CAPÍTULO 2 - Sí, si quiero

1993 Words
Registrada en SAFE CREATIVE Bajo el código: 2204040855844 TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © MORÍNS Han pasado tres días desde que David Canarias me hizo parte de la fundación Sila Canarias en México, y aún no lo puedo creer. De pronto, toda mi vida se puso en una rigurosa rutina, llena de citas, entrevistas, papales y sobre todo de las enseñanzas de Xóchitl Hernández, jefa del área de internacionalización en la sede de Madrid. Según lo que sé, Xóchitl llegó a este trabajo por Manuel, su mejor amigo, con el que estudió aquí en México y que, después, entre los dos instituyeron desde cero la fundación. Ella, es bastante simpática y puedo decir coqueta, pero es bastante rigurosa en los procesos y cosas de la fundación, por lo que en seguida me dio una lista de cosas por aprender, procesos que memorizar y sobre todo criticó mi imagen; que yo era muy guapo pero que mi ropa no. Así que con la frase “compra ropa para el trabajo que tienes”, nos fuimos de compras con el chofer de la empresa - si ahora tengo chofer- a uno de los tantos centros comerciales de la Ciudad de México, para tener nuevos trajes, zapatos y ropa de trabajo que vaya con mi estilo y me haga bien ver y profesional. De pronto, me encontraba cómo esas películas tipo Pretty Woman, con decenas de bolsas en mis manos y escogiendo cosas a diestra y a siniestra y modelándole a Xóchitl todo lo que me llevaría. Adicional a eso, David Canarias le pidió que me comprara un buen abrigo, guantes, una loción que fuera conmigo y me arreglara la barba y el cabello; dejándome como otra persona completamente diferente. Cuando hice video llamada con mi madre, gritó de la emoción al verme y no pudo dejar de llorar por todo lo bueno que me estaba pasando. ―¡Ay hijo!, te ves igualito a tu padre como cuando lo conocí, tan elegante― expresa entre sonrisas. ―Gracias. La verdad no me lo puedo creer, espero que esto no me lo descuenten de la nómina― bromeo y ella se ríe. ―¡Ves Moríns!, te dije que tenías madera la líder, sólo necesitabas enfocarte― escucho la voz de Carlo Minor, mi ex tutor, que en una situación bastante favorable se enamoró de mi madre y ahora viven juntos. Yo digo que se cansó de que mi madre tirará el dinero para educarme y mejor se casó con ella para seguir haciéndolo- es broma, no se lo tomen en serio. ―En unos días me uniré a un gimnasio que está aquí en el centro y poco a poco iré cambiando mi ropa casual, pero, por ahora, ya iré elegante a mi trabajo, ¿les avisé que tengo chofer?― bromeo. ―¡No seas presumido!, después no nos querrás hablar ― bromea Carlos. ―¡Jamás!,eso nunca. Mi madre se ríe. Carlos la toma de la cintura y le da un beso ― nos tenemos que ir, pero, cualquier cosas me llamas, ¿si? ¡Ay!, estoy tan orgullosa de ti. ―Gracias, ma― respondo melancólico ― que les vaya bien en la cena. Los quiero. ―¡Te amo! ―¡Adiós Moríns! ― grita Carlos para después terminar la video llamada. Me quedo con una sensación de mucha alegría y, es que estoy feliz, porque por fin puedo ver esa mirada de orgullo en mi madre; aunque ella insiste que siempre lo ha estado. También, me siento cómodo conmigo mismo, apreciado y no sé si David Canarias lo planeó así pero me está ayudando a la autoestima. Entre eso y la ropa, soy un nuevo y elegante Moríns, con un puesto que calla bocas y que podría salir en este instante a cualquier club y conquistar a cualquier mujer que se atraviese. Sin embargo, esa no es mi idea, ya que llevo días viendo el teléfono de Sila que sigue pegado en el refrigerador, y hoy es justo el momento que tengo para llamarle. Hace años que no veo a Sila. Ella se fue de Puerto Vallarta hace tiempo atrás y ya no volvimos a hablar. A pesar de todo lo que he estado haciendo, he pensado mucho si, a ella aún le gusto o si me recordará. Quiero pensar que sí, porque si no David Canarias no me hubiese dado el puesto. Quito el número de la nevara y lo pongo sobre la barra de la cocina para observarlo detenidamente. No necesito verlo mientras lo marco, porque lo he admirado tantas veces que ya me lo sé de memoria, sólo falta llamar. ―Bien, es el momento ― me preparo. Tomo mi celular y por un minuto me quedo viendo a la pantalla. Después lo dejo sobre la barra― primero ordeno la ropa, luego marco. Me alejo para tomar las bolsas que hay en la sala y voy hacia la habitación para dejarlas ahí. Sin hacer nada, me quedo de pie y contemplo la nada. ―¡Qué haces Francisco!, ¡solo llama!, ¿qué puede pasar? ― me regaño. Regreso a la cocina y vuelvo a tomar mi celular, veo la hora y me percato que son las nueve de la noche ―Y, ¿si ella se duerme temprano? ― hablo en voz alta, para después ponerme a reír como loco―¡Ya basta!, llama, solo llama. Sin perder más el tiempo, marco los números con una velocidad tan rápida que apenas y le doy tiempo al aparato de reaccionar y cuando veo que el teléfono está listo, aprieto el botón verde y en seguida veo como se conecta. Los típicos tonos comienzan a sonar y cada uno me pone más nervioso. Finalmente, en el tono número cinco, escucho como contestan y la preciosa voz de Sila llega a mis oídos. ―¿Diga? ― me responde con un acento más español que mexicano, o más bien, una mezcla de ambos. ―Ehhhhh, soy Francisco Moríns ― digo mi nombre. Sin embargo, Sila corta la llamada y yo me quedo paralizado «Esto no lo esperaba», pienso aún con el celular en la mano. Por primera vez, en mi estancia en este departamento, siento un profundo silencio, tanto que juro puedo escuchar hasta la lagartija “quija” que vive junto conmigo metida en la planta falsa de la sala y que por las noches veo en el techo. No sé qué pensar, ni qué hacer. Sin embargo, momentos después entra la llamada del mismo número pero en esta ocasión como una video llamada. ―¡Oh por Dios! ― expreso, y antes de contestar me reflejo en el vidrio del microondas para ver si estoy arreglado. Acomodo el celular para que se vea mi rostro y presiono el botón verde para enseguida ver su precioso rostro con una sonrisa. ―¡Moríns! ― expresa feliz. Sus ojos verdes esmeralda se enfocan en los míos y por unos momentos nos quedamos viéndonos como si fuéramos algún tipo de fotografía. Dios, Sila está hermosa, con ese cabello negro lacio y pesado, que caen sobre sus hombros, esa sonrisa que siempre me ha gustado y un rostro que me dice que ya no es una niña, si no una mujer. ―¿No me vas a decir nada? ― insiste. ―Lo siento, lo siento…Yo.― Suspiro― No lo puedo creer eres, eres tú. ―¡Lo sé!, también eres tú…― me comenta entre risas― estás guapísimo. No me lo tomes a mal, siempre has sido guapo pero… ―No sé si guapo, sólo sé que ahora mi rostro se acomodó a mis cejas tupidas y dejé de ser gracioso ― respondo y ella se ríe. ―¡No!, no digas eso…Siempre has sido guapo y ahora más… ―Y tú siempre has sido bellísima ― respondo y Sila agacha su cabeza un poco para que no vea cómo se sonroja. Las palabras faltan, pero no porque no tengamos nada que decirnos, si no porque hay mucho que decir y no sabemos por donde empezar. Sila sonríe, no deja de mirarme y puedo ver el esfuerzo que hace para no gritar de emoción. ―¿Cómo estás?― le pregunto, tratando de sonar casual. ―Bien, ahora estoy en Oaxaca, vine a hacer campaña de la fundación y después iremos a Chiapas y, ¿tú? Suspiro― estoy en la Ciudad de México ― hablo, me muerdo el labio ― Tu papá me dio trabajo en su fundación, en la sede de México y ahora vivo en un departamento lleno de colores. ―¡Qué!― exclama ella emocionada ―¿cómo?, ¿vives en el piso colorido?, ¡cómo! ―Pues, estaba en Estados Unidos y me llegó una llamada de Manuel Ruíz de Con y me dijo que tenía un trabajo para mi y resultó que tu padre fue el que me lo dió, ¿lo sabías? ―No, no lo sabía, supongo que era sorpresa. Me agrada que trabajes con mi tío Manu, es genial… Lo adoro― comenta entre sonrisas. ―Es un buen tipo, igual a tu abuelo. ―¡Ya sé!, parece que es su gemelo, ¿no es así? Ambos nos reímos. Al parecer las pláticas entre nosotros siguen dándose tan natural que parece que el tiempo no ha pasado y que apenas fue ayer cuando la vi en aquella playa en Puerto Vallarta. Ella vuelve a sonreírme. Sus ojos verdes están más brillantes que nunca y a pesar de la distancia puedo sentir ese cariño que siempre ha habido entre nosotros. ―Sila… ―Moríns― habla y ambos nos reímos ― lo siento, continua. ―No, tú hazlo… Sabes que eres mejor con las palabras que yo… ― me indica ella con emoción. Tomo un suspiro. No sé que estoy haciendo pero juro que si no lo digo ahora me quedaré con la duda de todo lo que está pasando. ―Cuánto misterio ― bromea y se murde el labio. ―Sila, antes de que pase algo, quiero confesarte que siempre he estado enamorado de ti― Sila sonríe― siempre, bueno, no cuando eras tan pequeña, pero sí desde que tenías catorce años y, aún sigo estando enamorado de ti. Eres mi mejor amiga, la persona que me guía y… No hay día que no me pases por la mente o que yo desee estar contigo; te extraño. A pesar de la cámara puedo ver cómo ella se sonroja, luego niega con la cabeza mientras sonríe ― ¡Dios!, tardaste la vida en confesarme eso. ―No fue mi culpa, te juro que tu padre y… ―Lo sé, me lo dijo. Justo cuando vino a dejarme acá y antes de irse a Madrid. Me dijo que eras un hombre que me quería mucho y que te diera una oportunidad, que él apoyaba todo. Yo tampoco he podido olvidarte. Confieso que traté y que seguí tu consejo pero no me es tan fácil. Esbozo una sonrisa ― es la mejor noticia que me han dado después de este trabajo ― confieso. Sila se ríe ― eso quiere decir que… ¿ahora si puede haber algo entre los dos? Extraño la forma en que me explicas las cosas, no hay nadie que mas explique como tú. Así que, antes de sobrepensar todo dime si hay… ―Si hay― la interrumpo y juro que escucharla así me trae muchos recuerdos de nuestras largas platicas en la playa cuando ella me explicaba cosas de medicina y yo le explicaba el mundo― si tú lo decides, puede haber algo… ―Decido que si― responde entre sonrisas―¿quieres? ―Sí, si quiero― murmuro y ambos sonreímos. «Después de tantos años una vez más, Sila y yo, volvemos a estar juntos de nuevo y esta vez no hay forma de que nada nos separe».
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD