Le pedí ser mi dama de honor a la hermana de Jackson porque temo las reacciones de personas importantes al ver que solo tengo una dama de honor, no suelo tener en cuenta las opiniones de esos idiotas estirados pero por mi abuelo y por la reputación que tiene o debe tener Jackson, lo mejor es tener al menos dos damas de honor e intentar ser amiga de mi futura cuñada.
No voy a contarle a Jackson la verdad sobre el padre biológico de Andrómeda, no sé lo que pueda pasar si se entera, él podría decirselo e intentar arrebatarmela y eso es algo que no podría soportar.
Me levanto de la cama con cuidado de no despertar a mi hija, ella tiene sueño pesada y todavía es muy temprano que se levante y tome desayuno, además debo preguntas si tienes alimentos sin lactosa ya que mi pequeño angelito es intolerante a la proteína.
Bajo las escaleras hasta la cocina, ayer pude memorizar de forma adecuada donde estaba cada cosa de la planta baja porque de arriba no tengo ni la menor idea más que de donde está la habitación de invitados, espero que esté lejos de la de Jackson.
Entro en la cocina sin molestarme en llamar porque no pensaba que las cocineras fueran a estar despiertas tan temprano, las dos mujeres me miran con algo parecido a la molestia.
- Lo siento.- me disculpo.
- ¿El jefe te ha dejado bajar aquí?- me pregunta la mayor de ellas con aire de superioridad.
- ¿Por qué el jefe debería darme autorización?- pregunto con el mismo tono que ella, además de la espalda recta y el mento hacía arriba, no soy una persona especialmente pequeña, si muy delgada pero no pequeña y por eso le saco casi dos cabezas a la mujer regordeta.
- Porque es su casa y tu solo eres la conquista de una noche.
Río amarga por la forma despectiva a la que se refiere a mi, ser la conquista de la noche no te quita valía porque seguramente el hombre también sea tu conquista, a igualdad de condiciones no hay de que avergonzarse solía decir mi abuela Virginia, pero deseo con todas mis ganas ver la cara de ambas mujeres cuando se enteren de quien soy.
- Bueno, ¿Dónde están los vasos?- ellas me miran perplejas.- ¿Vasos?- repito.
- ¡Qué descarada!
- Solo quiero agua.- digo ya esasperada y con la garganta completamente seca.- ¿Sabe usted lo que es estar toda la noche gritando y no haber bebido ni una gota de agua?- puedo ver sus rostros sonrojarse mientras que yo sonrío con malicia.- ¿Puede darme agua?- digo esta vez sin descaro, con cordialidad.
- Si.- dice con la voz casi en un susurro y yo vuelvo a sonreir.
Puede que no sepa pelear y no golpee a nadie físicamente pero soy buena con las palabras, en cuatro idiomas diferentes, eso me suma puntos y creatividad a la hora de insultar, ya que mezclo los idiomas, a mi jefa suele darle risa porque cuando me cabreo suelto malas palabras en todos los idiomas menos en el mío.
- Espero que con esto su garganta deje de estar seca.- me dice la mujer más joven.
- Mi garganta no está seca.- juego con ellas.- no cuando por mi garganta bajo leche.- ella abre los ojos de forma desmesurada.- Estoy de broma, no me he acostado con su jefe.- ellas me miran incrédiluas.
Iba a seguir hablando cuando la puerta de la cocina se abre y veo al mayordomo que ayer se presentó como Kevin, fue simpático y hablo maravillas de Andrómeda, incluso se comprometió a enseñarme un parque para niños que hay en esta urbanización donde mi hija puede jugar con otros niños, me gustó que pensara en Andrómeda aunque el miedo a que la rechacen de nuevo por mi culpa me atacó.
- Era divertido oir tras la puerta lo que tu dulce boca puede decir.- recalca la palabra dulce para dejar en claro que es ironia.- Pero tu y yo sabemos que no te has acostado con Jackson.- él mira a las mujeres con una sonrisa divertida.
- Ya lo sé, fueron ellas quienes lo insinuaron.- me encojo de hombros y bebo el agua.
- Ella es la señorita – lo miro mal y rectifica.- No le gusta que le digan señorita, ella es Eleanor O' Connor, la prometida del señor Jackson.- ellas abren la boca de forma exagerada.
- No me llamen señorita, Ela, Ana, Eleanor mejor.- les digo, enserio odio que me digan señorita.
- ¿Eso significa que la señorita Margot va a dejar de ir detrás del señor Jackson como un perro?- me marea tanto señor y señora y ni si quiera conozco a esa tal Margot.
- Puede que mi matrimonio sea arreglado pero no pienso dejar que ningun idiota me ponga los cuernos así que si.- les dejo claro.
- Por fin, nos trataba fatal.- dice la más joven.- Me acusó de acostarme con el señor, sabiendo que soy lesbiana, lleva cuidado Eleanor.- me advierte.
- No voy a luchar con una chica por la atención y el amor de un hombre, la apartaré dejandola sin dignidad y argumentos.- les sonrío.- ¿Tienen alimentos sin lactosa?
Ellas me miran confusas para luego mirarse entre si, luego a Kevin y por último de nuevo a mi para negar a la vez.
- Andrómeda no puede tomar nada con lactosa.- ellas me miran más confusas y recuerdo que hasta hace poco ni si quiera sabían quien era yo, menos van a saber quien es mi hija.- Soy madre soltera, Andrómeda es mi hija de dos años.- les sonrío y ellas se relajan.- Kevin, ¿Dónde hay un supermercado?
- El más cercano está a dos calles.
- Perfecto, iré a comprar algo de comida que Andrómeda pueda tomar, pero antes voy a hacerle unas tostadas con un zumo de lo que haya.
- Tenemos zumo de tetabirks.- las miro horrorizadas, eso no aporta ningún valor enegético, solo azúcar procesada, no es sano para mi hija.
- ¿Tienen fruta fresca?- ellas parecen pensarlo para luego asentir.- Pues le haré un zumo de lo que tengan.
- Nosotras lo haremos.- las miro molesta.- Nos pagan para eso Eleanor.- dice la mayor.
- Iré a despertar a mi hija mientras preparan nuestros desayunos, gracias.
Abandono la cocina para subir los escalones nuevamente a mi cuarto para toda la vida, supongo.
A mitad de las escaleras me cruzo con Jackson, él me saluda pero yo paso de él como si no lo hubiera visto, mientras menos me relacione con él mejor, quizás se cansa de que lo ignore de todas las formas posibles que conozco y acabe diciendole a su padre que no soporta la idea de enlazar su vida con la mía, eso sería bueno para mi y mis padres no podrían llevar a mi abuelo a un asilo porque él habrá roto el compromiso.
Entro al cuarto y me acerco hasta la cama donde Andrómeda con el pelo en la cara, sigue durmiendo, mi niña es hermosa.
- Princesa.- la llamo y le doy un beso en la frente, ella se remueve pero no abre sus bonitos ojos.- Princesa, es hora de levantarse.- ella gruñe molesta pero abre sus ojos.- Esa es mi campeona.
- Cinco más.- me dice levantado las cinco dedos de su mano derecha y yo le sonrío con dulzura.
- No, tenemos que desayunar e ir al supermercado a comprar, si te portas bien mamá te compra una piruleta de corazón.- ella me mira con una sonrisa y se sienta en la cama.
- ¿Qué esperamos?- dice con su dulce voz.
Alzo en brazos a Andrómeda para apretarla contra mi y darle un beso en su cabeza, ella ríe y me abraza con la misma intensidad.
Abro las maletas que anoche preparé y le pongo a mi hija unas medias rosas con una falda marrón, una camisa gris y unos zapatos marrones, y luego le hago una coleta en su cabellera negra como la mía.
- Ahora tu.- me dice para que me cambie.
- Espera sentada.- ella obediente se sienta en el suelo aunque yo me referia que se sentara en la cama.
Al final yo me pongo una camisa rosa palo ceñida y unos pantalones vaqueros normales con una deportivas sencillas y me ato el pelo en una cola alta de caballo igual que la de mi hija.
- La mano.
Andrómeda agarra mi mano y juntas bajamos hasta la sala donde las cocineras de antes ya están sirviendo el desayuno, en la mesa también se encuentra Jackson pero yo evito su mirada a toda costa, en el bar había deseado que me mirara en estos momentos quería ser invisible y que por la cantidad de alcohol que habiamos adquirido deseaba que él no me recordara, algo que ya sé es imposible.
- ¡Qué preciosura!- exclama la cocinera menor y castaña.- Una pena que no tenga tus ojos azules, pero es hermosa, un encanto, seguro va a tener un gran futuro y será una niña muy inteligente.
Andrómeda no entiende todo lo que ella dice pero corresponde a sus palabras e intensa sonrisa con una sonrisa tímida para luego esconderse detrás de mi pierna, no es el mejor escondite pero amo que yo sea su lugar seguro, me hace sentir útil.
- Andrómeda, saluda a...- dejo la frase para que ella la termine.
- Rachel.- me mira con una sonrisa.
- Hola, Ra...Rachel.- dice con dificultad.
- Es preciosa.- me dice a mi.- El desayuno ya está preparado.
Ella se va y yo tomo en brazos a Andrómeda para dejarla en la silla y que tome ella sola el desayuno aunque tendré que ayudarla o se tirará el zumo encima, no recordaba que ella todavía no sabe beber bien del vaso y menos de uno tan lleno, se me ha olvidado.
El desayuno en tranquilo, ni Jackson dice nada ni yo tampoco pero puedo sentir su intensa mirada clavandose en mi espalda y me molesta, quiero que me odie, quiero que odie la idea de casarnos por conveniencia de la misma forma en que yo lo odio, pero a él esta loca idea parece incluso agradarle.
- Andrómeda.- me tenso al escuchar el nombre de mi hija en sus labios.- ¿Cuántos años tienes?
Mi hija que parecia no haber notado a Jackson lo mira con los ojos muy abiertos y comienza a sonrojarse de inmediato lo que me relaja y le doy una sonrisa para tranquilizarla y saber que puede hablar sin sentirse cohibida.
Andrómeda levanta dos dedos y no dice nada más, lo que de verdad me alegra.
- ¿Quieres mucho a tu mamá?- Andrómeda asiente con una gran sonrisa que calienta mi corazón.
- Mamá superheroína.- dice con la boca llena y luego me mira, sabe que no puede hacer eso.- Sinto.- dice otra vez con la boca llena y al ver su su cara llena de preocupación no puedo evitar reir.
- Princesa, primero mastica y luego habla.- le doy un beso en la mejilla.- Voy a ayudarte con el zumo.
Tomo el vaso y lo acerco a ella que bebe despacio, lo separo para que respire y luego vuelve a beber, así hasta acabarselo.
- Eh, Jackson.- él me mira.- Voy a necesitar una copia de las llaves de la casa.
- Claro, tengo una.- él se levanta y desaparece por el pasillo.
- Es guapo, ¿Tu novio?- pregunta mi hija con aire soñador pero yo niego.
- Es complicado.- sé que ella no lo entiende pero algún día lo hará, solo espero me recuerde con amor y no con resentimiento.
- Aquí tienes.- me sobresalto al escuchar su voz, agarro las llaves con rapidez y me separo de él.- Estaré en mi despacho por si necesitas algo.- respiro nuevamente con normalidad cuando lo veo desaparecer.
No tengo ni la remota idea de como voy a ocultar esto, mientras él no sospeche que Andrómeda este año cumple tres años, él no se pondrá a hacer cálculos pero cuando lo sepa, estoy condenada.
**
Echo al carro de la compra unas cuantas piruletas como le había prometido a Andrómeda para que levantara, no es que mi hija tome mucho dulce pero de vez en cuando no le va a hacer daño, además no voy a ser como mi madre y la voy a privar de ser una niña normal, todas sus compañeras y todos sus compañeros alguna vez han llevado monas el día de sus cumpleaños y han compartido con ella, a pesar de ignorarla para todo lo demás lo que rompe mi corazón.
- Mamá.- miro a mi hija.- ¿Por que no tengo papá?- mi corazón se estruja.
- Ya hablaremos después.- trago duro y le doy un caramelo para que se entretenga y no vuelva a preguntar por su padre.
Mi teléfono no deja de sonar en todo el trayecto en coche desde el supermercado hasta la casa de Jackson, hasta mi casa porque no creo que él quiera mudarse, recuerdo vagamente que esa noche dijo que le regalaría el apartamento a su infiel novia y se compraría lo que él siempre había deseado, una gran casa donde formar una familia, se me encoje el corazón porque se lo he arrebatado, le he arrebatado ese sueño de forma egoísta y no puedo ni quiero hacer nada por solucionarlo. Aparco en el mismo lugar que ayer por la noche y con ayuda del mismo hombre saco la compra, con una mano agarro la de Andrómeda y con la otra la bolsa de comida que me he negado a darle al de seguridad, su trabajo no es cargar con todas las bolsas y yo no soy tan inútil como para que lo hagan todo por mi, sé que en su mayoría lo hacen por mi aspecto frágil, porque lo admito soy muy delgada y algunos a veces tienen la sensación de que si me aprietan muy fuerte pueden romperme a pedazos.
- Veo que han comprado muchas cosas.- dice con una sonrisa la mayor de las cocineras, cuyo nombre no sé.- Rachel había dicho que era una monada pero no imaginaba que tanto, supongo que el padre y tu la hicisteis con amor.- sé que no lo ha dicho con malicia pero no puedo evitar tensarme y odiarla.
- Soy madre soltera desde que quede embarazada.- repito como un robot, jamás he cambiado las palabras. Ella se da cuenta de su error y no sigue hablando.- ¿Cómo te llamas?
- Alana.- me sonríe.- Yo me encargo de poner las cosas, puede ir a hacer lo que quieras o contentar tu teléfono que ya ha sonado tres veces.
Me aparto un poco de Andrómeda y descuelgo al ver el nombre de mi hermano menor en la pantalla del móvil, su voz seguro logra disipar mis dudas sobre si Jackson lograra o no averiguar la verdad sobre mi hija.
- Hola Bran...- no puedo continuar.
- El abuelo está siendo trasladado de urgencia al hospital.
El suelo tiembla y en mis oídos retumba la frase que mi hermano acaba de decir, no puede ser verdad, solo ha pasado un puto día y él está yendo al hospital en una puta ambulancia.
- ¿Qué ha pasado?- oigo mi propia voz temblorosa.
- Se ha caído bajando las escaleras.- siento las lágrimas saladas en mi boca, no es justo, él no puede morir ahora que lo necesito tanto.
- Voy para allá.- con dolor y miedo por mi abuelo y por Andrómeda hago la pregunta.- ¿Dónde está el despacho de Jackson?- me mira preocupada.
- Arriba la tercera puerta a la derecha.- al lado de mi habitación.
Tomo en brazos a Andrómeda y subo corriendo las escaleras, debería llamar, él podría estar en medio de algo importante pero ahora mismo eso me importa poco, él me mira con los ojos abiertos cuando entro con la cara llena de lágrimas.
- Necesito que cuides a Andrómeda, mi abuelo está siendo trasladado de urgencia al hospital.- las palabras saben a ácido en mi boca.
- Necesitas...- lo corto.
- Esto es algo que debo hacer sola, quedate con mi hija.- lo siguiente se me atasca pero logro decirle.- Tu hijastra.- termino por decir.
- Yo me quedo con ella, no te preocupes por nada.- me preocupa que adivines la verdad de la paternidad de Andrómeda, pienso pero no lo digo.
Salgo corriendo mientras escucho a mi niña gritar y llorar para que vuelva y aunque me duele, ahora mismo solo pienso en ahogar a mis padres con mis propias manos por dejar que mi viejo abuelo se cayera por las escaleras.
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Hoy doble capitulo, lo tenía escirto y he dicho ¿por qué no? Y aquí lo tenéis.
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Espero que disfruten, un beso.