pueda huir.
—Por favor, solo escúchame. —Pide. —Sé que tú también estas sintiendo algo por mí de nuevo, no debo ser el único. Lo veo en tus ojos —no era justo que me tratara de esta forma. Después de tantos años, él no tenía el derecho de verme y pedirme esto. No ahora. Había escuchado en su departamento lo que sucedió hace años, pero nunca le dije que todo estaba bien. Mis heridas estaban cicatrizando aún.
—Creí que habías olvidado el pasado. Que estabas bien con ello. —Me solté de su agarre. —Fue por eso que acepté tu ayuda cuando estaba en Tokio. Y pensé que tal vez íbamos a poder ser amigos, olvidar el pasado en el que los dos fuimos miserables y heridos. Pero veo que no fue así contigo. No lo viste de esa forma.
—Adeline…—corta.
Sacudí mi cabeza. —No intentes buscarme más. Nuestra relación de ahora se terminó. No pienso volver a ese oscuro lugar donde fui humillada, herida y traicionada por dos personas a las que quería y confiaba. —mi corazón está latiendo deprisa y siento como mi cuerpo está reaccionado exageradamente a ello. —Nunca debí encontrarme contigo de nuevo, Félix. —caminé deprisa y me subí a mi auto. Esto había sido un error desde un inicio.
Durante mi viaje de regreso a casa, pensé en lo estúpida que fui al pensar que podíamos ser amigos. Los ex novios, no pueden ser amigos después de una relación fallida. Además, él y ella me había traicionado ¿por qué debería soportar esto? Era yo, la que debió haberse alejado de él cuando lo vi por primera vez en Tokio, pero recordando en las circunstancias en las que él me encontró y como me cuidó esa noche que tuve un ataque de ansiedad, creo que le estaba agradecida y pensé en olvidar el pasado. Para así poder ser amigos.
Pero no, las cosas nunca salen como uno lo planea. Era mejor de esta forma.
Félix pertenecía a mi pasado, y era donde se tenía que quedar.
Lo que sea que tuviera que decirme, iban a ser más excusas para redimirse. Yo no tenía que lidiar con ello. Ya había pagado por esa decisión años atrás.
**
Félix, no me volvió a contactar. Supuse que había regresado a Tokio. En parte fue un alivio para mí, pero a veces de la nada su nombre llegaba a mi cabeza y mi día se convertía en una miseria, pensando en lo que él pudo haberme dicho, tal vez después de tantos años, iba a conseguir mi respuesta. ¿Por qué ella? ¿Por qué lo hiciste? ¿No me amabas? Esas preguntas eran las que me consumieron hace años, debido a que nunca tuve una respuesta. Aunque él me dijo que fue para ayudarla, muy en el fondo yacía una duda de que algo si pasó entre ellos. Aunque él lo negara rotundamente.
Decidí pensar que fue porque ellos no me respetaban ni me querían. Al principio los odié, pero con el tiempo que fue pasando, no podía cargar ese peso sobre mi espalda. No iba a servirme de nada, y los liberé de ese odio hace mucho tiempo. Es por eso, que acepté su amabilidad como algo llamado amistad que podría verse en el futuro. Éramos dos personas libres de nuestro pasado, que podrían haber sido dos buenos amigos como dos desconocidos.
Pero él no quiso eso. Estaba empeñado a revivir el pasado y desenterrar viejas heridas, hacerme recordar el dolor que viví en ese tiempo y que no debería olvidarlo nunca.
Eso era egoísta de su parte.
—¿Quieres venir a la playa este finde? —Pregunta Alex. Estamos en el spa tomando un rico masaje. Ya necesitaba después de tanto estrés en el trabajo.
—¿Con Lucas y los niños?
—Si, claro. Y Roy también vendrá.
—¿Él te lo dijo? No sabía nada. —Roy estaba pasando por un mal momento al romper con su novio, parecía que las cosas no funcionaron bien.
—Creo que nos hará bien a todos. Roy necesita despejar su mente, al igual que tú. Y yo, necesito una noche en la fogata con mis amigos para sentir que aún estoy divirtiéndome. —me rio. —Estos niños me tienen muy cansada. Llevaré a una niñera para que los cuide, y podamos divertirnos un poco.
—¿Lucas está de acuerdo con la niñera?
—Él fue quien lo sugirió. Dice que necesito pasar más tiempo con ustedes.
—Lucas, enserio te ama.
—Soy afortunada ¿verdad? —sí que lo era.
Mi amiga estaba forrada, y poseía una casa en la playa de Main de East Hampton.
—Hacía tanto tiempo que no venía aquí. —Dejo mi maleta a un lado y miro la playa. Tan hermosa y pacífica. Me trae tranquilidad.
—Creo que a todos nos hacía falta. —Roy me da un abrazo de espaldas y me siento bien. Alexa se nos une, los tres juntos en esta playa que nos trae tantos recuerdos de nuestra amistad.
—Ahora estaremos bien, —dice Alexa.
—Si, estamos bien. —Solo necesitaba a mis amigos y una cervecita en la playa. Eso te reinicia todo en la vida.
—¡Vamos! —estoy sentada en uno de los sillones a lado de la fogata que hemos iniciado. La mano de Roy me saca de mi asiento y pide bailar conmigo. Afuera estamos los tres y Lucas. los niños están durmiendo con la niñera. Ha sido de mucha ayuda, Alexa se mira más relajada. —Muévelo para mí, nena —hay música vibrante sonando de los altavoces. Y no paro de reír mientras bailo con Roy. Alexa y su esposo, se unen a nosotros minutos después. Estamos riendo y bailando como dos jóvenes de preparatoria, es tan divertido sentir esta energía tan feliz.
—No puedo creer que tengamos aun esa energía explosiva —suelto después de otra cerveza. Creo que el alcohol ya había hecho su trabajo.
—¡Hey! No somos tan viejos. Aun somos jóvenes. —reprendió Roy.
—Hablen por ustedes mismo, yo ya tengo dos bebes que han salido de mi v****a. Ya no soy la misma —Roy y yo, nos carcajeamos. —¿De qué se ríen? Es verdad.
—Pero eres hermosa, cariño. —Lucas interviene. Alexa le mira con un brillo en los ojos y lo besa en los labios. Eso es lindo.
—Creo que ya necesitan una habitación —dice Roy. Me rio, y ellos también lo hace.
—Brindo por nosotros. Por estar aquí, después de tantos años. —Levanto mi cerveza y ellos se me unen. —Gracias, por permanecer a mi lado. —Creía antes, que los amigos que consigues en el instituto, son los que estarán junto a ti el resto de tu vida. Pero, a veces los mejores amigos los consigues en la universidad o en el trabajo, o sin duda en un encuentro menos esperado.
Ellos eran mis mejores amigos y los conocí después de graduarme de la universidad. Creía que Camila, era mi mejor amiga. Y que nunca iba a encontrar en alguien que pudiera confiar como lo hice con ella, pero resulta, que la vida me sorprendió una vez más. Roy y Alexa, llegaron en el momento más indicado y se quedaron a mi lado. No necesitaba a nadie más que ellos.
—¿Sigues en contacto con Félix? —Aún no le había contado a Roy sobre mi pasado con él en la universidad. Porque quería olvidarlo. Pero creo, que no podía seguir haciéndolo por más tiempo. Después de todo, era mi consejero más íntimo.
—No. Le dije que no me contactara más. —Respondo. Destapo otra cerveza.
—¿Por qué hiciste eso? Parecían que se llevaban muy bien.
Dejo escapar un suspiro y me armo de valor. —Roy, hay algo que no te he contado. —Él luce sorprendido. No hay secretos entre nosotros. Esa es nuestra regla. —Tampoco lo sabe Alexa.
—¿Qué es? No se supone que guardemos secretos entre nosotros, nena.
—Lo sé. Pero esto pasó mucho antes de conocerlos a ustedes. Y quería no recordarlo, pensé que, si no hablaba o pensaba sobre ello, iba a olvidarlo. Pero no fue así. —Suelto una risita nerviosa. —él se encargó de recordarme la cicatriz que siempre estará ahí.
—¿Él? ¿De qué estás hablando? ¿Quién te hizo daño nena?
—Félix. —Y fue así como comencé a desenterrar viejas heridas y recuerdos, sabía que ellos ya no podían hacerme daño. Pero que Félix estuviera devuelta en mi vida, me hizo traer el pasado de regreso.
Pero no iba a permitirle hacerme daño de nuevo. Él ya no tenía ese control en mi vida. Era una mujer más fuerte y valiente, el amor propio que me di estos últimos años me hizo valorarme más. Nadie puede hacerme sentir menos que nadie, porque nadie es más que yo.
**
Cuando bajé de mi habitación, vi el desayuno en la mesa. Roy era un gran cocinero, le apasionaba estar detrás de una tabla y un cuchillo, pero no más que estar detrás de una cámara.
—Wow, ¿qué es todo esto? —le pregunté cuando estaba sirviendo.
—Toma asiento, querida. Hoy las voy a consentir. —Alexa y Lucas estaban bajando las escaleras.
—¿Qué es todo esto? —Alex parecía que traía un nido de pájaro en la cabeza.
—Roy nos consentirá hoy —sonreí.
—¿Enserio? Eso es genial, porque no creo poder cocinar en todo el día. Mi cabeza está cayéndose en dos.
—Te dije que no bebieras mucho —reprendió Lucas.
—Shhh —silenció Alex.
Sentados todos, comenzamos a comer. Todo estaba delicioso. Cuando encontré la mirada de Roy mirándome. Le di las gracias moviendo mis labios. Sabía que estaba intentando animarme por todo lo que le dije anoche. Cuando Alex estuviera mejor, le contaría también. Confiaba en ellos, era lo único que tenía para apoyarme.
Los niños se despertaron tarde, junto con la niñera. Roy, les preparó unos panqueques deliciosos con una malteada. Él cuidó de nosotros con la comida. Y me sentí tan amada, que no podía estar más agradecida por tenerlo en mi vida.
**
Llega un momento donde todo lo que pensabas dar por sentado, no lo está. Pierdes a personas y cosas, hasta llegas a perder tu propio espíritu. Pero sigues adelante, porque no puedes dejar que te derroten por algo tan insignificante, como una traición.
Comprendí tarde, que el rencor que llevaba conmigo, no servía de nada. Porque solo estaba arrastrándome a la miseria, mientras ellos estaban bien con lo que me hicieron. De seguro, estaban teniendo una vida maravillosa, sin importarles el dolor que me causaron. Eso fue lo que pensé los primeros años.
Entonces… ¿Por qué tenía que ser yo a quien le doliera más el corazón? ¿por qué tendría que ser la que llorara por las noches preguntándose por qué a mí? era cruel de su parte. Era un juego perverso, que planearon a mis espaldas.
Después de tantos años, no podía imaginarme las respuestas de Félix. Unas que hace años quise saber, pero que ahora me aterraba escuchar.
¿Es normal sentirse así a su lado? Han pasado casi diez años. No pensé, que mi corazón lo reconociera. Y eso fue una traición de su parte. Él nos hirió y rompió en pedazos. El primer hombre que lograba que mi corazón doliera con tan solo recordar su nombre. Cruel.
—¿Piensas venir o te vas a quedar? —estoy en el trabajo y mi estilista está intentando que la escuche.
—¿Qué? —estoy confundida. No sé a lo que se refiere.
Pone los ojos en blanco. —¿Qué sucede contigo? Has estado estos días distraída. ¿Estás enamorada? —abro los ojos y sacudo la cabeza.
—¡No!
Ella se ríe. —Está bien, no es para que te asustes.
—Que cosas dices, Mila.
—¿Enserio no hay un hombre en tu cabeza? —si yo le daba algún indicio de que si lo había. Ella no iba parar de molestarme.
Sacudo mi cabeza. —Nadie. Solo que estoy algo cansada.
—¿Segura? —no está muy convencida. Asiento con la cabeza, y parece que me cree.
—Vamos al estudio. —me levanto de mi asiento y camino fuera de su vista.
Si seguía distraída con el nombre de él en mi cabeza, tarde o temprano iba acabar siendo atrapada. Y Mila, no era de las personas que te dejaban ir sin que les contaras el chisme completo.
**
Han pasado tres meses desde que vi a Félix. Él no me volvió a llamar o a buscar, No sé si estuvo bien, pero creo que para mí estabilidad emocional, era lo mejor.
El pasado debía quedarse donde estaba.
Me preparo un café para leer un libro que he comprado hace unas semanas. Necesito que algo me saque de mi realidad, y eso solo puedo lograrlo leyendo. Es uno de ficción, así que mis expectativas están muy altas.
Llevo una hora sumergida en la lectura, cuando escucho un ruido. Es como si alguien estuviera cerrando la puerta. Cierro el libro, y me levanto de mi lugar para ir a ver que ha sido el ruido. No puedo evitar sentir el miedo instalándose en mi cuerpo, levanto una estatuilla que tengo a mi lado, que no recuerdo donde haberla comprado. Pero eso no es lo importante ahora.
Enciendo las luces una por una. Pero la puerta parece estar cerrada. Compruebo de que las cerraduras estén en su lugar, y lo están. Eso es extraño ¿fue mi imaginación? Es raro. Pongo de nuevo la estatuilla en su lugar, y la observo bien. Es horrible. Que feo gusto tengo.
Mi estómago ruge con hambre. Miro el reloj. Es pasada de las ocho, no puede ser que me la pasé leyendo dos horas. No tengo ánimos de cocinar, así que pido comida china a domicilio. Estoy mirando una película, cuando suena el timbre de que el repartidor está aquí. Le abro la puerta para que suba y le digo en qué piso me encuentro. Después de unos minutos, ya estoy comiendo mi cena. Y después de terminar la película me duermo.
Él está besando todo mi cuerpo, siento sus labios en mi piel y el cosquilleo me hace despertarme del sueño. Cuando abro mis ojos, él está encima de mí y empuja con fuerza en mi centro, siento entonces lo que está haciéndome. Sello mis labios en un llanto tembloroso y solo cierro los ojos imaginando que es una pesadilla, que no es real. Quiero que se detenga. Pero sé que no lo hará, hasta que él se venga. No es la primera vez que lo hace, así que no haré mucho si hago un escándalo.
Él sale de mi cuerpo y se acuesta a mi lado con una sonrisa. Después dice que soy lo mejor. Siento las lágrimas detrás de mis ojos y le digo que iré a limpiarme. Estando en el baño lloro.
Me levanto de la pesadilla.
Miro alrededor de mi habitación. Solo fue una pesadilla, pero se sintió tan real. Quito las sábanas encima de mí y camino hacia el baño. Me miro al espejo y veo el miedo en mis ojos.
—Tranquila. Estás a salvo ahora. —Aunque en mi cabeza hay otros pensamientos. No creo que esté a salvo.
**
Salto una valla y sigo corriendo hasta que mis piernas me piden que pare. Lo hago enfrente de un café. Es lo bueno. Necesito un café, para seguir con mi día. Compro uno, y después llego caminando a mi departamento. Me meto a la bañera y me preparo para mi trabajo.
Mi día se alegra cuando miro una lona, con el rostro de mi compañero y yo, en la entrada de mi edificio. Parece que hay mucha publicidad de nosotros por todos lados.
—¿Qué harás hoy? —Carlos pregunta. Miro como el set ha sido decorado con globos rojos y corazones por todas partes. Oh cierto, hoy es ese día.
Me encojo de hombros y le respondo. —Cenaré con mi mejor amigo. Ya que Alexa, estará con Lucas. —el conoce a mis amigos, se los presenté algunas veces en una fiesta de trabajo. además, Lucas es nuestro jefe. Hubo algunas veces que Alexa estuvo merodeando por aquí. de hecho, fue por mí que se conocieron y se casaron. Cosas que nunca me pasarán en la vida, está anotado. —¿Qué hay de ti? —me da una sonrisa nerviosa.
—Tenía pensado invitarte a cenar. Pero veo que estarás ocupada. —Su respuesta sincera me ha dejado sin que decir. Estoy atónita, no puedo creer que sea tan directo. Aunque es algo que me gusta de los hombres, no puedo creerlo de él.
—¿Cómo? ¿Qué has dicho? —pregunto confundida. Créanme, que quería desaparecer en ese mismo momento debajo de la mesa. Él sonríe tímidamente.
—Solo quería que cenaras conmigo esta noche —repite. Frunzo el ceño, tal vez no es lo mejor para hacer en esta situación. Pero estoy realmente desubicada.
La productora lo llama en ese momento y me salva de responder. Estoy agradecida con ella, decido ir una vez más al baño para intentar digerir lo que acaba de pasar.
**
—No vas a creer lo que me pasó hoy. —le digo a R oy cuando me siento. Él espera con ansias a que prosiga. —Alguien como que se me confesó hoy. —Suelta un grito. Las personas nos miran curiosas. —No hagas un escándalo, tonto.
—Lo siento, tiene tiempo que no conozco algún enamorado tuyo.
—No es mi enamorado, —pone los ojos en blancos. —Él solo me invitó a cenar hoy, pero le dije que ya tenía planes. Además, es un compañero del trabajo, no sería correcto.
—¿Qué? Preferiste cenar conmigo, que con él ¿en una fecha de enamorados? No sé si darte las gracias por elegirme o golpearte porque acabas de dejar ir a un hombre. —Me río.
—Tu eres más importante que él. Eres mi amigo, no iba cancelar por alguien que apenas me invitó a salir, debió hacerlo mucho antes para concertar la cita. —Me encojo de hombros. —además es mi compañero de trabajo, como te dije.
—¿Está divorciado? —asiento con la cabeza. —¿No me digas que es Carlos? —vuelvo asentir con mi cabeza. —Es un hombre digno, pero no sé si tú le darías una oportunidad.
—No lo sé, realmente. Él es un buen tipo, pero nunca me atrajo de esa manera.
—Entiendo, cariño. Entonces dile que no. No pasará nada fuera del trabajo, sé directa y de esa forma evitarás momentos bochornosos.
Llama al mesero y nos pide una botella de vino, la más cara de la carta.
—Lo vamos a necesitar. Esta noche será una de las más románticas que hayas tenido.
Roy estaba en lo cierto, al decirme que iba ser una de las mejores noches. Después de terminarnos dos botellas de vino, decidimos pasar la fiesta a mi casa. Tenía una gran reserva de vino para agotar esta noche. Celebramos San Valentín, como nunca lo habíamos hecho.
—Ponte cómodo, iré a cambiarme. Elige la botella que quieras —me quité las zapatillas y el abrigo. Fui a mi habitación por algo más cómodo, y miré la ventana abierta, recuerdo haberla cerrado cuando me fui. Extraño, supongo que mi cerebro ya no recordaba bien.
Regresé a la sala y ya había dos copas servidas. —Salud, cariño. Por esta amistad tan grandiosa que tenemos. —Chocamos nuestras copas y bebimos.
Después de dos botellas más, le pedí un taxi a Roy. Le dije que podía quedarse, pero se negó. Decía que tenía que estar temprano en algún lugar. Además, no estaba tan ebrio, solo un poco más feliz. Al subir de nuevo a mi departamento, me di cuenta que mi puerta estaba abierta. Yo la cerré cuando bajé a despedir a Roy. El alcoholismo en mi cuerpo creo que era demasiado. Entré y puse la alarma.
Me serví otra copa de vino y fui a darme un baño de burbujas antes de ir a la cama. Puse una música sexy y comencé a quitarme la ropa como si estuviera desnudándome para alguien, eso lo hacía más divertido. Mi cuerpo estaba eufórico. Quería sexo, hacia tanto tiempo que no lo hacía. Metí mi cuerpo a la tina y mis manos recorrieron cada centímetro húmedo, hasta llegar a mi centro. Dejé escapar un suspiro. Se sentía bien. Tomé un sorbo de mi vino y mi mano viajó a mis pechos, estaban tan sensibles. Después volví a mi centro donde froté hasta sentir las sensaciones de explosión, mis labios dejaron escapar un pequeño grito.
Caí rendida después de sentir la cama debajo de mí, había sido un día muy satisfactorio.