Mi vecino es un vampiro.

©Jazmin Flores. 2022 Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito del autor. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual. ●●●●●●●● Las peores cosas, llegan en el momento justo, ¿Alguna vez lo habías pensado así?, ahora creo, que no hay situaciones malas… ▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎▪︎ —¿Quién eres?. —¿Por qué te interesa saberlo?. —¿Tú mataste a esa chica?. —¿Y?. —¿Y?, ¿Qué cosa eres?. —Soy lo que tú conoces como… un vampiro. —¿Un Vampiro?. —No te vez tan asustada, eso me gusta, odio que mi comida llore…. (▪️▪️▪️) Muy bien, estaba jodida, pero…, también me sentía aliviada. Mi nombre es Lucy West, soy una amante de lo paranormal y del terror, siempre creí que yo sería muy buena estando en una situación extrema. Algo así como la masacre en Texas, ya saben, siempre creí, que yo no sería como la chica sexi y tonta que se tropieza y hace que la atrapen y le rebanen la cabeza de un tajo, pero supongo que… nada es tan sencillo como parece. Yo creía que sería más lista que eso, y que podría salir de una situación así totalmente ilesa, que era pan comido, ¡Pero carajo!, estaba equivocada, iban a comerme, y lo peor es que la única cosa que rondaba en mi cabeza era: «Que estúpida fuiste Lucy West». Empezaré con el principio, es lo que la gente normal hace, ¿No?. Pues bueno, era una chica normal, no de esas chicas clichés que no tienen padres y se sienten desoladas, y tristes, no, yo tenía a mis padres y ambos eran excelentes, eran las únicas personas en las que yo confiaba y nuestra relación era muy buena. Mis padres son los mejores en todo el mundo. Estaba en segundo año de universidad, y era una estudiante buena. Estoy siendo modesta, en realidad yo era una estudiante ejemplar, inclusive había logrado entrar en un intercambio de un año en una universidad en Francia. Tenía un futuro realmente prometedor, mis padres sabían que yo sería alguien en la vida, lo tenía todo resuelto, así que no se preocupaban por mi. Jamás tuvieron que hacerlo, hasta esa noche. Esa fatídica noche. Fue algo estúpido, algo realmente muy estúpido. Usualmente no salía a fiestas con mis amigas de la universidad, porque, simplemente no me interesaban ese tipo de eventos, para mí, solo era una perdida de tiempo, algo innecesario. Pero esa noche en especial, Claudeth, una compañera de la universidad, insistió en que yo debía de ir, así que fui, fui por que no quería ser la loca tonta que no sé divierte, ¿Quien quiere serlo?, ¿Quién quiere ser la ñoña rara sin amigos?. Cómo fuera, decidí que no debía de beber, así que no lo hice, no consumí ni una maldita gota de alcohol, porque estaba escuchando a mi cordura y a mi razón, y también porque veía como mis amigas tomaban sin control. Me sentía como la chica madura que se comporta de buena manera, decidí ser la responsable esa noche. Ahora me arrepiento un poco de haber tomado tal decisión. Nos divertíamos y conversábamos, hasta que unos chicos llegaron a nosotras, yo estaba sobria y no quería tener nada que ver con ellos, pues no parecían buenas personas, así que simplemente me alejé. Pero Claudeth tenía otros planes, se enredó con uno de ellos, y estaba bien, ella es joven y está bien querer divertirse y disfrutar un poco la juventud, ¿Qué hay de malo con eso?. Pero al salir de aquel Club, el tipo se puso un poco intenso. Empezó a forcejear con ella, y mis amigas y yo tratábamos de alejarlo, pero aquel tipo era mucho más fuerte, golpeó a una de nosotras y trató de llevarse a Claudeth a la fuerza. En serio, no sé como pasó. Aquel tipo sacó un arma y nos amenazó, y bueno, todo se fue al carajo… (▪️▪️▪️) Mientras el auto avanzaba al lugar más desolado del mundo, más sentía que un nudo se formaba en mi garganta, y algo se estrujaba en mi pecho sin compasión, a veces aprender de los errores, es muy difícil. —Estarás bien cariño —dijo mi madre con voz reconfortante mientras me miraba por el espejo retrovisor, creo que ella podía leer mis pensamientos, era como un especie de poder, que solo las madres poseen. —Lo siento mamá — dije tal vez por centésima vez, aún sentía que debía de decirlo una y otra vez, algo así como una penitencia que yo misma me había impuesto, jamás sería suficiente. —No fue tú culpa. —¿Si no lo fue… por qué tengo que huir?. Mi madre se encogió en hombros y no habló más, mientras más nos acercábamos, la neblina se volvía más y más densa, casi como si me diera la bienvenida al mismo infierno. Yo no merecía más. Me gustaba, me gustaba el lugar y lo tétrico que se veía, pero no sabía si podría estar sola y sin la seguridad que mis padres me daban, ya era mayor de edad, supongo que ya era hora de estar sola y aprender lo que es vivir como una adulta. El auto se detuvo y yo alcé la vista. —Es aquí — dijo mi madre un poco abrumada, yo mire por la ventana y fruncí el ceño, habíamos viajado casi por dos días, y durante casi cuatro horas no habíamos visto civilización alguna, todo era bosque y neblina. —No me quejo, pero… ¿Es seguro vivir con esta tía? —pregunté un poco preocupada al ver la residencia, pues aquella casa parecía sacada de los locos Adams. —S-si—respondió mi madre no muy segura. Sonrió de un modo extraño y luego salió del auto. —Bien—dije y bajé del auto, respiré hondo, la neblina en aquel lugar se empezó a disipar y mi mirada se posó en la casa de a lado, era enorme, hacía que la casa de mi tía se viera como una vil pocilga, era elegante y majestuosa, mientras que la de mi tía era…, vieja y pequeña. ¿Quién vivía ahí?, debía de ser alguien con dinero. —Ven, vamos a tocar —dijo mi madre. Yo la seguí sin quitar la vista de aquella casa, tropecé con el porche y enfoqué la vista al frente, mi madre respiró hondo y tocó a la puerta, esperamos unos minutos hasta que esta se abrió y una mujer con un vestido café y floreado salió, nos miró con seriedad y luego sonrió ampliamente. —¡Bienvenidas! — dijo aquella mujer y abrió los brazos como si quisiera envolvernos a mi madre y a mi en ellos. Yo respiré aliviada al igual que mi madre, era un alivio ver que la tía no estaba tan loca, ó que no nos recibió con un cuchillo en mano. —Tía Agatha, gracias por recibirnos —dijo mi madre mientras entraba a aquel lugar, yo solo la seguí, el interior de aquella casa era fabuloso. —Es un placer recibirlas, se que no es un lugar tan acogedor, pero es un buen lugar para vivir, aquí la gente es muy unida— dijo la Tía Agatha. —Genial— dije mientras sujetaba un cráneo de color blanco que mi tía tenía como decoración, supongo. —Son falsos —Aclaró mi tía. “Cool”. —Tía Agatha, se que fue de último momento todo, Lucy no te dará problemas, ella es una buena chica, solo será un tiempo, hasta que termine la universidad. —Tranquila, ella es bienvenida aquí el tiempo que guste, ya hable con el director de la universidad, y ella puede empezar desde mañana, se sorprendió al ver sus notas, es una chica muy aplicada… Yo continúe recorriendo la casa, mientras que mi madre y mi tía hablaban, mi espíritu era aventurero, no podía quedarme en una plática aburrida teniendo una casa como esta ante mis ojos, había muchas cosas de ocultismo, velas, calaveras, algunos símbolos raros, y algunas figuras que adornaban la casa, llegué hasta la puerta trasera, y decidí salir para ver el jardín trasero, para mi sorpresa era un jardín muy normal y bonito, pero la neblina aún no se quitaba y no me dejaba admirar el lugar por completo, caminé hasta alejarme un poco de la casa y escuché unos movimientos no muy lejos de mi. Pero no parecían ser del jardín de mi tía, venían del jardín contiguo, me acerqué a la cerca y la neblina no me dejaba ver nada, los ruidos se hacían más prominentes hasta…. —¡Guau, guau, guau, guau!. Un enorme perro negro se aventó sobre la cerca asustándome por completo. —Mierda—sonreí sintiéndome un poco tonta y me acerqué para ver a aquel perro que aún ladraba. —Hola amiguito, ¿Cómo te llamas?, huy, eres muy grande… —dije y acaricié su cabeza, pece a que el perro me gruñía como si quisiera morderme, pero después de que lo toqué dejo de gruñir, parecía feliz de tener un poco de contacto físico, —Que perrote tan grande, ¿Quién es un niño grande? —pregunté con voz chiqueona, como si fuera un niño pequeño y tierno, el perro sacó su lengua y movió su cabeza para restregarla en mi mano. A veces las apariencias engañan. —¿Tú quien eres?. Aquella pregunta me descontroló por completo, venía de aquel jardín, era una voz masculina y encantadora, que me erizó los bellos del cuerpo, el perro se alejó de mi y desapareció en la neblina. —¿Y quién eres tú? —pregunté mientras trataba de ver a través de aquella espesa cortina blanca natural, me alejé un poco al no obtener respuesta y me agaché al ver un pequeño grillo que no dejaba de cantar, lo toqué con mis dedos y saltó lejos de mi, —Mi nombre es Lucy West— dije mientras seguía al pequeño grillo, no se porque me llamaban tanto la atención los animales pequeños, bueno, en general todos los animales me parecían fascinantes y necesitaba tocarlos, mi madre decía que debí de ser veterinario. —Lucy West—escuché que pronunció. —Si, Lucy West—respondí y me puse de pie, alcé la vista y me sobresalté un poco al ver a aquél hombre. Su piel era blanca como la nieve, y sus ojos eran azules como dos estrellas brillantes, tenía unos labios de un tono rojizo opaco, era demasiado atractivo, tenía un rostro casi angelical, que hacía que mi cabeza me diera vueltas, era alto y vestía muy elegante, era casi irreal, jamás había visto a alguien como él, tan… llamativo y aterrador al mismo tiempo. Fascinante. —Hola—Dije en un suspiro, —¿Usted es…. Él formó una sonrisa encantadora y simplemente se alejó de mí, escondiéndose en aquella neblina que parecía envolverlo con cada paso que daba. —¡Mucho gusto!—Grité con sarcasmo. —¡Lucy!. Mi madre me asustó y yo solo la miré, —¡Por dios mamá me asustaste!.