Al llegar a mi habitación me dirijo a la terraza, miro al cielo como lo hice el día que Dalton me entregó el anillo. Después de reflexionar me doy cuenta de que talvez solo estoy exagerando, sé que Yaman está ocupado y esa no es razón para sentirme mal. Salgo de mi habitación y caminó por el pasillo, paso por la sala y subo las escaleras hasta llegar a mi oficina. Estoy a punto de abrir, pero escucho la voz de una mujer. Me acerco un poco más a la puerta. Esa es Nala. —Yaman, ¿en verdad quieres a esa niña? —¿En verdad hablaremos de esto, Nala? ¡No me importas! Estás aquí para cuidar a Iyad. —No quiero pasar mis días cuidando a un inválido. ¡Lo que paso antes de que esa chica llegará, Yaman! La noche que hicimos el amor. —Yo no hago el amor, solo te follé y eso es todo. —¡¿Cómo p