— ¡¿Q-qué? ¿Por qué? —musitó Kaia, anonadada por esa confesión. Oscar la miró con culpa y suspiró, pensando que sería mejor ser sincero de una vez por todas. — Kaia… mereces ser feliz y Stefan… me pareció una buena opción —dijo con una mueca, haciéndola bufar—. Lo siento en verdad, ya veo que no fue la mejor opción. La castaña mordió sus labios, sintiendo nuevamente una cuchilla traspasar su pecho ante la noticia que tenía que darle, ya que de un momento a otro tendría que darse cuenta de su condición. — Oscar… — él la miró atentamente. — Yo… estoy embarazada. Incapaz de seguir, calló abruptamente y el cubano soltó un jadeo, sabiendo lo que eso significaba. Sin embargo, ella se veía desolada y a pesar del dolor en su interior, repuso: — Supongo… que sería cinismo de mi parte reclam