Mariana Después de esos maravillosos días que pase con León en Hawái, llego la hora de volver y enfrentar a mi abuelo, León dice que todo va a salir bien, que hablará con él y le dirá que me ama, pero yo estoy hecha un manojo de nervios, espero que acepte nuestra relación, amo a León y ya no podría vivir sin él. Llegamos a la casa, siento que las piernas no me responden, León me toma de la mano y entrelaza sus dedos con los míos, me acerca a él, me mira con cariño y después me da un casto beso en los labios, y eso es todo lo que necesito para afrontar lo que sea. Entramos a la casa, miro a mi abuelo parado frente a nosotros, también está Paz, y ella, la pelos de elote de Cecilia, mi abuelo me mira fijamente, se acerca y me abraza con cariño. — Hija, estaba tan preocupado. – dice mi