CAPÍTULO 3: La visita

770 Words
Me llevo la cuarta cucharada de cereal a la boca, mientras Deivis me muestra su nuevo apartamento a través de una video llamada. —¿Qué te parece, es pequeño pero acogedor cierto?... Dessi, te estoy hablando— grita mi hermano por el celular. —Ah perdón, sí mi amor está muy lindo— contesto. —Dessire Valentina ¿Qué tienes? A tu hermano mayor no lo engañas— Sabe que odio mi segundo nombre y él insiste en recordarlo. —Nada, enserio solo estaba distraída pensando— >... —En papá, sabes que está solo en Venezuela y lo extraño— Miento mientras sigo comiendo. Luego de hablar con mi cuñada Gabriela y encomendarle a mi hermano, me doy una ducha y mi prima Pao viene a la casa para ayudarme con las heridas, ya que mi mamá salió al supermercado. Le cuento rápidamente lo que descubrí sobre el culpable de mi accidente, y ella no lo puede creer. —Dessire ya no hay excusas, sabes dónde encontrarlo, apenas salgas de la incapacidad lo buscas e intentas de acercarte a él— me sugiere. —Paola te recuerdo que no quiero un noviazgo ni nada por el estilo, tengo que buscar la forma de atraerlo sexualmente y ya— —Si bueno eso lo sé, pero ten dignidad si ese hombre no te buscó más es porque no le interesas ni para eso— Su comentario me deja fría, tiene razón, quizás yo ni le parezco atractiva. Sino ya hubiera encontrado la forma de acercarse a mí. Llega mi madre cargada de bolsas y me da los analgésicos que debo tomar >.  —Gracias mamá, siempre olvido la hora de tomarlos— Pao se va a la universidad y comienza a llover muy fuerte, sin nada que hacer decido acostarme un rato. Me despierto sobresaltada a las 7 de la noche, justamente cuando un hombre me estaba haciendo sexo oral. >. Cuando mi respiración se estabiliza abren la puerta y es mi mamá. —Cariño te busca un muchacho afuera, ¿te puedes parar o le digo que pase?— —¿A mí? Qué raro... bueno que pase, no me quiero ni mover mamá— digo mientras me arreglo un poco el cabello. Escucho pasos y cuando levanto la mirada hacia la puerta está ahí parado, en mi cuarto, con esa sonrisa que me moja las pantis. -Hola preciosa, ¿Cómo sigues? - dice Juan Pablo. >. —Hoola, Hola estoy mucho mejor, y esa sorpresa tú por aquí, pasa, siéntate— Encojo los pies y él se sienta mirándome como si quisiera adivinar todo de mí. —Bueno la verdad quedé muy preocupado por ti, y no tenía como comunicarme contigo, así que decidí venir y ver con mis propios ojos tu recuperación— Habla con esa voz serena, y ese acento que ahora que lo sé, es de Panamá. La decepción crece en mí, no vino porque le gusto sino porque está preocupado luego de atropellarme, me grita mi subconsciente que a veces suele ser muy cruel y despiadado. Para disimular lo que pasa por mi cabeza, sonrío y le digo esas formalidades de que "No te hubieses molestado, no era necesario". Se acerca un poco más y toma mi mano, nuevamente una corriente extraña me recorre y él sonríe como si también lo notara. —Bueno Dessire creo que no hemos tenido la oportunidad de conocernos bien, que te parece si el viernes cuando vayas al médico para quitarte el collarín te llevo y luego nos tomamos algo—  > —La verdad quiero disculparme formalmente por atropellarte—. —Siii. Digo, sí, está bien. Pero ya deja de culparte por algo que fue accidental. Además, no fue tan malo, sino no hubiera tenido el placer de conocerte— le digo y su cara es un poema. Quizás fui un poco directa, pero tengo que comenzar a dejarle claro qué tipo de relación busco. Nos despedimos y cuando el sale de mi habitación me doy cuenta que tengo una sonrisa estúpida en mi cara. Me doy un par de palmadas en cada cachete, y cierro los ojos para soñar con un hombre alto y moreno que me da corriente de los pies a la cabeza.              
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