Capítulo #3

1320 Words
Pasé el resto del día haciendo el pedido Amelia, no sabía con seguridad si iba ser su secretaria o la de su jefe, pero bueno, lo importante para mí, era tener trabajo. Era mucho trabajo para un día pero debía mostrar mi eficiencia, no dormí para terminarlo todo, pero sabía que valía la pena. Al día siguiente, ésta vez me hice una coleta alta, no un moño bajito, usé una ropa un más presentable, una camisa blanca de mangas largas y un pantalón n***o de tela, me puse un poco de labial y unos zapatos de tacón mediano. Volver a aquel edificio no fue difícil, me había aprendido el camino y varios nombres de calles. Acomodé mi coleta y entré al lugar, saludé a la recepcionista y me explicó como encontrarme con Amelia, estaba súper nerviosa, mis manos apretaban fuertemente mi cartera mientras esperaba que el ascensor diera en el segundo piso. Las puertas del ascensor se abrieron y mis ojos escanearon alrededor, había varias mesas ordenadas en dos filas, algunas personas pusieron su mirada en mí cuando salí del ascensor, otros estaban concentrados haciendo llamadas y tecleando sus computadoras, éste lugar era más enorme y hermoso por dentro. Mis ojos cayeron sobre una melena rubia y me apresuré en alcanzarla, estaba segura de que era Amelia. —Señorita Amelia —traté de exclamar lo más bajo posible. Giró deteniéndose, su hermoso cabello rubio bien cuidado cayó sobre sus hombros, y me sonrió. Era realmente hermosa, tenía estilo y vestía muy bien. Le devolví la sonrisa un poco nerviosa. —Oh hola —saludó. —Le envié lo que me pidió, pero también lo tengo en mi celular —expliqué algo nerviosa. —Oh, vale, ve a imprimirlo, luego se lo llevas al Ceo, trabajarás para él, no para mí, bienvenida —farfulló y se dio la vuelta. —A... —suspiré. No conocía el lugar, ¿Por qué andaba tan apurada? Bueno, en realidad todos parecían apurados. Miré alrededor confundida, despistada y con la mente vacía. Observé un chico que caminaba en los pasillos cerca de la fila izquierda de escritorios, estaba con la mirada perdida en los papeles que tenía en manos. Me acerqué a él y le toqué el hombro. —Disculpe, ¿podría decirme donde imprimir algo? —pregunté. —Segundo piso —dijo y siguió caminando, así nada más. No me decía mucho un simple: segundo piso. Ahora debía bajar al segundo piso y luego subir, ni modos, tenía que agradecer que tenía trabajo, al menos eso parecía. Sin ninguna otra opción bajé al segundo piso, no tuve que pedir más ayuda ya que vi los equipos de trabajo y fui a imprimir yo misma, pues, eso vi que hacían los demás, al parecer en esa empresa nadie se ayudaba. —Oye muévete —ordenó una chica detrás de mí. —. No seas floja, personas así no duran aquí. Saqué los papeles y los coloqué en un folio rápidamente y me alejé, estaba comprobado, aquí todos trabajaban muy duro y no ayudaban a los nuevos, no me sorprendía, sabía que debía desempeñarme por mí misma, y lo iba a hacer. Necesitaba hacer algo por mi vida, y por ahí empezaría. Encontrar la oficina del tal Ceo, no fue nada fácil, gracias al cielo una chica me lo dijo y no fue tan mala como las otras que me ignoraron. Ahora venía lo peor, conocer al Ceo, mi jefe ¿no? Temía por si era de esos arrogantes y muy mandones, sólo esperaba sobrevivir junto a él hasta nuevo aviso. Toqué la puerta dos veces hasta escuchar un adelante, entré y lo vi con la cabeza gacha en unos documentos, avancé hacia él perdida viendo alrededor y lo saludé. —La señorita Amelia me dijo que le entrega esto —le incliné los documentos y los tomó sin mirarme. Su cabellera se me hacía conocido, pero no podía asegurar nada sin antes ver su cara. —¿Quién hizo esto? —pregunto con voz seria —Yo —contesté nerviosa. Su voz se me hacía familiar, pero estaba muy nerviosa como para pensar en eso. —¿Lo revisaste? —Un poco, de hecho no me dio tiempo a todo porque lo hice ayer —expliqué jugando con mis dedos. —¿Ayer? —inquirió levantando la cabeza para verme a los ojos. E inmediatamente pude reconocer esos ojos azules y ese cabello bien arreglado. ¿Cómo olvidar un rostro tan guapo? ¿Y unos ojos azules? Imposible. —Tú... —me señaló frunciendo el ceño. —. Que lindo volver a verte. ¿En serio? ¿Lindo volver a verme? Pensé que me iba encontrar con un maldito amargado, arrogante y frío, pero éste tipo parecía cool, demasiado para ser un Ceo. —¿Sí? —Sí —contestó sonriendo. —. Te debo un café, ¿recuerdas? —me miró divertido. —No pasa nada —negué con la cabeza. Me sentía terriblemente nerviosa, él no estaba hablando como un profesional conmigo, estaba hablando como una persona casual. —Creo que no nos presentamos —sonrió. Dios, tenían una sonrisa muy hermosa, jamás pensé que el Ceo de ésta empresa fuer así, tan cool, ¿o era así con todas? —Dylan Brown —me extendió su mano. —Luna Jones —le estreché la mano y nos dimos un leve apretón, nos sonreímos levemente viéndonos a los ojos. —Luna —dijo meneando la cabeza. —. Es un placer Luna —dijo soltando mi mano. —. Siéntate —me ordenó y tomé asiento. Me senté y con la cabeza gacha, me concentré en mi cartera mientras él hacía una llamada. —¿Qué te pareció? —preguntó, y sentí su mirada sobre mí, pero no me atreví a mirarlo. —.Tú siempre siendo tan mala con las nuevas. Levanté la mirada sorprendida y me encontré con sus ojos por lo que aparté la mirada. —Ser mi asistente es un trabajo muy complicado —dijo captando mi atención por lo que busqué su mirada. —¿No era...? —Calificaste para ello —me dijo con una sonrisa. —¿Por qué? Yo creí que... —Será un placer trabajar contigo Luna —me sonrió y regresó su mirada a los papeles. —Para mi también señor —dije juntando mis labios en una línea. Una pequeña sonrisa se asomó por sus labios, no parecía ser arrogante, tampoco frío ni mandon, era buena señal, tendría un buen jefe, y lamentablemente no fue sólo eso. —¿Viniste preparada? Necesito que empieces hoy mismo —dijo mientas cambiaba de hoja. —No... no hay problema, sólo debo avisarle a mi padre —dije casi sin voz. —Bien, le pediré a Amelia que no sea tan dura contigo y que te muestre todo. —Gracias, ¿puedo ir al baño un momento? —pregunté. Necesitaba estar a solas, urgentemente lo necesitaba. —Tienes un minuto. Me paré de golpe y salí de la oficina, busqué como loca el baño para poder ganar tiempo, cuando conseguí estar en el baño, solté una bocanada de aire. —¡Sííí! Dios mío gracias —con los nervios de punta, la emoción corriendo por mis venas y mucha rapidez, saqué mi celular de mi cartera y le marqué a Emma. Giré mientras llevaba el celular a mi oído y me encontré con una persona detrás de mí, era una chica, y me miraba raro. Le sonreí ampliamente. —Lo siento —me disculpé. —¿Estás ahí? —escuché la voz de Emma del otro lado de la línea y atendí al celular mientras salía del baño. —Oh por Dios que bueno.¡felicidades! Ella estaba muy emocionada, pero no más que yo, estaba que no me lo creía. No sólo tenía trabajo, tenía la oportunidad de ver a ese tipazo todos los días.
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