Perderme en ti: Juego de seducción

Dicen: Una mirada es el reflejo de la luz del corazón  ------------------------ Alice-   Cuando era pequeña mi madre me enseñó que hay diferentes tipos de miradas. Algunas transmiten amor, otras tristeza, unas te llenan de paz, otras imparten envidia y  hay algunas que simplemente te matan. Como era pequeña aún, no entendí a qué se refería. — Alice ¡ALICE! – Gritaba mi madre exaltada- mírame hija En cuanto la miré supe que no era mi mirada la que la mataba, eran sus ojos reflejando  una inminente, lenta y dolorosa muerte, era ella quien estaba muriendo frente a mí. Enlacé sus manos con las mías mientras mi padre tratando de calmarla, la abrazaba tan fuerte como si de ello dependiera su vida porque simple y sencillamente ella era nuestra vida. Sentía el temblor en sus manos y el miedo en sus ojos, estaba segura que mi madre no estaba lista para irse, para dejarnos solos en esta vida. Al paso de cada minuto sus manos se hacían mas frías, su semblante más pálido y su mirada se perdía como si percibiera la presencia de alguien en un punto de la habitación. Tomo su rostro entre mis manos y guiándola a mis llorosos ojos, va recobrando la tranquilidad que tanta falta le hacía. — Alice hija – balbuceó tomando fuerte de mis manos sobre sus rostro- sé feliz. Vive, disfruta, sueña pero sobre todo amate, valórate y jamás dejes de ser mi dulce niña. Te amo hija, eres lo más importante para mí – fueron sus últimas palabras. Tras un largo suspiro ella cayó inerte frente a nosotros. El dolor de perderla me hizo sentir tan pequeña, me dolía tanto su ausencia como si me estrujaran el corazón. Esa fue la noche más oscura, más tenebrosa en donde el dolor controló todo mi sistema. Perder a mi madre sin duda marcó una etapa de mi vida, pero poco a poco se fue llenando el vacío con falsas demostraciones de amor.   ... Soy Alice Rodrich, Cuando nací, según mi madre, lloré por exactamente un minuto y después esbocé la más placida y tierna sonrisa. Siempre dijeron que eso significaba que siempre lloraría lo necesario hasta estar completamente segura de haber expulsado el dolor de mi cuerpo, para poder regalar la más sincera y hermosa sonrisa a las personas que me rodean. A la edad de cinco años en un paseo por el parque, mi madre me enseñó el significado de las miradas, la cual no entendí. A la edad de quince años perdí a mi madre, percibiendo la más oscura, melancólica y lúgubre mirada reflejada en sus ojos. Desde ese día mi vida cambió por completo, porque simplemente es así cuando tu vida gira en torno a alguien. Y a los diecinueve encontré una sensual mirada en unos encantadores ojos castaños, enamorándome de inmediato de ellos. He sido capaz de encontrarme con tantos tipos de miradas, pero ninguna como de las advertencias de mi madre. Lo que se le olvidó advertir, es que muchas de estas miradas no son capaces de exponer toda la maldad existente en el corazón de las personas. Y mucho menos cuando estás tan desequilibradamente enamorada. Hoy a los veinte años he podido percibir la mirada más triste, desencantada y rota, reflejada en mis propios ojos. Muchos se preguntarán ¿por qué? si lo tengo todo, ¿por qué? si soy tan linda, ¿por qué? si tengo al mejor y más guapo novio… ¿por qué? porque simplemente todo ha sido una mentira en mi vida.