Ainhoa se detiene.
—Aquí está mi padre —dice señalando una de las tumbas—. Y ahí, a su lado, mi madre.
Sus ojos se llenan de lágrimas y la abrazo con fuerza.
—No quería ponerte triste, pero aquí, frente a tus padres quiero contestar a la pregunta que me hiciste ayer.
Voltea a verme esperanzada, me siento perdido en esos ojos que amo tanto y que me hacen querer, ser mejor cada día.
—Primero que nada, quiero que lleguemos a un acuerdo, creo que casarnos no es una buena opción, ya que de alguna manera o de otra, hay personas que se aprovecharían de eso para que hagas cambios a la herencia que te dejó tú padre, y yo no quiero que eso pase, todo eso es tuyo y de Santi; y así quiero que se quede, aunque si por alguna razón tenemos que casarnos, yo estaré encantado de sacrificarme.
Sonríe
