“¡Alguien apagué ese maldito despertador!”, pensé entre mis sueños.
Sin muchos ánimos saqué mi mano derecha (el cual estaba más cerca a la mesita de noche donde se hallaba ese pequeño destructor matutino) y con toda mi pereza presioné contra el botón de esta. Me levanté aún con pereza, sabía que era hora de ir a la Universidad. No había dormido mucho solo quería otro ratito más, pero claro mi querido despertador siempre me recuerda mis deberes.
Puto despertador.
Termine de ducharme y mientras me cambiaba un irresistible olor a huevos revueltos inundaron mis fosas nasales. Salí casi dispara hacia la cocina, que es de donde provenía el olor; al llegar me encontré con una sonriente Krystel, le sonreí agradeciéndole haber venido y prepararme ¿Wafles? ¡Oh, sí! Había wafles, jugo de mango y l
