Capítulo 3

1856 Words
—Que pena con ustedes, no quiero molestar de verdad —contesta Ainhoa avergonzada. —No hija, no molestas —dice mi madre acomodandola en el sillón—. Tranquila, ya verás que te vas a sentir un poco mejor aquí, ahora vuelvo —expresa mi madre cariñosa y se va a la cocina. —Por cierto Ainhoa, Izan es pediatra, puedes hablar con ella acerca del problema de Santi. Ella voltea a verme sorprendida, me da ternura verla con la mariposa que le había comprado a Amaia, la tiene abrazada como si se sintiera un poco más protegida. —Si Ainhoa, soy pediatra y en lo que pueda ayudarte lo haré con mucho gusto. —Las dejo para que puedan conversar, voy a ver si mi madre necesita ayuda en la cocina. Antes de ir a la cocina hablo a mi trabajo para avisar que no podré ir ahora, y por suerte no han llegado los materiales que pedí hace unos días por lo que podré regresar hasta el lunes a trabajar. Entro a la cocina y está mi madre muy entretenida con algunos ingredientes. —¿Por qué nunca habías traído a esa muchacha a la casa? —me interroga de inmediato. Estoy por mentirle pero la conozco, y sé que me descubrirá antes de que empiece a hablar, ella tiene un sexto sentido y siempre nos hace hablar de más. —Mamá, acabo de conocer a Ainhoa, veníamos juntos en el avión y me pudo mucho verla tan triste. —¿Y por eso la invitaste a la casa, así sin conocerla o hay algo más? Suspiro, mi madre no se quedará tranquila hasta que le cuente todo. —Ven mamá, siéntate y te contaré todo lo que sucedió. Empiezo por contarle lo del avión y después lo que pasó cuando la alcancé para regresarle su teléfono. —Tienes que casarte con ella Jonás. —¿Qué? ¿Cómo voy a casarme con ella mamá, si apenas la conozco? —le pregunto sorprendido por su reacción. —No podemos permitir que pierda a su hermanito. —Ni siquiera sé si tenga que estar casada para pelear su custodia, ella inventó lo del compromiso para ganar tiempo con la madre del niño. —Pues tienes que ayudarla, no podemos dejarla sola. —Mamá, por favor, no te hagas ideas que no son. —No me estoy haciendo ideas, sólo sé que esa chica te necesita y que no podemos dejarla sola, además es preciosa, no puedes negarlo. —Ay mamá —digo poniendo los ojos en blanco—. Espera sentada que yo tenga una relación, no te vas a deshacer de mi tan fácilmente. —No quiero deshacerme de ti, pero quiero que seas feliz. —Soy feliz mamá. —Lo sé, pero necesitas a una mujer que esté a tú lado. —¿Y tú piensas dejarme o qué? —No Jonás, pero sabes a lo que me refiero, necesites alguien que te quite esa amargura. Se pone de pie para seguir cocinando y la ayudo con algunas cosas, cuando ya tiene todo listo volvemos a la sala. Izan está sentada al lado de Ainhoa y siguen conversando. —Ya está la comida —anuncia mi madre. Izan se pone de pie. —Yo tengo que irme Nita, voy a recoger a Amaia porqué Brett no tarda en salir de los entrenamientos —voltea a ver a Ainhoa—. Tienes mi número de teléfono, por favor no dudes en llamarme a la hora que me necesites, si quieres llevar a tú hermanito al hospital, yo me encargaré de recomendarte a los mejores especialistas. Ainhoa se pone de pie. —Gracias Izan, de verdad te lo agradezco. Se acerca y le da un abrazo. —Si te quedas aquí con Nita nos estaremos viendo, además no olvides que tú también necesitas ayuda, a veces necesitamos un empujoncito extra para salir de la tristeza. Ainhoa asiente. —Nos vemos cuñado —dice Izan dándome un abrazo. —Dale besos a mi pequeña. —Claro. Mi madre la acompaña a la puerta y yo me acerco a Ainhoa. —No le diste la mariposa a Izan —me recuerda mostrándomela. —Parece que por ahora te ayudará más a ti, que a mi pequeña. —Gracias Jonás. —Ainhoa, no sé si quieras quedarte aquí como mi madre te ofreció, si no estás cómoda no te preocupes, yo lo entiendo. —¿Por qué no estaría cómoda? Tú madre me cayó muy bien, además creo que es mejor que no me quede sola, bueno, si a ti no te molesta admitir a una desconocida en tu casa. —Una desconocida con la que me acabo de comprometer esta mañana. Sonríe y en eso regresa mi madre. —Vamos al comedor —ordena. Mi madre como siempre tiene mucha comida, yo la verdad estaba demasiado hambriento, así que mientras ellas conversan yo estoy muy entretenido comiendo. —¡Jonás! —grita mi madre. —¿Qué pasa mamá? —pregunto asustado. —Hijo, Ainhoa te está hablando y no contestas. —Lo siento, estaba distraído. —Ainhoa, cuando Jonás come, no presta atención a nada más, se concentra demasiado en la comida —bromea mi madre. —¿Qué me decías Ainhoa? —Que me da pena quedarme aquí y molestarlos, prefiero irme al hotel. Me quedo pensando que tal vez se siente incómoda porque la casa de mi madre es sencilla. —Jonás no vas a decir nada —presiona mi madre. —¿Si quieres puedo llevarte al hotel? Mi madre resopla. —Mejor sigue comiendo —me recrimina mi madre—. Ainhoa, quédate esta noche aquí para que descanses, ya mañana si quieres irte al hotel, que te lleve Jonás. —Gracias Nita. —Voy a preparar una habitación. Mi madre se pone de pie y nos deja a Ainhoa y a mí en la mesa. —Jonás ¿hay algo que quieras decirme? —No. —Me puedes explicar ¿por qué crees que no quiero quedarme aquí? Siento que me estás invitando y a la vez no quieres que me quede. Suspiro. —Puedo notar que vienes de una familia adinerada, y siento que tal vez la casa de mi madre se te haga demasiado sencilla. Ainhoa se ve confundida y un poco molesta. —No te voy a negar que crecí en una familia adinerada, aunque yo he hecho mi propia fortuna con mi esfuerzo, ahora con la herencia de mi padre no podría ni explicar cuánto dinero tengo, pero, para mi el dinero no lo es todo, prefiero mil veces una casa sencilla llena de amor cómo está —señala a su alrededor—. A vivir en una enorme mansión, sola. —Lo siento Ainhoa, yo… —No sé que te ha hecho pensar así, pero no todas las personas somos tan superficiales como tú crees —se pone de pie molesta y se va siguiendo el camino por el que iba mi madre hace un momento. Recojo la mesa y lavo los platos, no dejo de pensar en lo que me dijo Ainhoa, creo que por culpa de Steffy ahora juzgo mal a todas las mujeres y realmente no es justo. Me voy a mi habitación y me doy una ducha, estoy agotado, me acomodo en la cama y escucho que tocan la puerta. —Adelante. Mi madre se asoma. —Jonás ¿estás bien? —Sí mamá, estoy bien. —Deje a Ainhoa descansando, pobre chica, está sufriendo por su padre y por su hermano. —Lo sé mamá, vi cuánto ama a su hermanito. —Jonás no quiero pensar que estás comparando a esta chica con Steffy. —Mamá… —Déjame hablar hijo, por favor. —Está bien. Se sienta en la orilla de la cama. —Jonás sé que sufriste mucho por lo que Steffy te hizo, pero no puedes comparar a todas las mujeres con ella, a pesar de que Ainhoa se ve una chica educada y preparada, siento que es sencilla, y tiene un buen corazón, sé que la acabas de conocer y realmente hiciste una buena obra al ayudarla, pero no te confundas hijo, no es Steffy. Suspiro con frustración. —Lo sé mamá, tienes razón. —Ve a hablar con ella, se iba a dar una ducha, le preste una de mis pijamas, espero que no le quede muy grande. Sonrío. —Gracias mamá, perdóname por ser tan ingrato. —No hijo, no lo eres, todos nos equivocamos. Me da un abrazo y se pone de pie. —Ve con Ainhoa, pero solo hablen, no hagan más cosas en mi casa. Suelto una carcajada. —La acabo de conocer mamá. —Lo sé, pero ya no se sabe, la juventud de ahora esta loca. —Pero yo no estoy tan joven. —Disculpa anciano, no te vayas a quebrar la cadera al levantarte —bromea a mi madre y sale de la habitación sonriendo, me pongo de pie para ir a la habitación donde está Ainhoa. Al estar en la puerta dudo si es una buena idea o no, tomo aire y toco la puerta despacio. —Adelante —contesta tímida. Entro y está sentada en la cama con la mariposa en sus brazos, tiene el cabello húmedo y sus mejillas sonrojadas. —¿Estás bien? —le pregunto. —Si, creo. —Ainhoa quiero pedirte una disculpa. —¿Por qué Jonás? Suspiro y me siento en la cama. —Hace un tiempo me comprometí con una chica, pensaba que me amaba, como puedes ver soy un hombre aburrido, sin gracia alguna y para colmo nerd. Ella levanta las cejas y mueve la cabeza negando. —¿Es una broma? —cuestiona. —No, estoy hablando en serio. —Si, pero no te estás describiendo a ti. —Es que no me conoces. —Si tú lo dices —contesta encogiéndose de hombros. —El punto es, que la chica solo me utilizaba, gastaba mi dinero para darse sus lujos, incluso se obsesionó porque era la cuñada del famoso jugador Brett Watford. —¿Quién es él? Volteo a verla asombrado. —Mi hermano, juega para el equipo de football de aquí de Denver. —No veo deportes, me la paso trabajando. —Bueno, ya no me siento tan mal, también trabajo demasiado. Sonríe y espera a que continúe. —Ella estaba obsesionada con la vida de Brett, soñaba con que algún día viviríamos como ellos, no te voy a negar que gano muy buen dinero y podría darme una vida así, pero no me interesa, soy feliz con mi vida de una manera sencilla, terminamos cuando hubo un problema familiar y ella solo pensaba en cosas superficiales, incluso mencionó que Brett algún día me daría dinero para comprar una mansión como la de él, no sé porqué estuve ciego tanto tiempo, pero, eso me hizo reaccionar. —Gracias por contármelo, realmente tuviste una mala experiencia y puedo entender tu comportamiento. —No me estoy justificando, pero siento que de alguna manera todo esto si me afecto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD