Me despierto con punzadas dolorosas por todo el cuerpo, sobre todo en las piernas. Pareciera que corrí una maratón de diez kilómetros aunque lo que sucedió fue que tuve sexo durante un poco más de cuatro horas con pequeños descansos entremedio. Y podríamos haber seguido, pero en un momento nos dio hambre y en otro momento nos quedamos dormidos un rato. Después conocí a su perro, un hermoso labrador enorme y muy tierno, que me saltó arriba ni bien me vio y me lamió toda la cara. Jugamos un buen rato y, ¿para qué mentir? Pensé que no podía enamorarme más de mi jefe, pero solo en un día ya acepto casarme si me pregunta. Cuando se hizo de noche, me quedé a cenar y, por supuesto, a dormir, y al acostarnos repetimos un poco de lo que hicimos a la tarde con más suavidad. Creo que no podría ca