இ═══════இ
Subimos al taxi que como siempre nos espera en la salida, Mónica fue clara en su orden, "llega hasta donde sea necesario llegar, inspectora. Tienes a Andrés en tus manos, no lo arruines con pensamientos moralistas" ya sabemos a que se refiere, si me tengo que acostar con él para afianzar su confianza tengo que hacerlo.
—Pídele que use condón, cuídate. –suelta Jess mientras toma mi mano.
—Ojalá que ni se le pare. –susurro y veo como el taxista y Jess ríen.
—En tu bolso llevas un labial que en realidad en una navaja, no dudes en usarlo si estas en peligro. –señala él.
—Gracias por eso.
Continuamos con el viaje hasta el club de Andrés, estoy menos nerviosa y más preparada mentalmente, haré lo que tenga que hacer para detenerlo.
இ═══════இ
Las miradas de todos en el lugar están puestas sobre mi. Sobre todo la de Andrés.
—Te ves preciosa, no esperaba menos de ti, se ve que tienes un excelente gusto. Mamá te va a adorar. Hoy conocerás a la mujer más importante en mi vida.
—¿Conoceré a tu madre?
—Claro, en algún momento tendremos que hacer esto formal, es mejor que te familiarices con todo.
Asiento y tomo su mano cuando me la tiende, caminamos hasta la salida y subimos a la segunda camioneta que espera por nosotros, hay una caravana de Land Rover negras, son preciosas y ostentosas. El interior es blanco, es muy bonito sin duda.
Andrés se sienta a mi lado y me atrae a su cuerpo.
—Te ves tan linda que apenas puedo creer que seas mía.
¿Suya? ¿Acaso soy un objeto que puede tener y declararlo como suyo? Es un imbécil y casi estoy segura que un típico machito.
“No lo jodas Khatia, no dejes que sus palabras te afecten" susurra Mónica por el micrófono.
—Agradezco que tengas gestos tan lindos conmigo. El vestido, las joyas, los zapatos, todo es muy lindo.
—Y eso no es nada, haré que diseñen lo más exclusivo para ti, compraré para ti las joyas más costosas, lo mejor. Solo espero que después de que sepas quien soy continúes a mi lado por que seria una pena renunciar a ti.
—¿Por qué no habría de continuar a tu lado? Eres el hombre perfecto aunque yo no sé si soy la mujer para ti. –digo con fingida tristeza.
—No digas eso, eres mucho más que solo mi empleada Nat, creo que te amé apenas cruzaste la puerta. Veo un futuro contigo, hijos corriendo por la hacienda, montando a caballo, tú a mi lado en todo momento, haciendo el amor en donde nos plazca.
“Ow, el idiota quiere una telenovela rosa" susurra Mónica y no puedo evitar reír apenas.
—¿Qué es tan gracioso?
—No es gracioso, es lindo. Casi pude imaginarme cada escena. Me encantaría poder hacer todo eso contigo.
Andrés me regala una mágica sonrisa y me atrae a su regazo, deja un beso en mi barbilla y enreda sus brazos en mi cuerpo, me agacho solo un poco para besarlo, él cierra los ojos ante mi beso y suspira. Casi puedo sentir empatia por este hombre, él solo quiere una mujer que esté con él, que quiera tener hijos y follar donde le plazca, pero esa mujer no soy yo. Obvio quiero tener hijos, pero no con él, de hecho estoy pensando seriamente en adoptar o hacerme una inseminación artificial.
Su mano acariciando mi rodilla me devuelve a la realidad, mientras mantiene sus ojos cerrados va subiendo la mano hasta llegar al inicio de mi centro, lo acaricia por encima de la tela, me tenso toda, baja su mano nuevamente mientras besa la piel de mi cuello.
—Hueles delicioso, sabes delicioso, no puedo evitar tener pensamientos calientes cuando te tengo aquí, sobre mi. Mira como me tienes Nat.
Andrés toma mi mano y la coloca sobre su erección, al momento me quedo petrificada, pero después tomo valor y la acaricio, suelta un suspiro y cierra los ojos, me acomoda sobre él con mis piernas a cada lado de su cuerpo, puedo sentir su miento entre mis piernas, baja con lentitud el cierre de mi vestido dejando al descubierto el encaje de mi sostén. Saca mis brazos del vestido dejándome desnuda de la parte superior de mi cuerpo.
Entierra su nariz entre mis senos y aspira el aroma, deja un beso en cada uno de ellos y levanta la mirada, en un movimiento casi imperceptible saca su pistola y apunta al frente.
—Prohibido mirar a mi mujer, conduce si no quieres que te vuele los sesos. –amenaza.
Deja el arma en el asiento y sigue besando mi piel, desabotona mi sostén dejando mis senos libres, trago saliva con dificultad y respingo cuando siento su lengua jugar con ellos.
—Que rica estas Nat. ¿Te gusta que te chupe? ¿Quieres sentir mi lengua? Quiero escucharte gemir.
Quiero morir de risa cuando Mónica susurra un par de barbaridades que no pretendo repetir.
Andrés mete su mano bajo mi vestido y toca ese punto sensible de mi anatomía.
“¿Sabes fingir un orgasmo inspectora" susurra Mónica.
—¡Sí! –respondo en voz alta y Andrés acelera el ritmo.
¿Cómo carajos se finge un orgasmo? Nunca lo he hecho a pesar de que Nikolai era un pésimo amante. ¿Solo digo "oh si Andrés" ¿o gimo como loca posesa?
Si tan solo fuera Marco, sus dedos hurgando en mi, tocando el punto exacto de mi cuerpo, besando con tanta pasión pero tanta dulzura al mismo tiempo.
—Andrés...
Entierro mi cara en su cuello y trato de parecer orgasmica tensado mis piernas y gimiendo despacio. Espero que sea convincente.
Dejo un beso en su cuello mientras me ayuda a recomponerme y acomodar mi ropa.
—Llegando a casa haremos el amor.
Asiento sin poder hacer nada mas. Andrés me suelta el cabello y lo acomoda un poco.
—Así esta mejor.
Me acomodo en el asiento a su lado una vez que tomó de nuevo su pistola. Me siento incómoda, esta demás decirlo.
—¿Sabes usar un arma?
—No, lo siento.
—No te preocupes, te enseñaré.
Entrelaza sus dedos con los míos y besa mi mano.
El camino fue largo, el sol empezaba a meterse y yo estaba nerviosa con cada segundo que pasaba. No sé donde estoy, ni siquiera sé si estamos cerca del lugar.
"Estamos rastreando tu ubicación, no te preocupes" asegura Jonny.
—Gracias. –respondo para él pero Andrés solo sonríe y besa mi frente.
—No es nada preciosa.
இ═══════இ
Un impresionante portón de madera se erige frente a nosotros, es abierto por dos hombres y cada camioneta es verificada.
—Patrón, es bueno tenerlo en casa.
—Gracias, preparen todo, no quiero fallas.
El hombre asiente y vamos entrando al lugar, jardines inmensos decoran cada lado del camino por el que vamos, hay fuentes de agua y casas al rededor.
—Ese de ahí soy yo, mandé a construir una estatua en oro puro.
—¿Estatua?
—Nat, me niego a creer que no sepas ya quien soy.
—Lo lamento Andrés, en Florida apenas sabía de mi, fue difícil enterarme de algo que no fuera la situación por la que estaba pasando.
—Debió ser duro para ti. No te culpo, yo te cuidaré desde hoy. Solo no le digas a mamá que eres mi empleada, solo di que nos conocimos hace meses y ya.
—Entendido.
Andrés baja del auto y me ayuda a bajar, es todo un caballero. Una mujer regordeta camina hasta nosotros y lo abraza. Lo besa repetidas veces y le dice muchas groserías en español que me hacen gracia, pero me contengo. La mujer se ve muy sencilla, pero con carácter.
—¿Quién es esta? –cuestiona con ese acento mezclado.
—Natalia, mi novia.
—Que chingados, tú jamás has tenido novia Andrés. Son puras pendejadas de tu parte. Ya deberías sentar cabeza y no andar de manita sudada.
—Mi viejita chula, no quería decírtelo aquí pero Nat y yo nos vamos a casar muy pronto, quería que la conocieras antes de decirte.
La mujer me mira de arriba abajo sin discreción y hace una mueca de obvio disgusto.
—Parece puta disfrazada de decente. Pero allá tú con tus cosas, pasa que te tengo lista la cena.
Ambos entramos a la casa, definitivamente no era la bienvenida que esperaba.
—Perdóname por eso, ella es una celosa pero te amará.
—Sí, la entiendo, no te preocupes.
—No sé qué hice para merecerte Nat. Eres tan perfecta.
Yo solo sonrío dulcemente.
இ═══════இ
La cena fue un tanto incómoda, pues la madre de Andrés no dejó de mirarme con odio, a pesar de que él trató de hacerla entender fue inútil, ella se niega a aceptarme.
Después de haber terminado el martirio de su madre, Andrés me enseñó parte de la hacienda, tiene treinta habitaciones y la principal que es de él, cuenta con tres casas más pequeñas adentro, las cuales prometió enseñarme más tarde, me mostró los plantadios de agave, el establo que cuenta con quince caballos entre los cuales sobresalen dos caballos frisón, un caballo árabe, un percherón y un appaloosa. Según Andrés su mejor inversión.
Luego vamos al garage en donde me muestra una impresionante colección de autos. Hay un Mercedes-Benz Maybach Exelero, un Lamborghini Veneno en color ocre, un Rolls-Royce ne.gro y su favorito, un Bugatti La Voiture Noire rojo. Sin contar los otros siete autos que hay aquí y las land rover en las que llegamos. Cuenta con una casa en la costa de una playa mexicana, una propiedad en los alpes y dos casas más en la frontera.
—Ahora que ya viste todo lo precioso que poseo, debo mostrarte como es que lo obtuve.
Ambos caminamos por el camino de baldosas blancas hasta la sección de las casas, mi sorpresa es inmediata cuando veo que no se trata de una casa sino de un domo que simula un invernadero, con muchas plantas de hierba cultivandose.
—¿Es para uso medicinal? –me atrevo a preguntar aunque sé de sobra que no es así.
Andrés me adentra al lugar y caminamos hasta el final del invernadero y abre una puerta, lo que ven mis ojos es tan increíble. Hay no solo este jodido invernadero, sino varias hectáreas adornadas con verde.
—Esto es increíble. –susurro.
Escucho como carga la pistola y quita el seguro. Me tenso de inmediato pero trato de tranquilizarme.
—Ven, aún hay más.
Tomo su mano y realmente estoy emocionada, lo tengo, lo tengo.
Caminamos hasta la segunda casa en donde hay paquetes encintados con cinta café, típico de los paquetes de cocaina. Hay mujeres y hombres embolsando y pesando la cantidad exacta para distribuir por las calles.
—Esto es...
—Polvo blanco, cocaina.
—¿Ellos trabajan aquí por que quieren?
—Sí preciosa, ellos pueden irse cuando quieran.
Asiento y salgo de ahí. La tercera casa me pone nerviosa, no sé qué pueda haber.
Andrés abre la puerta y muchas mujeres se mi desnudas se levantan de su lugar. Algunas se ven muy jóvenes.
—Señor Villarroel, bienvenido.
—Andrés...
—No pasa nada Nat, todas ellas están por su voluntad aquí, todas en busca del sueño americano, aquí tienen trabajo, comida, un techo.
—¿Por qué están casi desnudas?
—Solo es revisión de rutina, tú sabes.
Asiento aunque no, no entiendo.
—¿Cuál es su trabajo?
—¿Quieres conocer nuestra habitación? Seguro estás cansada.
Asiento sabiendo que no me dirá nada, no quiero sonar muy insistente así que lo dejo pasar.
Caminamos de vuelta a la casona y entramos directo a las escaleras, esta casa es tan lujosa que abruma, no hay espacio libre de excesos, cosas de oro, botellas de alcohol y animales exóticos disecados.
Llegamos hasta una puerta doble que Andrés se encarga de abrir para mi, la cama es enorme y de cada poste caen finas telas, la habitación está a media luz, todo en un tono íntimo.
Andrés me jala hasta el interior y cierra las puertas, se quita el saco y lo tira en algún lugar de la habitación, quita su corbata y se acerca a mi, baja el cierre de mi vestido y lo deja caer a mis pies, observa con detenimiento mi conjunto, me lleva hasta la cama en donde me sienta y comienza a quitar mis zapatillas, baja mis medias y besa la piel de mis piernas iniciando por los tobillos, se levanta y quita su camisa y el pantalón, quedando solo en bóxer, mis ojos jamás se apartan de los suyos, se vuelve a inclinar y besa desde mis rodillas hasta mis muslos, me recuesta en la cama y besa mi sexo por encima de la tela, sube hasta mis pechos en donde se deshace de mi sostén y juega con ellos.
Cierro los ojos y trato de no pensar en nada, los labios de Andrés bajan hasta mis bragas en donde apenas esta a punto de quitarlas cuando la descarga de un arma nos interrumpe.
—¿Andrés?
—Vístete y no salgas de aquí Nat. –ordena mientras me lanza su camisa.
Me la pongo rápidamente y antes de siquiera poder hacer algo la puerta es abierta de golpe. Dos hombres entran y uno le dispara a Andrés en el hombro.
Yo me quedo perpleja.
—Aquí esta el perro mayor, ¿te estabas divirtiendo? Lamento la interrupción.
El tipo camina hacia mi y Andrés le grita que se detenga.
—Nunca te importó compartir mujerzuelas, ¿por qué tan quisquilloso ahora?
—Es mi mujer. –sentencia Andrés.
—Sabes una cosa Andrés, adoro lo que no es mío, y pudiera quitarte un auto, quemar esta casa, incluso matar a tu madre, pero no te dolería tanto como saber que tu mujer será mía.
—¡No te atrevas!
Andrés camina hasta mi y entonces el hombre dispara su arma nuevamente y Andrés cae al suelo. El alma abandona mi cuerpo y lo único que puedo hacer es correr hasta él por que es lo único que se siente a salvo.
—¡Andrés, Andrés!
—Vete Nat. –susurra.
—Ah no, tú vienes conmigo, bonita.
Antes de siquiera poder mirarlo siento un golpe en la nuca y después todo es n***o. Maldita sea Khatia, maldita sea la hora en la que decidiste jugarle a la valiente.