Los gemidos de Regina inundaban aquel baño, todo su cuerpo dolía, pero aún así sentía deseo y ganas de tener a ese hombre dentro de ella, así que su dolor pasaba a segundo plano. Fue así durante la semana siguiente, tuvieron sexo en todos los lugares posibles, en la sala, en el comedor, en el jardín, en la piscina, en el auto, en la oficina, tenían sexo en las noches y en las madrugadas, para Connor era perfecto, ella era perfecta, estaba tan obsesionado con su piel y con sus labios, que en cuanto la veía la tenía que hacer suya, si o si, no se cansaba de ella y sabía que Regina era la mujer que debía de estar a su lado, esa mujer que solo iba a encontrar una vez en la vida. Regina empezó a trabajar con la hermana de Connor, trabajaba en una pastelería, atendiendo a los clientes, nada

