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901 Words
FÉLIX No podía creer que ella estuviera enfrente de mí ahora mismo, esto tenía que ser cosa del destino. Sus ojos me miraron con asombro, entonces me recordaba. Sentí como mi respiración comenzó a descontrolarse, pero sus ojos se concentraron toda la noche en mi amigo Hiroshi. Sentí una oleada de celos. Había pasado tanto tiempo, pero nunca dejé de pensar en ella. Adeline, fue la persona que me hizo querer más. Sentir que merecía más que ser un simple mercader de drogas, quería ser mejor persona para ella. Por eso dejé el negocio con Ray. Ella no merecía esto, pero me encontró en la casa con Camila, su mejor amiga y malinterpretó todo. No hubo tiempo de explicarle, porque la DEA me arrestó y me envió a prisión, fue cuando conocí a Hiroshi, estuvo en prisión conmigo en la misma celda. Me ofreció trabajo con su familia una vez que dejara la prisión, me dio una dirección y nombre. Al principio no creí que fuera verdad, pero me arriesgué viajando a Tokio para conocerlo. Resultó ser de una familia Yakusa, me ofreció trabajo y una posición social adecuada, pronto me hice de la mano derecha de su padre. Así es como me hice dueño de unos bares en esta localidad. Hiroshi, era mi mejor amigo, casi mi hermano, y me sentía mal hablando con Adeline, pero era la mujer a la que amé y seguía amando, después de tantos años. Y no podía dejarla ir, otra vez. Cuando la vi en mi bar donde estaba cerrando unos negocios, sentí la necesidad de conocer a mi contraatacante, Charlie, se hacía llamar. Pero era gay, me di de cuenta de inmediato, no era una amenaza. Verla bailar tan sensual en la pista, me hizo ponerme duro y remover viejos sentimientos, fue aún difícil cuando mis ojos conectaron con los suyos, sabía que ella quería lo mismo que yo, pero no estábamos dispuestos a tomarlo. Íbamos a perder mucho. Por eso huyó, se debió sentir abrumada. No tardé en encontrarla en la calle, dirigiéndose a su hotel. La tomé del brazo para hacerla detenerse, pero me miró como si estuviera loco y me dijo que, si me había convertido en uno, obviamente le dije que no. Pero ella solo chasqueó su lengua, le dije que era un lugar público y no había problema en que yo estuviera allí, le pedí hablar, pero dijo que no, que no estaría dispuesta nunca y se subió al taxi. Ella era más testaruda de lo que me recordaba, necesitaba ser más persistente la próxima vez. ** —¿En qué piensas tanto? —Hiroshi me miró con curiosidad, la verdad que estaba más distraído que otros días, pero todo era por ella. La dulce Adeline. ¿Por qué tenía que aparecer ahora en mi vida? Había pasado diez años desde entonces y no la contacté. Sabía que se había convertido en alguien importante que mirabas en los noticieros. Me sorprendí la primera vez que la vi cuando puse el canal del noticiero de USA. Mi chica lo había logrado, después de todo fue su sueño. No la contacté, porque pensé que era lo mejor. Ella iba a odiar en la persona que me convertí, pero a veces no escogemos nuestros caminos, no pensé nunca terminar como m*****o de una familia yakusa en Tokio. El poder reclamaba soledad y no amor. Ella se merecía alguien mejor que yo, un hombre digno que le diera amor y felicidad. —Nada, hombre. —él me miró entrecerrando los ojos. —Se trata de una mujer ¿verdad? ¿quién es? —si tan solo supiera que es la misma mujer en la que él ha puesto sus ojos. No estaría aquí tan sonriente. —No. Es sobre el próximo cargamento que debemos enviar a Beijing. He tenido que reemplazar a unos hombres para ello. —¿Por qué? ¿no te fiabas de los anteriores? —sacudo la cabeza. —Este es un cargamento valioso, Hiroshi. No podemos darnos el lujo de perderlo. Sabes que tendríamos problemas con tu padre —me lanza una mirada mordaz. —Tienes razón. Y nadie quiere que mi padre se enoje, ni yo mismo —forzó una sonrisa y me sirve un vaso de whiskey. Se sienta en el otro sofá y me da una sonrisa que hace a sus ojos brillar. —De hecho, quiero contarte algo. —le da un sorbo a su vaso y me mira entusiasta. —Quiero invitar a Adeline, la periodista norteamericana, a la fiesta de cumpleaños de mi padre. —me tenso al escuchar el nombre de Adeline. Y también, porque es una pésima idea invitarla al cumpleaños. —¿Por qué? —inquiero seco. Aprieto el vaso en mi mano. —Porque me gusta y quiero que nos conozcamos mejor. —Ella es una periodista ¿lo olvidas? —Si, lo sé. Pero ella no está aquí para transmitir un evento, será mi invitada. Solo es una fiesta. —La fiesta de cumpleaños de tu padre. El jefe de la mafia Sumiyoshi-kai. —me mira como si fuera el malo aquí. —Hiroshi, no creo que le guste a tu padre. —La va amar, ya lo verás. Solo ayúdame un poco —se levantó y se fue. Me quedé pensando en ello. ¿Ayudarlo a que Adeline fuera aceptada por su padre? Si, como no.
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