El hombre moreno suspiró y se reincorporó, agarrando un maletín que había entre él y la pared. Lo abrió y de ahí, sacó unos papeles que le entregó a Kaia.
Ella, al ver que se trataba de una demanda de divorcio, soltó el papel como si le quemara. ¿Stefan ya la tenía preparada? ¿Él se iba a divorciar de ella tarde o temprano?
Lo miró, pero él no la estaba mirando.
Él no podía mirarla o si no se arrepentiría de todo lo que estaba haciendo para protegerla. Para él, lo más importante que tenía eran Kaia y su hija; su familia, pero no podía salir de aquel mundo de donde siempre había permanecido desde mucho antes de nacer. Él no había elegido esa vida pero, a pesar de querer salir, no podía sin ponerlas en peligro.
Kaia miró a su madre con los ojos llorosos y, mientras le miraba con pena
