Capítulo 2

2649 Words
El trabajo más rápido de mi vida, con desgana me dejo caer en el sillón quitándome la camisa de vestir, hace un calor de infierno o quizá seré yo, no lo sé... me quedo como tonta observando el techo por un largo rato. Es temprano así que me dedicare a arreglar lo que falta de desempacar... cojo el mando del estéreo, me dejo llevar por Devil de Super Junior. En un vano intento por hacer uno de los pasos me resbalé con la patineta de Jess. Lo que me faltaba una herida. —Auch... ¡¡Perfecto!! Este día es perfecto– Doy pasos largos hasta la habitación en busca de un milagroso botiquín sé que cogí uno por si a caso Jess se metía en problemas. Que herida más exagerada si a penas fue un rose y ya estoy sangrando, jodida piel delicada cojo un pedazo de algodón con alcohol, limpiando la herida. —Auch, Auch, Auch– Arde, arde y mucho. Cojo una gasa y esparadrapo poniéndolo encima de la herida es pequeña pero tapa un poco nada grave para decir que iré al hospital. Sigo moviendo cosas de un lado a otro escuchando música, tarareando una que otra, he podido olvidar el incidente de hoy por la mañana. ¡Gracias a Dios! Después de ordenar una deliciosa pizza con queso extra me quedo viendo una película entretenida, he quedado muerta. tanto que me quedo dormida... You're insecure Don't know what for You're turning heads When you walk through the do-o-or —Mmmm...– abro lentamente los ojos, ¿qué hora es? Mi celular suena a toda voz, me levanto del sillón adormitada para poder cogerlo. Número Desconocido. —Buenos Días– respondo soñolienta. —Buenas Tardes, ¿hablo con la Srita Aisha Lauren?– Una señora me habla del otro lado. —Si, eso creo. ¿Yo con quien hablo?– mascullo adormitada. Camino hasta la cocina para coger un vaso con agua. —Le hablamos de Greece Line– ¿Greece Line? ¿Del lugar que me despidieron? —¡Oh! ¿En serio?– No tonta de mentiras. —Si en serio, es para pedirle si puede presentarse dentro de media hora– —¿Que no me despidieron?– —Sí, bueno necesitamos de sus servicios tiene el dominio de varias lenguas extranjeras, si la dejamos ir sería un verdadero error– ¡Enhorabuena! ¡¡Que emoción!! Tengo trabajo. —Estaré ahí pronto– —Suerte– Cuelgo emocionada corriendo hacia mi habitación cojo una camisa de manga larga de que sirve cambiarme si me han pedido que no sea formal. Lavo mis dientes, trato de arreglar mi cabello despeinado por la siestecita que me di, cojo la mochila junto a las llaves del coche. Salgo disparada en el coche esta vez no me detendrá ningún Chimpancé con un Lamborghini. Enhorabuena, llego con die minutos de antelación. Camino entre las personas que llegan o salen del país. Tarareo una canción mientras me encamino a las oficinas. —Buenas Tardes– sonrio educadamente a un vigilante. —Buenas Tardes– saluda cortés Me da entrada para poder encontrarme con otro señor un poco mayor. —¿Señorita Lauren?– Asiento un tanto emocionada. ¡Mi primer empleo! Fuera de lo que es mi familia, nunca había trabajado. —Venga conmigo, el señor la espera– —¿El señor?– Pregunto, creí que estaría en el área de vuelos o algo así. —Si, el Señor Kirgyakos– —¿Es el Jefecito?– El señor me da una sonrisita deteniéndose frente a una puerta de cristal polarizada. ¡Impresionante! —Suerte– —Gracias– sonrió. Ya es el segundo que me desea suerte, tal vez no sea un mal día después de todo. Doy un profundo respiro mientras toco la puerta suavemente. —Adelante– Que voz tan gruesa. ¡Y es Griego! ¡Que bonito habla griego! Me siento eufórica. —Con permiso– respondo en griego al igual que él. La primera impresión es lo que cuenta. El Jefecito esta de espaldas viendo bueno no sé qué lee, ¿mi resumé quizá? —Señorita Aisha Lauren, bienvenida– Se gira lentamente con aire socarrón. ¡Madre Mía! ¡El Chimpance! ¿Es el Jefe? ¡Meh! Sabia que era demasiado bueno para ser verdad. —Chimp... jefe– corrijo antes de cavar mi propia tumba. —¡Jefe! Es muy diferente a como me trato hoy por la mañana– Rasca su barbilla pensativo, bueno si en la mañana me hubiera hablado en griego posiblemente no le hubiera puesto un apodo. Sinceramente el inglés no lo habla nada bien así que no es mi culpa. —¿Me ha llamado aquí? Creí que estaría en la zona de abordaje.– cambio de tema para no cabrearlo. -Trabajara para mí, como mi traductor personal- No, no y no. Qué se supone que tengo que decir? No creo que este tipo sea un buen jefe, ni siquiera sé cómo se llama. Doy una rápida mirada hacia su escritorio buscando algo que me haga saber su nombre pero solo yace: M. Kirgyakos . ¿Mono Kirgyakos? —Maximilian Kirgyakos– El Jefecito es un brujo, que bien otra razón por la que no puedo trabajar para él. —No creo poderle trabajar con usted– hago una mueca, sentándome en uno de los sillones. El me sigue con la mirada, ¿incrédulo quizá? —Diez mil libras– escupe. Lo miro sin comprender es lo que ganare o qué? —¿Perdón?– —Es lo que tienes que pagar por los daños a mi coche– me ira con impaciencia. Me levanto de golpe del asiento. ¿Qué cojones? Ni siquiera le paso nada... ¿De dónde saco ese dinero?... Se lo puedo pedir a James pero no creo que este muy contento, me querrá quitar el permiso y dirá algo como. "Para eso quisisteis quedaros en Inglaterra, Jess y tu os venís conmigo a Italia en este momento"  No... ¡Jamas! Jess no me lo perdonaría. —No le paso nada al coche, además no fue mi culpa– —El semáforo estaba en rojo, y las cámaras de seguridad lo puede comprobar– No estaba en rojo... o bueno no recuerdo. —Y... Es prohibido manejar con el celular en la oreja– termina. No estaba hablando por teléfono estaba tratando de cogerlo. Es lo mismo Aisha. —Si cobrarme quería, pudo haber llamado y ahorrarme el trabajo de conducir hasta aquí– —Si trabaja para mí... No le cobrare la factura– Tengo que pensarlo, no me veo trabajando para él. Sinceramente creo que no podemos llevarnos bien. Camina desde su escritorio hasta mí. Tiene ojos verdes con toques grisáceos. Intimidante, es muy alto. —Tiene un interesante color de ojos– me mira fijo. ¿Porque dice eso? Mi color de ojos es como algo irreal. Algo que no tiene porque existir. Me da una mirada penetrante que es capaz de quitarme el aire. Su mirada es indescifrable, me analiza completamente. —¿Qué no estaba hablando de trabajo? Burlarse de mí, no creo que ese sea el trato– arqueo una ceja sentándome nuevamente. ¡¡UFF!! Que calor. —No me burlo es la verdad, tiene usted un color de ojos de cuento...Bonitos– frunce el ceño. ¿De cuento? De anime diría yo. Ojos entre celeste y rosa pálido no es una gran combinación que digamos. Me quedo observándolo por un rato, esperando que cambie de tema. Me limito a analizarlo su cabello castaño, ¿barba de un día quizá? Ojos intimidantes, un traje negro que le hace ver como todo él Jefe que es... Atractivo. —Es tiempo– se mira el reloj. —¿Tiempo de que?– arqueo una ceja. —Si aceptas necesito de tus servicios ya, tengo una cena con unos posibles socios japoneses– Ahora. ¿Trabajar ahora? ¿Con la ropa que traigo? Pero eso fue lo que me ordenaron así que creo que está bien. —Acepto... pero no pago la factura y quiero por escrito que no quieres el pago.– —Bien hágalo como quiera Señorita Lauren– hace una mueca. Coge un papel, ¿ahora? ¿Escribirá el papel ahora? —Tenga firme donde acepta ser mi empleada y estar disponible cada vez que le necesite.– Ruedo los ojos mientras cojo el papel y lo firmo. Se lo entrego y me da una mirada triunfante. Idiota. —Vamos– Se acerca a mí, acogiéndome de la cintura. Cabron, le quito la mano sobre mí. Lo que me faltaba trabajar para un mujeriego. Caminamos hasta fuera del aeropuerto. Necesito ver su auto, se que no le hice nada repaso todo el estacionamiento pero ni seña. —Si buscas mi auto, lo he mandado a reparación– No le paso nada, sé que está mintiendo. Una Hummer se estaciona frente a nosotros. ¡Impresionante! —Iré por mi auto, deme la dirección del lugar de la cena para alcanzarlo.– lo miro fijamente. —No hablo japonés para nada, mi acento es terrible no puedo correr riesgos así que ira conmigo– me mira serio y con la palabra "has lo que te digo" en la frente. —No llegare tarde– replico. —Esta mañana llego tarde a su primer dia de trabajo, choco el auto del jefe. Como entenderá no me arriesgare– enumera. Lunático. Me ofrece la entrada, resignada lo hago. Mi celular comienza a sonar, me mira molesto asi que contesto rápido. —Aisha, nena ¿por qué no coges mis llamadas?– —Chazz estoy trabajando– Chazz me había olvidado de él. —Te mandare un mensaje– Antes de que pueda responderle que hablamos después cuelga. Instantaneamente llega un mensaje. —Respete sus horas de trabajo– su voz me acribilla desde un lado. —Sí, ya solo le mando un texto y ya– "Chazz, hablamos después el jefe es un fastidio y me puede despedir. Te Quiero" —¿Soy un fastidio?– creo que dice divertido. Metido. —Es de mala educación leer sobre el hombro de las personas– reprendo molesta. Este trabajo será imposible. —¿Quien era?– —No le interesa– gruño por lo bajo. —Mi novio– respondo al ver su rostro malhumorado. No dice nada más ¡Gracias a Dios!. Mi celular vibra pero ya no lo cojo. No voy a tentar a la dichosa suerte que me cargo. Llegamos a un lujoso restaurante y ahora si me agobia la ropa que traigo puesta. —Podría haberme dejado vestir algo más acorde al lugar– —Tienes que traducir, no impresionar a las personas– Menudo cabron. Sale del auto acomodándose el traje, hago lo mismo cogiendo mis cosas. —Deja la mochila– ordena. Pongo los ojos en blanco y lo hago. Solo cojo mi celular. —No quiero que este conversando con su novio por favor, quiero toda su atención en mi– Así rey del Universo Griego. Entramos sin decir más, nos llevan hasta la mesa de los Señores Irie. Dan todos los saludos correspondientes, me toca traducir todo lo que Maximilian habla y escucho atentamente al chico que es traductor de los japoneses. A diferencia de mi persona él lleva un traje. Una larga noche. Y no me dieron nada de comer, por suerte me acabe una pizza en el almuerzo en otra estuviera ya agonizando del hambre. Solo me dan una copa de vino. Detesto el vino. Al finalizar se despiden, yo me despido del chico traductor que disimuladamente me entrega un papelito. Cuando se dan la vuelta lo reviso. "68742584 llámame Alex x" ¿Su número de teléfono? Trato de buscar una papelera con la vista pero no visualizo ninguno, estoy a punto de meterlo en mi pantalón. —¿Qué es eso?– pregunta Maximilian sujetándome para arrebatarme el papelito. —Agh– un quejido de dolor se me sale. Me mira sorprendido soltándome. Se mira la mano. —¿Sangre?– me mira confundido. Me coge nuevamente viéndome el brazo. —¿Te hiciste esto hoy en la mañana?– gruñe. ¿Por qué mierda está enojado? —No– respondo secamente. —Ven, vamos a un hospital– toma mi brazo molesto. —No es necesario, tengo que ir a casa– digo de lo más tranquila. Ignora mi petición mientras me lleva fuera del restaurante a la Hummer. —Llévanos a una farmacia– le dice a su chofer. ¿Farmacia? No que íbamos al hospital. —Señor Kirgyakos, no es grave me lo hice con la patineta de...– ¿Me interrumpe molesto? —¿Tu novio?– escupe. No, de Jess. —Mi compañera de piso, Jess– aclaro Llegamos a la farmacia, él se baja enojado, no logro entender al chimpancé. Segundos después regresa cargando una bolsa. —Toma, no probaste el vino– me entrega un Arizona Tea. Es porque lo detesto. —Gracias, la verdad muero de sed– lo tomo. Gruñe algo en ingles por lo bajo que no logro entender. Su acento si que es gracioso. Saca las cosas de la bolsa, coge mi brazo quitando la gasa ensangrentada. Insisto una herida muy exagerada. —Es muy pequeña, ¿qué no tiene cuidado?– bufa molesto doblando la gasa sucia. —No es necesario que me cure, pero ya que está aquí y tiene las cosas– hablo con aire distraído. Tal vez se arrepiente. —Esto desinfectara la herida, dolerá– mira concentrado en la herida. —¡Ah!– exclamo —Avise antes– gruño. ¡Arde! —Lo hice– murmura. Termina de hacer lo que hace, algo de pomada luego coloca una gasa larga. Esta concentrado en lo que hace, me tomó el tiempo de analizar sus facciones, parece tener una piel muy suave. —Listo– me mira. Que drama por una simple herida. Me da una mirada frustrada. ¿Ahora que? —Tiene la camisa ensangrentada.– gruñe. Se comienza a quitar la americana, luego la camisa... —¿Te estas desnudando frente a mi?– Lo miro incrédula, aunque se me quiere escapar una sonrisita divertida. —Lo hago– farfulla. ¿Cómo puede tener él rostro tan serio todo el tiempo? Vamos a ver esos musculitos cubiertos por esa camisa sedosa. Comienza a desabrochársela sin dejar de observarme. El ultimo boton ¡YAY! Uff. ¡Genilal! Tiene una camisa debajo. Doy un suspiro de decepción mientras le doy una trago a mi té. —Parece decepcionada. Póngasela– me entrega su camisa. Lo hizo a propósito. Querido Chimpancé este juego lo podemos jugar los dos. —Tenga por favor– Le doy a tener mi té, dejo la camisa de un lado y comienzo a quitarme la camiseta lentamente. Lo miro de reojo. ¿Por qué me mira sorprendido? —Cierre los ojos si quiere– aconsejo "amable". Me quito la camisa, no se que espera ver porque no me quita la mirada de encima. Dejo la camisa de lado. —¿Usa boxers?– arquea una ceja Como me quedan grandes el elástico es visible. —Son de Chazz, aún no he desempacado y no encontré mi ropa– —¿Sports Bra?– señala la marca de Nike. —Son más cómodos– hago un mohín. Estos que llevo eran de Jess, luego empezó a usar BinderChest y me los quede. Me pongo la camisa de Maximilian impregnada de Paco Rabanne. —Gracias, Jefe– sonrío. Asiente devolviéndome mi té. Doy un vistazo a la ventana y no es el camino al aeropuerto es hacia mi calle. —Deje mi auto en el Aeropuerto– frunzo el cejó confundida. —Vendré mañana por ti, temprano tengo un desayuno con inversionistas Italianos– Estaciona frente a mi puerta, Jess está esperándome. Se levanta al ver la camioneta acercándose. Maximilian sale frunciendo el ceño como siempre. —Aisha Lauren Elies.– Uff! Esta cabreada solo dice mi nombre cuando esta cabreada en serio. Le da una mirada inquisidora a Maximilian. —Jess... Hablemos adentro– gruñe. Le doy una miradita aparentemente disimulada. Él le estrecha la mano. —Maximilian Kirgyakos– —Jessie Richards– Se estrechan, Jess da media vuelta para entrar a casa. —Creí que tenia una compañera de piso– frunce el ceño. —Lo es, hasta mañana Jefe– Me despido de él con un guiño. No ha sido tan malo después de todo. Entro a la casa a sabiendas de que me espera una buena regañada de Jess, no le conteste las llamadas ni mensajes pero es que el jefecito no me lo permitió.  Esta sentada en las escaleras, tiene el ceño fruncido y unas ganas de asesinarme.  —Jess... Escucha se que no te conteste pero...– —¿Quien es ese tipo?– arquea una ceja.  —Es mi jefe– —¿Tu jefe? ¿Ese tio?–  Asiento repetidas veces.  —¿Por qué traes su camisa puesta?– arquea. Jess esta en su modo regañon. Que gran día.  —Me he sangrado la otra, he tenido un día de mierda– Se levanta acercándose a mi con el rostro contrariado.  —¿Sangre? ¿Donde? ¿Te ha hecho algo?– —Porque no comemos algo y así te cuento mi puto día– —No digas malas palabras, se escucha feo de una chica– Le pongo los ojos en blanco.  —Vamos al supermercado por algo de la despensa no hay ni un litro de leche aquí– —Vamos en tu auto, me he dejado el mio en el aeropuerto– Arquea una ceja.  —Vamos y te cuento– Salimos hasta su coche un Audi RS7.  —Le he chocado el puto coche un Lambo Gold Jess– —¿Cuanto te ha pedido por el?– —Diez mil libras– Un asqueroso precio por nada. Insisto en que no le sucedió nada al coche. —Se los pides a James y ya– Como si no me lo hubiera planteado antes. —Mi hermano nos llevare a Italia lo sabes– Asiento bufando, en el supermercado hacemos una gran compra posiblemente arrasamos con todo.  —Trabajaras con él y no le pagas?– —Si eso creo– Respondo mientras ella le cancela a la cajera que la ve con un coqueteo. No la culpo. Jess no parece chica y se ve jodidamente sexy con ese cabello que se carga. James se hizo cargo de ella cuando sus padres fallecieron junto con los nuestros, regresaban de un viaje y el chofer perdió el control de la camioneta, teníamos 12 años hemos crecido juntas ahora tenemos 20, ella es mayor por dos meses. James y yo la queremos como nuestra familia.  Regresamos al coche sigo contándole todo lo de mi puto día que al final no termino tan mal como pensé. Tengo trabajo!!  —Tu jefe parece un poco amargadito y follador– —¡Follador quizá! Amargado claro que si. Toda la vida esta frunciendo el ceño– Jess prepara la cena unas hamburguesas caseras. Comemos tranquilas hablando de su día y el mio. Sobreviví a mi primer día de trabajo con el chimpancé, eso me alegra y espero seguir así.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD