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Los Cuervo

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Blurb

El ultimo año de preparatoria para Nora es el final de una tortura, ella es inteligente pero demasiado introvertida, es acosada por sus compañeros de clase, y cree que eso nunca va a parar, hasta que al pueblo llega una familia nueva, Los cuervo, cuatro hermanos tan atractivos como peculiares, Nora encontrará un primer amor, junto con la decepción, pero lo más importante es que descubrirá que la familia Cuervo esconde más secretos de los que alguna vez imaginó, y ella quiere ser parte de eso.

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1.– Un día interesante
Aquel lugar estaba en sumo silencio. Hasta que la puerta de la entrada rechinó, y unas risas inundaron la tranquilidad del lugar. —Te lo dije, es un tarado, consigue a alguien más. —¡Oigan!, ¿A que ni saben que?, acabo de ver al profesor nuevo y… —No me digas que ya te gustan los viejitos cascarrabias. —Déjame decirte que de viejito no tienen nada, esta como quiere, ahora si pondré atención en la clase. —Vayamos a verlo. Se escucharon unas risitas tontas y todo volvió a quedar en sumo silencio. Solo entonces salió Nora de uno de los baños, se escondía en aquel lugar como de costumbre. Se lavó las manos y se miró al espejo, sus ojos estaban enrojecidos y un poco hinchados, hoy cuando llegó, la habían molestado, usualmente le metían cosas en su casillero, como animales muertos o le robaban los libros, pero hoy, le habían dejado cucarachas vivas, por supuesto que gritó y se asustó mucho, y todos se rieron de ella, ¿Quién se reía de algo así?, ella no lo comprendía, ni tampoco quería tomarse el tiempo de hacerlo, simplemente no era gracioso y punto. Salió del baño y se dirigió a su salón de clases, en cuanto entró todos se volvieron a reír de ella, —¿Te gustó tu regalo? — preguntó Adrián en tono burlón. Él era el líder del grupo que la molestaba. Nora no respondió sólo se sentó en su lugar en completo silencio, tratando de ignorarlo, tratando de ignorar las miradas y las sonrisas burlona. Si tan solo ella pudiera desaparecer, si pudiera volverse invisible, —¿Acaso te volviste sorda?. Nora en verdad deseaba poder volverse sorda, ya no aguantaba más esta tortura. Ir a la escuela le generaba un terror atroz por las mañanas, y ni siquiera sabía ¿Por qué?, ¿Por qué la molestaban tanto?, ¿Qué fue lo que hizo?, ella no lo sabía, ni lo comprendía, tal vez era por qué era fea, pero no, ella no era fea, tal vez era por su cuerpo…. Pero no, ella no tenía un cuerpo malo, no era ni delgada, ni gorda, tenía un peso promedio, tal vez era por que era tonta, pero no, Nora tampoco era tonta, Tal vez en algún momento insultó a Adrián sin darse cuenta, pero ella no recordaba nada al respecto, entonces… ¿Por qué?, ¿por qué se empeñaba en hacerle la vida imposible?, ¿Qué clase de satisfacción retorcida les provocaba molestarla?. Adrián se levantó de su lugar y caminó hasta donde estaba ella, puso su mano sobre su hombro y se inclinó hasta su oído, provocándole un escalofrío atroz. —Te pregunté ¿si te gustó mi regalo?. La pobre chica estaba petrificada, de solo escuchar su voz sentía un miedo inexplicable. Adrián había logrado entrar en su mente volviéndose el dueño de ella, podía verla temblar y eso le gustaba, —Ya déjala Adrián—dijo Leslie, quién estaba harta de ver cómo intimidaban a la pobre chica quien parecía un pobre conejo asustado, lista para salir huyendo en cualquier momento. —¿Qué dijiste?... ¿Qué también quieres un regalo?. —Puedes meterte tus regalos por el culo, no te tengo miedo. Todos en el salón hicieron ‘Huuuuuuuu’, causando que la ira de Adrián fuera en aumento, miró a Leslie e iba ir hasta su lugar cuando de pronto la puerta del salón se abrió. —¡Buenos días!... Todos a sus lugares por favor — dijo el profesor suplente el señor Leonardo, —Nos vemos a la salida— amenazó Adrián y se fue a su lugar. Nora por fin respiró un poco aliviada, pero aún no podía cantar victoria. —Bueno, como ya saben su maestra tuvo un accidente el mes pasado y yo he estado como suplente, pero ya tenemos un nuevo maestro… El profesor Leonardo miró hacia la puerta y todos quedaron mudos al ver al nuevo profesor entrar. Era un hombre alto, joven de tal vez veintiocho años, tal vez menos, de cabellera negra, de piel caucásica y de aspecto serio, usaba unos pantalones negros de vestir y una camisa azul de vestir, sin corbata, sin tanta formalidad, pero sin perder un estilo recatado, el estilo que solo un hombre serio y atractivo podía poseer. Las alumnas estaban encantadas, pues él era un hombre de ensueño, pero pronto todas caerían de su nube. —Bueno, les presento a su maestro el señor Hans Cuervo — dijo Leonardo y de pronto unas risas se escucharon al fondo. El profesor Hans miró en esa dirección y de inmediato su semblante se puso oscuro, tan tétrico que cualquiera tendría miedo de acercarse a él, —Ustedes tres, los que se rieron, pasen al frente — ordenó el profesor Hans en un tono retumbante, no había alzado la voz, pero se escuchó fuerte y claro. Tenía una voz masculina y gruesa, que erizaba los bellos del cuerpo, todos se quedaron estáticos en sus lugares y hubo un silencio incómodo. —Bueno, yo lo dejo con sus nuevos alumnos, buena suerte chicos — dijo el profesor suplente quien se apresuró a salir de aquel salón, casi como si estuviera huyendo de una masacre segura. El profesor Cuervo se quitó el abrigo negro que estaba usando, y con suma tranquilidad lo colgó en la silla de su escritorio, —Estoy esperando que pasen al frente chicos — dijo el profesor sin mirar a nadie, estaba ocupado sacando unas cosas de su maletín negro. Tres jóvenes pasaron al frente, y no era de esperarse que entre ellos estuviera el bully del salón. Adrián. Nora estaba fascinada con el profesor Hans, él despertaba esa curiosidad en las personas, no era por su buen físico ó su encantador rostro, ó su mirada intimidante, no, había algo más en él. El maestro se acomodó en su silla y miró a los jóvenes frente a él, —¿Cuál fue el chiste? —preguntó con serenidad, serenidad qué parecía inquietante, —Ninguno profesor —respondió uno de los alumnos en voz baja, —¿Ninguno profesor?, ya se que les hizo gracia, les parece divertido mi apellido, ¿No es verdad?, ¿Es divertido que mi apellido sea Cuervo? — preguntó el profesor en tono serio. Los tres chicos negaron y el profesor Hans solo se acarició el mentón, —¿Ustedes serán los chicos problema de mi clase?. Los chicos negaron nuevamente, —Bien… — dijo el profesor y se puso de pie para ir justo frente a ellos, los miró uno por uno y luego sonrió, —Que sea la última vez que se burlan de alguien, de lo contrario pueden arrepentirse, se pueden burlar de la persona equivocada y eso les puede traer problemas… ya veo que necesitan aprender a ser prudentes, vuelvan a sus lugares — Ordenó el profesor con seriedad. Aquellas palabras eran una amenaza clara, así que los chicos se sintieron un poco acosados por el maestro, no era algo ético, ni profesional según ellos. Regresaron a sus lugares y el maestro miró a sus nuevos estudiantes, su mirada se detuvo en Nora. Ella tenía unos ojos grises y brillantes, tenía labios rojos naturales y su cabello largo y castaño parecía un velo queriendo cubrir su rostro. —¿Cuál es tu nombre? —preguntó el profesor Hans manteniendo la vista fija en ella, en su inocente rostro. Nora se sobresaltó y las palabras no salieron de su boca, sus manos empezaron a temblar y sus labios se abrieron ligeramente, pero no salía la respuesta que estaba en la punta de su lengua tratando de soltarse de ella, —¿Alguien puede decirme cual fue el último tema que vieron?— preguntó el profesor Hans sin quitar la mirada de Nora, —Estábamos mirando los sistemas de ecuaciones lineales— respondió alguien. El profesor apartó la mirada de la chica y fue directo al pizarrón para empezar a dar su clase… Las dos primeras horas de clase terminaron y era hora de ir a la siguiente materia. Lo cual era todo un proceso para Nora, pues entre clase y clase daban diez minutos, así que si se iba de inmediato llegaría temprano al salón y eso sólo significaba una cosa, si, ser atormentada por sus “compañeros”, Así que se esperaba cinco minutos y después se iba a paso lento hasta a la siguiente aula. Ya todos se habían marchado, y Nora aún estaba guardando sus útiles, él profesor Hans la miraba con atención, y se daba cuenta de que miraba constantemente el reloj pegado en la pared. —Nora. La chica se enderezó en su lugar y giró la cabeza como si fuese un muñeco poseído, miró al profesor y tragó saliva al ver sus ojos negros posados en ella, —¿Así te llamas, no?. Nora solo asintió con rapidez, —¿Tú hermano es, Ian Gallur?. —S-si—respondió la chica al fin, con un tono de voz bajo, pero muy dulce, casi como si escucharla hablar fuese una bendición. —Si, lo imaginé, te pareces mucho a él. Nora miró de nuevo el reloj y se apresuró a juntar sus cosas, salió de aquel lugar sin decir ó indagar algo, y fue directo a su siguiente clase. Aunque quisiera preguntar de ¿dónde conocía a su hermano?, o, ¿Cómo supo que ella era su hermana?, no tenía el valor para preguntarle algo a alguien como Hans. Así era todos los días y durante el receso ella se escondía en el baño, era mejor de ese modo. Se había vuelto tan solitaria que no tenía ninguna amiga, era tan poco sociable que muy rara vez podía mantener una conversación con alguien. Ella no siempre fue de ese modo, alguna vez durante su niñez fue una chica extrovertida y alegre, ¿Qué le había ocurrido?, solo ella lo sabía. Estaba por salir del baño cuando escuchó unas risas, se sentó en la taza de nuevo y subió los pies para no ser descubierta. —Odio a la estúpida de Nora… es tan… exasperante, con su cara de mustia. —Ya lo sé, no se por que no se defiende, a mi también me desespera, me dan ganas de darle unas bofetadas y hacerla reaccionar. —No pueden odiarla solo por que es cobarde, a mi no me viene ni me va. —Da igual, ¿Qué les pareció el profesor Hans?. —¡Dios ni lo menciones que tendré un orgasmo de solo pensar en él!. —Estoy segura que no sabes lo que es un orgasmo. Todas rieron y en el fondo se escuchó el timbre que anunciaba que era la hora de entrar a clases de nuevo. “Cobarde “. Si, Nora se sentía una cobarde. Al salir de la escuela miró la fila de autobuses escolares, ella por supuesto no iba a subirse a esas monstruosas bestias. Caminó hasta la parada de autobuses que quedaba a unas cinco cuadras de la escuela, se había retrasado y el autobús se fue y la dejó, ahora tendría que esperar unos veinte minutos hasta que llegara el otro, se sentó en una banca vacía y miró a la nada. —Te lo dije, es lo que todas quieren y luego se enojan de que las llamen zorras. —No creo que debas expresarte así de una mujer. —Si, es desagradable. Nora alzó la vista y miró a los cuatro chicos que venían en dirección a la parada, ellos parecían venir de la universidad que no estaba lejos de la preparatoria, no les hizo caso y solo se enfocó en sus zapatos negros relucientes. —Oigan y si vamos al bar, es viernes y necesito diversión en mi organismo. —Yo si voy. —Si yo también, ¿Por qué no?. —Yo no puedo, ya tengo planes. —Esta bien, si cambias de opinión, márcame y te diré dónde está. —Cómo si en este lugar fuera difícil encontrar el único bar que hay. Nora seguía perdida en sus zapatos, cuando sintió que alguien se sentó a su lado. Por inercia miró y se sintió un poco mareada de ver a aquel chico, era rubio, de piel blanca, vestía diferente a todos los chicos que ella hubiera visto, vestía mucho más elegante, pero le quedaba bien, tenía ese aire juvenil en él. —¿Cuánto tarda en pasar el autobús?. Nora miró al chico y se dio cuenta de que estaba preguntándole a ella, pues sus ojos verdes estaban clavados en los suyos. Abrió la boca y de inmediato se ruborizó, no estaba acostumbrada a que alguien le hablara y mucho menos a que fuera alguien guapo, El chico se percató de lo avergonzada que ella se puso, así que miró en otra dirección para no avergonzarla más. —Q-quince.. Quince minutos — respondió Nora con un hilo de voz que parecía querer quebrarse, —Quince minutos —repitió aquel chico y asintió. —¿En que año de preparatoria estás?—preguntó de nuevo el chico y le lanzó una mirada furtiva solo para ver si su vergüenza disminuyó un poco, pero no, sus mejillas seguían igual de sonrojadas, se veía realmente encantadora, pero no le tomó mucha importancia en el momento, —En… tercero — respondió Nora casi con un susurro, —Tercero… mi nombre es Derek, Derek Cuervo, me acabo de mudar hace una semana, y estoy en segundo año de universidad, pero me siento un poco mal, en esta universidad no tienen la carrera que yo llevaba, así que… tuve que escoger otra, lo cual es un poco deprimente — Nora solo asintió. Acaso, ¿Él era el hermano del profesor Hans?, si, eso era creíble, era igual de atractivo, sólo que él era rubio, y el profesor Hans no. Nora quería decirle que conocía a su hermano, que era su maestro, pero no se atrevió a seguirle la conversación, sólo se quedó en silencio. Mientras esperaban, un bonito auto negro con vidrios polarizados se estacionó delante de ellos, la ventana del copiloto se bajó y Nora casi perdió el aliento al ver al profesor Hans. —¿Qué haces ahí? — preguntó el profesor mientras se quitaba las gafas de sol, —Espero el autobús — respondió Derek, Hans sonrió, casi como si le hubieran contado un chiste muy malo, se colocó de nuevo las gafas y miró al frente, —Vamos sube. Derek carraspeo y se apresuró a subir al bonito auto. Nora se sentía aliviada, aquel chico la ponía muy nerviosa, pero al mirar dentro del auto notó que el profesor Hans se había bajado las gafas para verla a ella. —¿Quieres que te lleve a casa?, vivimos en la misma calle—dijo Hans pensando que no había problema si llevaba a Nora, después de todo no irian solos, no era algo ilegal. Nora volteo para atrás y notó que no había nadie más en ese lugar, así que si, el profesor Hans se dirigía a ella. —¿La conoces? —preguntó Derek, mientras se ponía el cinturón de seguridad, —Es la hermana de Ian— respondió Hans. Derek abrió los ojos y miró de nuevo a la chica, —¿Qué?, ¿Es ella? — preguntó asombrado, la miró detenidamente, sin limitaciones y entonces sonrió, ¿Cómo no lo vio antes?, —¿En verdad tú hermano es Ian? — Nora no sabía de dónde su hermano podía conocer a los Cuervo, pero no les iba a preguntar, si uno la ponía nerviosa, dos iban a matarla, así que solo se limitó a asentir, —¿Entonces? — preguntó Hans esperando una respuesta de la chica con bonitos ojos. Nora quería responder que no, que ella podía irse sola, pero las palabras no salían de su boca. Miró que el autobus venía y todo lo que hizo fue ponerse de pie y correr a su encuentro… —Mmmm… supongo que no— dijo Derek con una sonrisa mientras miraba a su hermano. Hans se acomodó las gafas y pisó el acelerador, por más ridículo que pareciera, era la primera vez que una mujer lo ignoraba y eso le causó cierto enojo. Hans Cuervo nunca antes había sido ignorado, “Que interesante día “ pensó para sí mismo.

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