Rusia

1097 Words
Observo el cuerpo inerte frente a mi mientras escucho hablar mi profesor de enfermedades raras y poco usuales como la que padecía el pobre hombre frente a nosotros acostado sobre la mesa. Mientras observo al hombre pienso en la forma de hablar con mi padre, estoy estudiando último año de medicina, pero quiero hacer mis prácticas y terminar mi carrera en Moscú. Cuando la clase termina decido ir a ver a mi madre que debe de estar en el hospital donde trabaja. Chiara Dantes es la mujer más increíble que alguna vez conoceré y por supuesto mi madre, por ella elegí estudiar medicina y debo decir que me gusta muchísimo, aunque estoy teniendo problemas para elegir una especialización ya que todas las ramas me parecen fascinantes. Al llegar al hospital entro directo a la sala de emergencias y la veo de pie hablando con una de las enfermeras, camino hasta ellas y mi madre al verme sonríe. - Hola hija – me saluda besándome la mejilla - Hola mamá – la saludo – mami hay algo de lo que te quiero hablar de algo. – ella observa su reloj y asiente. - Vamos por un café – me dice y yo asiento. Caminamos hasta la cafetería y luego de pedir nos sentamos. - ¿Qué pasa? - Mamá, quiero hacer la residencia en Rusia – la veo abrir los ojos como platos - ¿Por qué? – pregunta sorprendida - ¿Te acuerdas el congreso al que fuimos hace un año? – ella asiente con la cabeza – la universidad tiene un muy buen programa de residentes además de que allí puedo hacer la especialización que quiero. - ¿ya te decidiste? - Si, medicina forense – respondo bebiendo un poco de café. - ¿Por qué? - Porque es la única en la que puedo ver un poco de todas las demás especialidades – respondo y es verdad. – además me parece fascinante. - Tu padre llega esta noche – dice – por mi puedes ir, aunque no estoy muy convencida, pero si tu padre acepta puedes ir. - ¿eres consiente que ya no soy una niña? – pregunto y ella sonríe – tengo veintiuno - Para mí siempre serás mi niñita – me pellizca un cachete - ¿quieres ayudarme un rato? - ¿enserio? – pregunto emocionada como cada vez que lo hace. - Solo no mates a nadie – dice y yo río. El resto del día no me despego de ella, aunque los casos que llegan son muy sencillos, pero para mí son lo máximo, amo la medicina. Gracias a mi madre y que soy muy inteligente puedo salir a la residencia un año antes que mis compañeros. Durante la carrera he adelantado créditos y gracias a las visitas a mi madre pude realizar un examen para adelantar un año. Cuando mi madre termina el turno nos vamos directo a casa donde vemos en la entrada el auto de mi padre quien aparece en la puerta de la casa abriendo sus brazos para nosotras. - Hola mis hermosas – nos abraza a las dos, pero yo me separo de ellos para que se saluden como solo ellos saben hacerlo.   Sonrió mientras entro a la casa, mi vida siempre ha sido casi perfecta, mi familia es un hogar lleno de amor en estado puro. Siempre he visto a mis padres demostrarse el amor que se tienen, a su vez nos dan a mi hermano y a mí. mi padre viaja constantemente pero siempre está para nosotros sin importar donde se encuentre. Los dejo que hablen mientras subo a mi habitación para darme un baño antes de bajar a cenar. Luego de darme un baño elijo un vestido sencillo para la cena, al bajar veo a mis padres en el salón con Donato y mi tío. - Pero miren nada más que hermosura tenemos aquí – dice poniéndose de pie para venir abrazarme. - Hola tío – beso su mejilla – que gusto verte - ¿en qué momento te creciste? – dice separándose de mí, nos sentamos donde él antes lo estaba – me dijeron que estas pronta a entrar a la residencia y te traje un regalo – lo veo tomar un paquete que hay junto a él para entregármelo. - Gracias tío – respondo tomándolo. Es una cajita de terciopelo negro alargada, al abrirla encuentro una hermosa pluma plateada con mis iniciales gravadas en ella. – esta hermosa. - Pero que copión eres Guido – dice mi padre sacando una cajita parecida, pero en rojo – yo mande hacer una igual a la de tu madre y a la mía. - Las dos me servirán de mucho – digo tomando la de mi padre – ya que estamos todos reunidos hay algo de que quiero hablarles. - mi padre se vuelve a ver a mi madre y ella asiente con la cabeza. - ¿Qué pasa? - Papá, quiero mudarme a Rusia – digo y lo veo tensarse al igual que mi tío junto a mí. - ¿Por qué? – pregunta - Por qué me gusto la universidad a la que fui hace un año... - ¿fuiste a Rusia? – pregunta molesto volviéndose a ver a mi madre. - Hable con Aleksei antes de permitir que fuera – dice mi madre justificándose – podríamos hablar para que se quede con él. - Harby, Rusia es el lugar más seguro para ella – dice mi tío Guido tomándome de la mano, pero mi padre parece no gustarle la idea. - Por favor – digo, pero él endurece la mirada - Voy a pensarlo – el resto de la noche hacemos un lado el tema disfrutando de la compañía de mi padre y tío. Cuando tenía quince años mis padres me dijeron a lo que se dedican mi padre y tío. Son las cabezas principales de la mafia italiana. Me contaron todo lo que sucedió con mi madre y conmigo cuando era una bebé, que nosotras estamos muertas para aquel mundo. Desde entonces entendí por qué mi madre disfrutaba tanto de mi padre y tío cuando estaban en casa. Unos días después de la llegada de mi padre estoy saliendo de la universidad cuando veo a mi padre de pie junto a su auto, me despido de mis compañeras y camino hacia el con una enorme sonrisa en el rostro. - Hola papá – lo abrazo y él a mí. - En qué momento te me creciste – comentas para él mismo que para mí. – vamos a comer algo. Nos subimos al auto y rápidamente llegamos a nuestro restaurante favorito, pedimos nuestra comida y lo veo respirar profundamente antes de hablar. - Puedes ir a Rusia – dice y yo sonrió – pero bajo ciertas condiciones. - ¿Cuáles? - Vivirás con Aleksei Sokolov y acataras todo lo que él te diga al pie de la letra. 
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