Aterrizamos en la ciudad de Panamá después de un vuelo un poco incómodo, tengo mucho dolor de estómago, no sé si es por el hecho de montar en un avión nuevamente o porque voy a pasar todo el fin de semana con Juan Pablo y su familia. Tomamos un taxi a casa de los padres de JuanPa, ya que él quiso venir de sorpresa. Llegamos a un gran portón blanco, nos anunciamos, entramos y después de atravesar un bello jardín, aparcamos frente a una casa de dos plantas muy acogedora. Las puertas se abren y sale una señora sonriendo con una trenza blanca sobre su hombro. —Juan Pablo mi amor que alegría tenerte aquí— dice mientras lo abraza con emoción. —Nana que bueno verte, ¿Dónde están los viejos? Diles que estoy aquí— contesta él. —Ay mi niño como tú dijiste que no podías venir, los señores se fu