Traición

1411 Words
Alice- Mi vida siempre ha sido tranquila y alegre, nunca me ha faltado nada y se podría decir que he sido una chica consentida, sin llegar a ser arrogante o altanera como muchos creen. Vivo en una enorme y lujosa casa gracias a los negocios de mi padre. Eduardo Rodrich, mi padre, es una de las personas más influyentes de la ciudad, un destacable empresario que no ha tenido mucho tiempo para mí, por ello, desde la muerte de mi madre, mi tía Luz –su hermana- se mudó con nosotros y con ella sus hijos, Dome y Marcus. Mi tía era un amor, pero Dome era envidiosa, egoísta y vanidosa, siempre deseó todo lo que tenía y por algún motivo siempre lo conseguía. Marcus por su lado, con sus veinte un años encima era un chico tranquilo y muy educado con la misma sonrisa amable, plácida y reconfortante de su madre. Jamás me he percatado de la maldad en las personas a mi alrededor, hasta hoy… a un día de mi boda con el hombre que dice amarme con toda su alma como aquel día cuando nos conocimos. Conocí a Daniel durante un almuerzo de negocios, desde el primer momento en que lo vi me enamoré de él, podría decirse fue amor a primera vista. Después de la primera cita, me propuso ser su novia y encantada acepté al encontrar en él todo lo que podía desear, era simplemente encantador. Después de ocho meses de relación me propuso matrimonio, jamás dudé de su amor por mí e inmediatamente acepté pero a quien sí tuvo que convencer fue a mi padre. Daniel me llevaba algunos años de ventaja, seis para ser exacta, desempeñaba un puesto importante en la empresa de mi padre, por tal motivo cuando nuestro compromiso fue aceptado, mi padre nos da la noticia de su ascenso como gerente de una de las sucursales. —  Alice ¿lista? –pregunta mi tía Luz —  Si tía ¿Qué te parece? –camino hasta la sala de espejos para observar mejor mi vestido de novia La idea de casarme es algo irreal, como un sueño. Estoy emocionadísima al creer tontamente que la causa de mi felicidad es él: mi primer y único novio. — Te ves tan hermosa –la voz se le quiebra al hablar- te pareces tanto a tu madre —  Gracias, pero no llores tía. Sonríe por mí, recuerda: es el día más feliz de mi vida y no quiero verte llorar –le reproché con cariño tomando sus manos al no poder abrazarla por el vestido. — Tienes razón pequeña. Será mejor darnos prisa, debemos dejar esto en casa y salimos a la oficina de… El timbre del celular nos interrumpió, lo desconcertante fue que ambos celulares sonaron al mismo tiempo. — ¿Hola? –se escuchó al unísono — Sí –contesté firme — Iré de inmediato –colgué, mi firmeza se estaba convirtiendo en nervios, miedo y desesperación Mi tía parecía no entender las palabras de la voz a través del teléfono, advirtiendo lo que puede ser el más triste final para mí. No pensé en quitarme el vestido antes de salir, ya nada importaba de todas formas. Corrí hasta la puerta del lugar como pude y mi tía lo hizo detrás de mí, subimos al auto ordenándole al chofer nos lleve de inmediato a la casa que mi padre me había regalado por mi boda. Era incapaz de abrir la boca por los nervios aguijoneando todo mi cuerpo, mis manos temblaban y ya ni siquiera podía saber si era capaz de enfrentar la realidad. — Alice, ¿Estas segura de ir? –pregunta mi tía controlada por los nervios. quería creer, pero no podía. Mi necedad podía más. — Apresúrese por favor –ordené al chofer, acelerando de inmediato La hermosa casa era tal como yo la quería, como la había soñado siempre, con el inmenso jardín que siempre quise, pero en esos momentos no estaba para contemplarla sino para descubrir lo que había en su interior. Bajo rápidamente del auto y corro hasta la puerta. Busco impaciente la llave dentro de mi bolso, al no encontrarla tiro frustrada de este con fuerza y todo cae al piso, frente a la mirada nerviosa y llorosa de mi tía. Diviso la llave rápidamente y la tomo para poder entrar. Giro la perilla abriendo por completo la puerta, todo se ve maravilloso e impecable en su interior, tal vez por eso sigo sin creer que haya escogido este preciso lugar para engañarme. Subimos las escaleras hasta la alcoba principal, de donde provienen los más dolorosos y sonoros gemidos de placer de quienes al parecer disfrutan de una ligera aventura sobre mi cama. Frente a la puerta, apreto mis puños en ambos lados de mi cuerpo proyectando todo el odio y desprecio que jamás esperé sentir para echar de mi casa y de mi vida a esos dos. Y como si de un cuento de horror se tratase la puerta se abre tan lenta y ruidosamente. —  ¡Mierda! ¡Alice! — ¡Mamá! – se escucha Ambos se han separado y cubren sus desnudos cuerpos con las finas sábanas blancas que yo misma escogí para mi habitación, recordarlo provoca una lamentable sonrisa en mi rostro lleno de lágrimas. — ¡Alice! ¡Déjame explicarte! — ¿Qué me vas a explicar Daniel? ¿Qué te acostabas con mi prima como despedida de soltero? –lo miré  y girando mi rostro a mi prima agrego sarcástica- o ¿Este es tu regalo para mi novio? No sabía cuánto me estimabas hasta hoy… Realmente te lo agradezco, pensé que me odiabas. Siempre fui amable con ella, al ser de la misma edad acudimos al mismo colegio. Por eso no entendía por qué siempre intentaba ridiculizarme frente a sus amigos y en casa me trataba como si me amara. Le costaba aceptar no ser la dueña de todo, sobre todo la idea de que su padre no tenía suficiente dinero como para darle la vida que ella consideraba merecer. — Alice, amor no es como tú crees… — ¡Basta de excusas! sé un hombre y acepta los hechos –abro  mis manos mostrando la escena a su alrededor. — Alice, mamá yo… — ¿Tú qué? Yo no te crié para que te revolcaras con hombres comprometidos y menos con el novio de tu prima, jamás esperé esto de ti –negaba mi tía llorando, totalmente decepcionada de su hija- — Mamá perdóname –suplicaba Dome llorando. Esos astutos ojos verdes que tantas veces reflejaron superioridad, celos y envidia hacía mí, hoy lloraban tan lamentablemente por algo que ella misma provocó al querer obtener todo lo que me pertenecía. Dome era una hermosa chica, no necesitaba absolutamente nada en su vida para ser perfecta. Lo negativo era la envidia guardada en su corazón, llegándose a reflejar en sus ojos pero que ella disimulaba perfectamente con sus aires altaneros y de superioridad. —  A mí no me deberías suplicar por perdón, tú sabes muy bien lo que has hecho Dome. Ya estas bastante grandecita para que asumas tus errores a partir de ahora –sentenció su madre — ¡Necesito que se larguen de mi casa, los dos! – exigí o mejor dicho grité como loca — Pero Alice, mi amor yo… — ¡Que te largues he dicho! –grité, exigiéndome aún más fuerza para no desmoronarme frente a ellos. Me giré ligeramente para dejarlos vestir y puedan desaparecer de mi vista de una maldita vez, no deseaba saber de ellos y mi tía era consciente del dolor que su hija me había causado. Al escuchar el fuerte sonido de la puerta al cerrarse mis rodillas se doblan, caen sobre el piso de golpe sin poder soportar más el puñal en mi corazón. Rompiendo en un profundo, doloroso e imparable llanto. — Lo siento tanto Alice, estoy tan avergonzada… -mi tía baja hasta mi altura llorando mientras sus manos me envuelven en un tierno abrazo. Ella es como mi madre y sé que me consideraba como una hija. ¿Cómo podría manejar la situación? Mi prima hermana se acostó con mi novio un día antes de mi boda, ¿Casualidad? ¿Destino? ¿Fatalidad? Yo solo puedo sentir dolor a causa de esta traición.   
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