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Cuando le dieron el alta a Kaia y a su hija, a las dos semanas y en contra de las recomendaciones médicas, fueron a casa de Madeleine y Joshua. Por lo que le había dicho su hermano, Madeleine había adelgazado durante semanas tras el doloroso acontecimiento y al verla, lo pudo comprobar. La mujer morena tenía el rostro demacrado, ojeroso y los ojos hinchados. La madre de Joshua tenía a la pequeña Ashley en brazos y con Lucy sentada en el suelo jugando con sus muñecas, mientras que Madeleine se encontraba en el sofá, con las piernas subidas. Sin pensarlo más tiempo, Kaia dejó el carro de su hija, que estaba dormida en su carrito, y se acercó a Madeleine. Estando enfrente de ella, se puso de cuclillas y ambas se abrazaron con fuerza y su amiga intentó no llorar delante de sus hijas. M

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