Capítulo 2

2929 Words
La postura de su cuerpo tan perfectamente recto, las manos en el lugar donde una dama de su clase debía mantenerlas, mirada firme y con un destello aventurero, la sonrisa juguetona la delataba, definitivamente no era Rachel quien estaba en ese cuerpo, sino Ana el lado vampírico de la híbrida. —    ¿Anni? — Su padre negó. — No, ¿qué? Al parecer los primeros en percatarse del error habían sido los más antiguos, el rey y su buena amiga, Lilith. Ellos fueron quienes armaron los rompecabezas y detectaron el error que habían cometido antes de hacérselo saber al resto, obviamente como un “posible resultado”; es por eso que todos los demás presentes tenían el mismo semblante de confusión y preocupación que Valeria. —     No soy Rachel. — Aclaró, e instantáneamente, los paró con la mano porque parecía que querían atacarla. — Antes que digan algo, quiero aclarar que esta no es obra mía. —     Entonces, ¿explícanos qué haces en el cuerpo de mi novia? — Sí, Withemore no se iba con rodeos, lo cual se entendía; tengamos en cuenta, el pobre hombre acababa de despertar de un coma, tuvo que sopesar toda la información de la boda de su chica y ahora ¿esto? — ¿Qué le hiciste? — La acusó irracionalmente. —     ¡Que yo no hice nada! — Se defendió, Ana. —     Ella está en lo cierto, Withemore, deja de alterarte que así no llegaremos a nada. — Él se sintió ofendido y por primera vez, mostró su sentir con un gesto de molestia. — Solo harás las cosas más complicadas de las ya están. —     ¿Más? — Río con ironía. — Ella no está aquí, me estás pidiendo que me calme cuando ella no está aquí y quien tomó su cuerpo coincidentemente… —     Nosotros dormimos a Ana, no ha Rachel. — Erick y los otros se quedaron más confundidos que antes. — La culpa fue nuestra. —     ¿Quieres explicar eso? — Pidió tratando de concentrarse en la calma, pero nada le funcionaba. — Dinos, ¿qué ha sucedido exactamente? —     No echaré la culpa a nadie, esto fue un plan estratégico grupal, es responsabilidad de todos. — Eso ciertamente no le interesaba mucho a Erick. — Debíamos dormir a Rachel antes de que ella cambiara de lugar con Ana, pero tú entraste antes que nosotros y nos quitaste esa oportunidad, cuando salió hacia el altar, Jake creyó que aún había tiempo, así que improvisó y este es el resultado. — Explicó breve. —     ¿Acaso no sabías que eso podía suceder? — Sí, era más culpa de Withemore que del resto por interrumpir el plan que él no sabía existía en ese momento; sin embargo, Erick solo quería desquitarse con alguien en ese momento, simplemente no estaba siendo racional. — ¿Cómo pudiste permitir que hicieran algo así? — Él ni seguro estaba del porque dormir a Ana en lugar de Rachel era un problema grave. —     No estaba ahí, nadie estaba con Jake. — Jake asintió con pensar, avergonzado. — Tuvo que tomar una decisión rápida, no es tu culpa Jake. —     Y tuvo que tomar la equivocada. — Masculló malhumorado, Erick. Esa actitud le fastidió mucho a Jake, el muchacho había estado ayudando desde el principio; primero aventurándose a las tierras europeas a una misión complicada, luego pasar noches en vela tratando de descifrar como despertarlo del coma; para que el vampiro despertase y no hiciera más que quererse de algo que ya no se podía reparar, el error ya estaba hecho. Se debe tener en cuenta que Jake no tenía la misma experiencia y mucho menos los mismos años que Lilith se cargaba encima; el jovencito ni siquiera llegaba a su tercera década, por mucho, era el menor de todos los presentes, sin embargo, tenía una habilidad nata indudable. Era gracias a ese don y actitud que poseía, Lilith lo había elegido para que fuese su aprendiz. —     No me costará equivocarme de nuevo y está vez no sentiré pesar puedes estar seguro. — Erick sintió el tonito de amenaza. — Así que para con tus quejas de una vez que solo nos hacen perder el tiempo. —     ¿Te atreves a amenazarme? — Erick estaba incontrolable, irreconocible. — Inténtalo, — lo retó— quiero ver que lo intentes. —     No me voy a doblegar solo porque seas un vampiro. — Erick rio con ganas. —     ¿Un vampiro? — Valeria estaba nerviosa, no se solía ver al calmado Erick con esa actitud. — No soy cualquier vampiro… —     Sí, sí, sí. — Lo cortó. — Eres el “general” Withemore, muy reconocido por todo reino mágico; pero, recuerda que fui yo quien ayudó a que salieras de tu pequeño hechizo. — Erick no supo que responder. — Para mí sigues siendo un vampiro como cualquier otro. —     ¿Quieres que lo comprobemos? — Valeria se asustó un poco por el cambio repentino. Es que no era que Erick le tuviera cólera al muchacho, sí se recuerda episodios atrás ellos trabajaron muy bien juntos; entonces, ¿qué sucedía? Lo que ya se había explicado, Erick estaba asustado, temía no volver a ver a su amada; para él, quien había pasado un buen tiempo separado de ella, la probabilidad mínima de que no la volviera a ver se hacía más real que para él resto, consecuencias de la experiencia previa. —     Nadie va a comprobar nada. — Sentenció el rey. — Dumont, no tomes en cuenta las palabras de mi hombre; Withemore, o guardas postura o quien te mandara a descansar seré yo y créeme no quiero verme forzado a hacerlo. — Ambos asintieron disculpándose con el rey. — Presten atención a lo que Lilith tiene que decir. — La nombrada alzó la vista como quien busca con la mirada la respuesta a la mención. — Lilith, procede por favor. —     Lo que estoy planeando…— Valeria alzó la mano. — ¿Qué sucede, querida? —     Antes de eso, podrías explicarnos ¿el problema real? — Lilith la miró tratando de entender su pedido. — Es que aún no logro entender qué diferencia hay en que el hechizo se hubiera realizado en Ana y no en mi hermana, digo al final ellas habían planeado ya ocupar el puesto de la otra… ¿Soy la única que no entiende? — Becher negó, es que él y Withemore tampoco entendían bien el asunto. —     Ana, haznos el favor. — La invitó. —     Rachel y yo planeábamos intercambiar de lugares porque ya veníamos experimentando previamente con ello; Rachel tiene el poder de hacerlo puesto que yo nací de ella, no al revés. — Valeria prestó mucha atención, aun así, sintió que algo faltaba. — Al encerrarla en su propio cuerpo, la están obligando algo similar de lo ocurrido hace tiempo, mi primer intercambio forzado, no sé si lo recuerdan…— Todos asintieron. — Pero, según tengo entendido, esta vez es peor que antes. —     ¿Cómo vendría a ser peor? — Lilith se aclaró la garganta. —     Esta vez Rachel estuvo consciente de todo el proceso, fue su voluntad intercambiar lugares. — Valeria comenzaba a entender, no pasaba lo mismo con sus amigos. — A lo que quiero llegar es, ella no sabe que está dormida por eso es que es mucho peor que aquel incidente. —     Porque en aquel entonces ella quería regresar, pero ahora no. — Soltó Valeria en tono de pregunta, Lilith asintió, los dos vampiros restantes seguían sin comprender completamente el cuadro. — ¿Cómo es eso posible? —     Sí el hechizo se hubiera realizado en Rachel, ¿cuál hubiera sido el resultado? — Preguntó, Becher. —     De haber sido de esa manera, ella hubiera sido consciente de nuestra magia y se hubiera preparado para despertar. — Parecía muy sencillo. —     Entonces, ¿ella no sabe que está bajo un hechizo? — Valeria suspiró. —     Eso está diciendo desde hace rato, Becher. — No lo quería mostrar, pero también estaba alterada, todos lo estaban, todos temían porque Rachel no regresase al mundo real. — Ponte pilas. Entonces, cuando la situación ya estaba tratando de mejorar, tocaron la puerta. Era Carmen: —     Disculpe la interrupción. — El rey aceptó la pequeña reverencia de Carmen. — Princesa Valeria sus invitados comienzan a preguntar por usted… ¿Qué debería decirles? — Fue cuando Valeria se dio cuenta que había dejado la boda en segundo plano, casi ni lo recordaba. —     ¡Maldición! — Valeria miró a su padre pidiendo ayuda. — Se supone que toda la familia debe bajar para despedirlos, padre… ¿Qué haremos? Jake recibió una llamada mientras los Benson debatían que hacer; es que se supone el rey debía presentar a la princesa que nadie conocía, mínimamente a su nueva familia política como un acto de buena fe, pero ¿cómo lo haría si en su lugar estaba Ana? Jake colgó la llamada e hizo una pequeña reverencia con la cabeza. —     Rey Klauss, Señora Lilith — Lilith hizo cara de disgusto, no le gustaba que le pusieran ese adjetivo. — debo irme en este momento; por favor, háganme saber si requieren de mi ayuda. — —     Puedes ir, Dumont, gracias por tu ayuda. — Le dio permiso, el rey. —     Chicos. — Se despidió con gesto del resto. Ahora solo estaban exclusivamente los del clan (más la amiga del rey). Klauss estaba algo preocupado, desde ya nunca quiso presentar a la princesa que nadie conocía, que según los primeros planes sería Valeria, pero ahora además de eso debía aclarar todo este embrollo a manera que la manada del novio no se sintiera burlada. —     Padre, creo que no hay razón para hablar demás, dejemos que sigan pensando soy Annabelle. — Klauss desaprobó esa idea. — Nadie se dará cuenta. —     Son lobos, Valeria, en cualquier momento lo notaran; además, debo llevar a toda mi familia para la presentación. — La rubia no dijo mucho. — No quiero comenzar con mentiras con nuestra nueva familia política, los Dunne han mostrado ser gente de principios, debemos comportarnos a la altura. —     ¿Entonces? — Todos estaban interesados por esa respuesta, lo que pensaba el rey al respecto. — Padre, ¿qué haremos para que mi hermana pase desapercibida? —     Para presentarla, siquiera. — Le corrigió, Becher. —     Ellos la verán, se hará la presentación formal como es tradición. — Todos miraban al rey con duda. — Ana irá en su lugar. — Aclaró. Y ahí comenzó todo el griterío, el despacho del rey que solía descartase por su serenidad se convirtió en un mercado, solo se podía escuchar murmullos tras murmullos, y eso que solo eran tres cabezas las que estaban revoloteando todo el lugar. Klauss los miró con un padre mira a su niño perdido, Lilith, muy por el contrario, comenzaba a fastidiarse. —     A ver, se me van calmando todos. — Trató de poner orden, Lilith, justo antes de que volvieran a tocar la puerta. Era Carmen otra vez. — ¿Ahora qué, Carmen? — La bruja no tenía tanta paciencia como su amigo. — ¿Ahora qué? —     Princesa Valeria, su esposo la está buscando por todos lados; — Valeria tenía el rostro compungido, no se acostumbraba al adjetivo— ha concedido esperar a que venga a buscarla. —     ¿Y si no voy contigo, qué? — Sí, la culpa no era de Carmen, Valeria lo sabía; pero, es que haces unas horas atrás ella no tenía que preocuparse por la vida de casada, era soltera y no le debía explicaciones a nadie. Las cosas habían cambiado ahora, y cambiarían mucho más. — Lo siento, Carmen, solo necesito… — Miro a su padre, Carmen todavía no estaba enterada de la situación, sabía lo mismo que se supo hasta poco antes que el plan se ejecutara; no porque se lo estuvieran ocultando adrede, sino porque ella era la imagen del clan en este evento, no habían tenido el tiempo de ponerla al tanto. — Quiero quedarme un poco más con mi hermana. — La vampiresa no entendió. — Es que… —     Hija, ve con tu marido. — Valeria negó automáticamente. —     No, quiero ayudar. — Se opuso. — ¿Para qué me quiere de todas maneras? — Carmen seguía mirándola confusa, la conocía de casi toda la vida por lo que sabía Valeria había soñado con este día desde hace mucho, las decoraciones, los invitados, la fiesta… Pero, ¿ahora ella simplemente quería estar encerrada con su hermana? Miro a Rachel, se veía distinta incluso a los ojos de la vampiresa. — Agh. Dile que voy en un rato junto a mi padre. —     Irás ahora. — Le impuso Lilith, Valeria estaba apuntó de contradecirla. — Esta es tu forma de ayudar, necesitas distraer a tu marido antes que se le ocurra venir a buscarte, y de paso a los invitados. — Su padre estuvo de acuerdo. —     Iré en unos minutos Val, cúbreme unos minutos. — Le pidió. —     Pero, aun no hemos decidido…— Murmuró. Miró a Ana, al resto, nuevamente a Ana, no confiaba en ella, pero ¿qué otra opción tenía? — Esta bien, padre, cuenta conmigo. — Miró a Carmen. — Llévame con él, por favor. Valeria tenía tanta cólera acumulada y dispuesta a ser descargada con el muchacho que ahora era catalogado como su esposo; en su defensa, ella sabía que el hombre nada de culpa tenía, pero le fastidiaba en gran manera que exigiera derechos cuando su boda fue técnicamente estratégica. Ninguno de los dos se había casado por amor, era lógico que le parecía absurdo que él pidiese verla; pero, al mismo tiempo, estaba el hecho de que Valeria no había aparecido ni un solo momento después de la ceremonia, no había saludado a nadie, ni siquiera a sus suegros y estaba en la obligación de aparecer. Entonces, lo vio sentado en la fuente del jardín cabizbajo y, por fin el corazón de Valeria se apaciguó, olvidándose por un segundo los problemas familiares, recordó que él había perdido a su novia y encontrado a su mate en un mismo día; probablemente no era la mismo que ella estaba pasando, pero entendió ese gesto perdido como si no supiera como continuar. —     Está bien aquí, Carmen, — avisó a unos metros de llegar— desde aquí voy sola; por favor, avisa a los invitados que en un momento más estaremos con ellos. — Ella asintió luego de una pequeña reverencia. Basto que ella respirara en un radio de tres metros cerca de él, para que Adrián levantara la cabeza, desde que pudo diferenciar su aroma del resto el alfa y esposo de Valeria no podía evitar hacer lo que había hecho ya, levantar el rostro y buscarla con la mirada hasta que la hubiese encontrado como si realmente fuera suya. Y en términos técnicos, así era. —     Esto…— Se puso de pie algo incómodo, inseguro. — No debí amenazar a tu…— Valeria expresó su desconcierto, Carmen no le había dado ese detalle. — Y supongo que eso no lo sabías. —     No, no lo sabía. — Masculló sintiendo que la empatía se le iba yendo de a poco. — ¿Por qué? — Expresó luego de mucho. —     Todos están preguntando por ti allá afuera, se supone que debíamos hacer el baile tradicional hace más de…— Esa era una excusa. —     ¿Por qué? — Él entendió esa pregunta. —     Solo… Es todo tan confuso ahora mismo, ¿sabes? — Valeria pestañeó. — No pensé encontrarte aquí en una boda maniobrada, no quería encontrarte así… —     No querías encontrarme. — Él asintió. —     No sé cómo digerir todos estos cambios. — Confesó. —     Podemos pedir la anulación. — Ella estaba más relajada que él, no sentía nada de lo que Adrián sentía, para Valeria él era un desconocido como cualquier otro. — Solo dejemos pasar unas semanas y luego puedes acusarme de no poder concebir o nos inventamos algo... —     No quiero hacer eso. — Adrián no pudo creer sus propias palabras. — Quiero decir… Esto es mucho para procesar en un solo día. —     Solo has lo que planeaste desde el principio, anular el matrimonio, regresar con tu novia y todos felices. — Él sintió esas palabras. — ¿Qué es lo que quieres procesar? No tengo intenciones de atacarte, pero seamos realistas, tú no querías encontrar a tu mate y yo… —     No quieres un matrimonio arreglado. — Ella asintió. —     No es con lo que una princesa sueña. — Aceptó. — Pero, fui yo quien tomó la decisión de intercambiar con mi hermana, así que aceptaré lo que decidas. —     ¿Incluso si quiero continuar con este matrimonio? — Ella asintió. — Pero, tú no quieres… —     Y se supone que tú tampoco. — Masculló. —     Lo sé, ¡maldición! — Se sobó la cara. — Se supone que no debería querer esto, se supone que no estaba esperando por ti, pero ¿por qué no quiero dejarte ir? ¿Por qué tengo estás ganas de intentar algo que antes no quería? — Valeria se mordió el labio. Entonces, Carmen volvió a aparecer. —     Princesa, su padre y su hermana están aquí. — Avisó, Valeria sonrió con nerviosismo. — Están esperándola en la sala principal. —     Dejemos esta charla por ahora, ¿va? — Adrián asintió. — Vamos a cumplir con nuestro deber, te veo allá. — Desapareció junto con Carmen. 
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