Capítulo #8

1887 Words
CAPÍTULO #8 La vida te dará y te quitará lo que más amas. El dolor que siento en mi dedo no es nada comparado al que arde en mi pecho, continuo forcejeando con él pero es tan fuerte, cuando se adentra a la mansión me tira al suelo. Se agacha hasta mi altura y toma de mi mandíbula con fuerza. —La única regla que tengo es que te portes bien, pórtate bien y todo estará bien. Le escupo en la cara. —Púdrete maldito loco. Su dura mano se estampa contra mi mejilla, jadeo del dolor cayendo acostada en el piso frío. —¿Te gusta provocarme? —pregunta enderezándome. —. Pues continúa haciéndolo y sufrirás más de la cuenta. Me levanta completamente del suelo, y con sus dedos hundidos en mi piel me arrastra hasta las escaleras. —Eres muy ruda, pero sólo es cuestión de tiempo —me empuja para que camine por el pasillo. Abre una habitación y me lanza dentro. —. Tengo un cuarto oscuro por si deseas pasarte por allí intenta algo y deseo cumplido —ríe con una mirada del mismo diablo puedo asegurar. ¿En qué me metí? ¿A quién rayos mi padre me entregó? ¿Un satánico en piel de humano? Tira de la puerta un portazo frente a mí en el piso y sobresalto asustada. Me paro inmediatamente y me lanzo a golpear la puerta. —¡Sácame de aquí infeliz! ¡Abre la puerta! ¡No puedo estar encerrada! —grito y grito pero nada. Mi garganta se seca de tanto gritar, miro detrás de mí escaneando la habitación, no está nada mal, me acerco a la mesita de noche donde encima está la lámpara, busco en los cajones algo para vendar mi uña. No se ve tan mal, pero aún tiene sangre, ni siquiera la mitad de mi uña sobró. Camino hacia el baño y le echo agua a mi herida, miro alrededor buscando algún escape, hay una pequeña ventana, pero no sería fácil salir por allí, para eso debía dormir a los guardias. Me acerco a la ventanilla pero no puedo hacer mucho con mi uña rota, escucho un ruido dentro de la habitación por lo que salgo literalmente corriendo. Dos chicas están organizando mis cosas en la habitación. —Ustedes pueden ayudarme —farfullo mirándolas temblando. —. Por favor, estoy aquí en contra de mi voluntad. —No nos concierne, señorita, sólo hacemos nuestro trabajo —responde una agachando la cabeza. —Por favor —exclamo. —. Mírenme, no estoy bien —digo con la voz débil. —No nos meta en problemas, por favor —responde la misma chica. La morena me mira apenada, con la mirada se disculpa por no poder ayudarme, si hay piedad dentro de ella, tarde o temprano la convenceré. —¿Trajeron mi celular? —pregunto. —No sabemos, sólo cumplimos ordenes. —Dejen todo, yo arreglaré mis cosas —les pido. —No podemos, señorita —me dice la morena. —Nadie tiene porque saberlo, yo lo haré, váyanse —les ordeno y abandonan la habitación. Me siento como indio en el suelo y empiezo a quitar mis cosas de la primera maleta, mi hermana debió dejarme algo, lo sé, ni siquiera estuvo ahí para despedirnos, por lo que es seguro que de alguna manera haya hecho algo. Saco toda mi ropa y otras cosas de ambas maletas pero nada, frustrada empiezo a levantar ropas del suelo para volver a meterlos dentro, cuando de repente algo cae al suelo, abro los ojos impresionada y miro hacia el suelo asustada. Es un aparato. Un pequeño celular, no es de gran marca, lo que me conviene en estos momentos, lo tomo casi temblando, tengo miedo, miedo de lo que ése loco pueda hacerme pero no me pienso quedar aquí, si piensa que seré sumisa ante él, se equivocó. Podré ser su esposa, pero no su juguete. Tiro el pantalón que tenía en manos sobre las ropas apiladas en un lado de la habitación, dejo todo así y me siento sobre la cama para anotar el número de Lenin y enviarle un mensaje, es el único que puede ayudarme, no puedo esperar nada de mi familia. POV: MARIELLA. Suelto varios disparos hacia la misma botella, de la rabia que siento empiezo a disparar con más intensidad, recordar el rostro de mi hermana me llena de coraje, ése maldito narcisista llegó de la nada a apoderarse de todo, tengo tantas ganas de mandarlo por dónde vino, que vaya a su maldito país a destruir. ¡Maldita basura! Gente como él sólo la mafia los hace importantes, pues son una mierda de estorbo que no te gustaría tener en el camino, pero nos conviene tenerlo de nuestro lado, razón por la que no pudimos evitar que mi hermana se casara con él, estamos en mucha desventaja. —¡Hey! —unos brazos me rodean y quitan de mis manos la pistola. —. Cálmate —me pide. Su respiración me hace cosquillas en el cuello, su aroma inunda mis fosas nasales, ese tipo me trae loca, Dios, aún no sé como estuve dispuesta a casarme con ese maldito para salvar a mi hermana, cuando estoy loca por él. —No puedo, ni siquiera tuve el valor de estar ahí, despedirme —mi voz se quiebra. —Tu corazón no daba para ver como la alejan de ti, es todo —susurra en mi oído, con la voz tranquila. Volteo en sus brazos para ver sus ojos verdes. —Un maldito psicópata, sádico ha tomado a mi hermana y yo no puedo hacer nada, ¿de qué me sirve ser la hija de uno de los rusos más poderosos? No la puedo librar de ese bastardo. —No es tu culpa, si tu padre no pudo, menos tú, pero no todo está perdido, podemos idear un plan, sabes que yo por ti hago lo que sea —lleva una mano a mi cabeza sonriéndome. —Soy una Ivanov, y de alguna manera le haré pagar —digo entre dientes empuñando mis manos. —Así se habla preciosa. Me sonríe y le devuelvo la sonrisa. Me suelta para tomar su radio portatil y contestar, hago silencio porque sé que quién sea que esté detrás de la línea no me puede escuchar, estaría poniéndolo en peligro. —Está bien, voy para allá —dice terminando la conversación. —. Tu padre acaba de salir, me toca guardia en casa con los otros. —¿No se supone que estás para cuidarme? —pregunto cruzándome de brazos. —Por eso iremos a casa, para cuidarte desde ahí —menea la cabeza. —Mamá tampoco está, podemos cuidarnos mutuamente —le digo con picardía. —No podemos arriesgarnos —y ahí viene con eso. Sé que mi padre lo mata inmediatamente si le dice algo, pero ¿acaso por eso no lo pasaremos bien? —Claro —mascullo y empiezo a alejarme. —Marie —murmura siguiéndome. —. Sabes como están las cosas, no lo pongas así. Me detengo y volteo a verlo. —No te pido que le digas nada a mi papá, sé que estamos corriendo un riesgo, pero sólo te pido que te arriesgues cuando se trata de estar juntos. Sigo mi caminata pero con más prisa, me subo a la camioneta y espero a que él haga lo mismo. Estábamos en el bosque, necesitaba sacar mi ira. Sube al asiento copiloto suspirando, nadie dice nada, y yo no pienso romper el hielo, sé que teme por nuestra “relación” pero no es que vivamos como dos desconocidos. Bajo del auto y me adentro a la casa con él pisándome los talones, pero luego se dirija a la cocina, lo miro marcharse molesta, odio que esté con las de servicio, aunque saben perfectamente que no pueden liarse entre empleados, pero yo sé que a una de ellas les gusta, sólo que lo disimula muy bien, me llevo bien con las de servicio, pero con mi hombre no sobrepaso amistades. Subo a mi habitación y me lanzo a mi cama preocupada, no puedo dejar de pensar en mi hermana, siento un apretón en mi pecho de sólo pensarla. Mi padre me advirtió de no meterme, pero esto no se puede quedar así. Escucho dos leves golpes en la puerta y me levanto a abrir, abro la puerta y me encuentro con mi chico ahí, de su equipo de trabajo sólo lleva su radio portátil, que rápido es. Lo miro de pies a cabeza y noto que solo lleva su camisa blanca, no ese traje n***o que asfixia. Se impulsa hacia mí tomándome por sorpresa, rodea mi cintura con autoridad y besa mis labios con necesidad, con su otra mano libre le pone seguro a la puerta cerrándola. Rodeo su cuello con mis brazos devolviéndole el beso, con desesperación nos tocamos y nos comemos a besos, sus manos viajan debajo de mi vestido azul y al instante me lo quita por la cabeza. Deslizo mis manos de su cuello y empiezo a desabotonar su camisa, poco a poco empiezo a percibir el tatuaje que tiene en su lado derecho del pecho, un escorpión. Deslizo la camisa por sus brazos mientras beso su cuello, donde tiene otro tatuaje que oculta con el cuello de su camisa a la perfección. Me alza y rodeo mis piernas alrededor de su cintura, avanza hacia la cama conmigo y me deja acostada suavemente. Sus labios trazan mi piel haciéndome estremecer, su tacto contra mi piel es una sensación que disfruto sentir, esas ganas que nacen en mí con tan sólo su roce crean una química imparable. Es una agonía verlo y mantener la cordura, ni hablar de si mi padre está presente, somos dos completos desconocidos frente a las personas, pero amantes en lo secreto. Sus labios descienden a mi vientre luego de retirar mi sostén, mi vientre bajo se contrae al sentir sus labios mojados en mi ombligo, mientras jadeos involuntarios salen de mis labios. Retira mis bragas lentamente y vuelve a estar a la altura de mi cabeza, me mira a los ojos, totalmente expuesta debajo de él, su mirada me desnuda, tan sólo me ve a los ojos y su mirada me desnuda entera, no de esa manera, su mirada me desnuda el alma porque sabe lo que hay en mis ojos, lo que hay en mi mirada, capta lo que le transmito sin palabras. Sonriendo me besa los labios suavemente, de esos besos lentos que no quieres que acaben, de esos besos que te hacen sentir mariposas en el estómago. Apoyo una mano al lado de mi cabeza e irrumpe dentro de mí lentamente, gimo dentro de su boca apretando detrás de su cabeza. Rodeo su cuello con ambos brazos y giro quedando encima de él, sus brazos quedan alrededor de su cintura, yo a horcajadas sobre él. Deslizo mi palma sobre su pecho acariciando su tatuaje. —Dijiste que no podía estar arriba por ser mi primera vez —muevo mis dedos detrás de su cabeza suavemente. —. Pero ya pasó —beso sus labios sosteniéndolo fuerte detrás de la cabeza. —Peligrosa —murmura contra mis labios. —. Y mía —agrega apretándome contra él.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD