Capítulo 2

1839 Words
—¿Cuándo piensan casarse? —interroga Jazzi de inmediato. Ainhoa voltea a verme y sonríe. —Pronto ¿verdad amorcito? —pregunta fingiendo una sonrisa. —Si, cuando tú lo digas vidita —contesto tratando de parecer romántico o al menos eso intento. —¿Por qué no te vi en el funeral? —pregunta Jazzi sin quitarme la vista de encima. —Por que estaba en Londres arreglando algo de su trabajo —contesta Ainhoa rápidamente—. Además no tenemos mucho tiempo de novios, por eso nadie lo conocía. —Así es, desgraciadamente no logré llegar antes —confirmo.  Jamás había dicho tantas mentiras en un sólo día, es más, creo que ni en toda mi vida. —¿Cuánto hace que se comprometieron? —sigue interrogando Jazzi y yo siento que estoy sudando, está amaneciendo y el clima es fresco, pero el interrogatorio me tiene mal, al ver que Ainhoa no contesta, lo hago yo. —Estando en Londres me di cuenta que no puedo estar alejado de Ainhoa y por eso me animé a pedirle matrimonio —digo viéndola a los ojos y le hago un cariño en el cabello, aunque más bien parezco un padre consolando a su hija. —¿Y tú anillo Ainhoa? —sigue cuestionando. —Cierto vidita, ¿dónde lo dejaste? —le pregunto a Ainhoa señalando su mano y dándole unas palmadas. Me sonríe mostrándome los dientes, me hace reír porque realmente no sé si me está reprimiendo o de verdad está sonriendo. —Lo traigo en mi bolso amorcito, cuando viajo se me hinchan las manos y no quiero tener problemas con mi hermoso anillo y su enorme diamante. Aprieto los labios para no reirme. Por fin el coche se detiene y suspiro limpiándome el sudor de la frente. Me doy cuenta que la casa de Jazzi es una mansión, me imagino que la herencia de Ainhoa debe de ser muy grande para que ella quiera una parte, aún teniendo tanto dinero. Al entrar nos recibe una mujer mayor  que de inmediato corre a abrazar a Ainhoa. —Mi pequeña. —Nanita —dice Ainhoa abrazándola con mucho cariño, empieza a llorar y la mujer la consuela. —Me imagino como te sientes, aún no puedo creer lo que le pasó a tú padre. —¿Cómo está Santi? —pregunta Ainhoa limpiándose las lágrimas. La mujer niega con la cabeza sin decir nada. —Carmen, llévalos a la habitación de Santi —ordena Jazzi. Ellas se van tomadas de la mano y yo las sigo, todo está decorado de manera muy elegante, aunque es demasiado para mi gusto, yo diría que es muy al estilo de Steffy, así tenía mi apartamento, con unos muebles súper incómodos pero según ella estaban de moda, nunca me ha importado el dinero y aunque gano lo suficiente para darme una buena vida, prefiero lo sencillo, con Brett y sus lujos, tengo más que suficiente. Subimos al segundo piso y después de recorrer un pasillo enorme, nos detenemos en una habitación. —Nanita, él es Jonás Watford, le pedí su ayuda para poder ver a Santi. La mujer voltea a verme y me da un abrazo, definitivamente Ainhoa se parece a ella, también es muy efusiva. —Gracias muchacho, no tienes idea de lo mucho que estás haciendo por nosotras, Santi no ha querido hablar con nadie, estoy segura que ver a Ainhoa lo animara. Le doy unas pequeñas palmadas en la espalda, ya que no sé qué contestarle ni cómo reaccionar. Últimamente a las únicas mujeres que abrazo son a mi madre y a mi sobrina. —Ella es mi nana Jonás, la mujer que me crió, su esposo es George. Entramos a la habitación y Santi está dormido en una enorme cama, Ainhoa se acerca y se acomoda a su lado abrazándolo. —Desde el accidente se la pasa dormido, el doctor dice que puede ser depresión por el evento traumático qué vivió y que poco a poco va a ir mejorando —me comenta la nana de Ainhoa—. Nosotros vivíamos en New York, cómo ya lo sabes soy la nana de Ainhoa y de Santi, Jazzi iba de vez en cuando a verlo, pero al enterarse que no le dejaron nada en el testamento se puso furiosa y sacó a Santi del hospital sin permitir que nadie pudiera verlo, mi esposo y yo nos venimos con él para que no se sintiera tan solo. Me quedo viendo a Ainhoa que tiene abrazado a su hermano, está llorando mientras le hace cariños en el cabello. —Se adoran —continúa la nana contando—. Que triste es ver lo que puede hacer el dinero ¿verdad? Asiento sin decir nada, nunca me imaginé verme involucrado en una situación cómo está, realmente el dinero puede ocasionar muchas injusticias. —Disculpa muchacho no te ofrecí nada ¿quieres un café? —No, señora, no sé preocupe. —No me llames así, soy Carmen, aunque también puedes llamarme nanita. Sonrío. —Gracias. El pequeño Santi no despierta y después de unos minutos Jazzi entra. —Lo siento Ainhoa, pero es mejor que te vayas. —Jazzi déjame quedarme un poco más, al menos hasta que despierte —le pide Ainhoa llorosa. —No, si te ve, se quedará llorando y prefiero que no sea así. —Está bien —contesta Ainhoa resignada, le da un beso a su hermano y se pone de pie, se acerca a mí y no sé porqué, pero no puedo evitar abrazarla para consolarla, está llorando y de verdad me duele mucho verla así, sus ojos se ven tan tristes que me hace sentir igual. —Mañana ven a primera hora, así podemos hablar —dice Jazzi y sale de la habitación. —Nanita cuida mucho a Santi por favor, te prometo que haré todo lo posible por sacarlos de aquí.  —Lo haré mi niña, no te preocupes. Nos despedimos y salimos de la mansión, empezamos a caminar y saco mi teléfono para pedir un taxi, cuando lo enciendo tengo muchas notificaciones pendientes, tengo llamadas de mi madre y de Brett. Llamo para pedir el taxi y Ainhoa no deja de llorar. —¿Quieres que te acompañe al hotel? —le pregunto. —No gracias, no quiero molestarte más. —No te preocupes. Llega el taxi y Ainhoa da la dirección del hotel, la veo tan mal que me da pena dejarla sola. —Creo que se me ocurrió una idea —digo sin pensar en las consecuencias, o las preguntas que me hará mi madre después. —¿Cúal? —¿Por qué no me acompañas a mi casa y así te distraes un poco? —¿A tú casa? —cuestiona un poco desconfiada. —Bueno, a casa de mi madre, vivo con ella, pero estoy seguro que ella te ayudará a distraerte un poco. —No Jonás, no quiero molestar. —No vas a molestar, después de todo eres mi prometida ¿no? Le doy mi dirección al taxista y ella sonríe. —Has de pensar que soy una loca. —La verdad no, al contrario, pienso que amas a tú hermano y que harías lo imposible por estar a su lado, incluso comprometerte con un hombre del que no sabes ni su nombre. Sonríe y realmente me hace sentir bien verla así. —Por cierto amorcito, no encuentro mi anillo por ninguna parte. Suelto una carcajada y ella lo hace junto conmigo, escucharla provoca algo extraño en mí, que prefiero ignorar. Al llegar a casa de mi madre me doy cuenta que Izan está ahí, solo espero que Brett no esté, porque será mucho peor el interrogatorio. Nos bajamos del taxi y pago al chofer, está por arrancarse y Ainhoa lo detiene. —Espere por favor —grita, abre la puerta y baja la mariposa de peluche, con tantas cosas ni siquiera la recordaba—. No puedo creer que la olvidaras, después de cuidarla tanto. Apenas estoy por abrir la puerta y abre mi madre. —Jonás, ya me tenías preocupada, te he estado llamando y no me contestas, espero que no tenga nada que ver con la loca de… —en ese momento ve a Ainhoa—. Lo siento, no sabía que venías acompañado. —Hola señora Watford, soy Ainhoa Dohme —dice amable y le da la mano a mi madre que le devuelve el saludo un poco apenada. Abrazo a mi madre y le doy un beso en la frente. —Estoy bien mamá, solo tuve un pequeño retraso. —Me alegro hijo, lo siento Ainhoa, estaba preocupada. —No se preocupe señora. —Llámame Nita por favor, pasen, tengo comida preparada, se ven agotados. Entramos y veo a Izan sentada en la sala, al verme se pone de pie para saludarme. —Hola Jonás, ya me tenías preocupada. Le doy un abrazo y un beso en la mejilla. —Estoy bien, no hay de qué preocuparse ¿dónde está mi pequeña? —Está dormida en casa de mi padre, solo vine a saludar a Nita. Mi madre y Ainhoa se ponen detrás de mí. —Izan, ella es… una amiga. —Hola, soy Izan Watford —se presenta amable y con una enorme sonrisa. Ainhoa voltea a verme y se pone roja. —¿Es tú…? —Soy su cuñada —aclara Izan sonriendo. —Mucho gusto Izan, soy Ainhoa Dohme. —Por un momento llegué a pensar que estabas casado —murmura cerca de mi oído. —Eso te pasa por proponerme matrimonio sin conocerme. Ahoga una risa cubriéndose la boca. —Por favor vamos a comer, ya es tarde y me imagino que ustedes tienen hambre, está chica se ve un poco pálida y ojerosa. —¡Mamá! —exclamo apenado. —No te preocupes Jonás, es verdad, no he comido bien en varios días y he dormido poco. —Hay hija pobre de ti, no quiero ser indiscreta, pero te ves realmente mal. —Mi padre falleció hace unos días y la verdad no me he sentido muy bien. Mi madre e Izan se quedan muy serias. —Lo siento mucho Ainhoa, de verdad —dice Izan apenada. —Gracias Izan. Mi madre se acerca y le da un abrazo. —Ay hija, no puedo imaginar tu sufrimiento.  Ainhoa empieza a llorar y mi madre la consuela diciéndole palabras cariñosas. —Te voy a preparar un caldito, te aseguro que te va a caer muy bien. —No Nita, no es necesario que se moleste, yo iba a quedarme en un hotel pero Jonás no quiso dejarme sola. —Hizo muy bien, es mejor que te quedes con nosotros, aquí tenemos habitaciones de sobra. Me sorprendo al escuchar a mi madre, puedo notar que Ainhoa tiene mucho dinero, el hotel en el que iba a hospedarse es uno de los mejores aquí en Denver, no creo que sea muy cómodo para ella quedarse aquí, en una casa tan sencilla.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD