Salgo corriendo y subo a la habitación furiosa, detrás de mí entra Brayiam y cierra la puerta. Lo miro molesta, me seco el vestido con una toalla, estoy empapada y la piel me arde.
—Déjame ver —me dice pero lo ignoró dándole la espalda.
— ¿¡Que!? —Grito frustrada, trato de abrirme el vestido pero no puedo, trato de calmarme. —Es el colmo, no me basto con el café hirviendo. —Estoy furiosa. —Peleo con la cremallera y no puedo bajarla. Brayiam se pone detrás de mí, baja la cremallera y abre el vestido, me lo quito y lo tiro de mala gana en el piso. Me pongo al frente de un espejo tengo la piel roja. —El me mira — ¿Estas feliz? —Pregunto enojada.
—Voy a hablar con ella —me dice serio, le muestro mi pecho para que vea que tengo la piel roja y ardiendo, me mira pero de una manera que no esperaba, está mirándome con deseo, me aparto, esa no era mi intención.
—Mira Brayiam déjame en paz y lárgate con esa niña mal educada —digo y busco una toalla.
—Fue un accidente —dice. Me doy vuelta y lo miro, me río con sarcasmo.
— ¿Crees que soy estúpida? No fue un accidente, lo hizo a propósito, está loca. —Exploto —Derramo café hirviendo encima de mí. Estoy segura que la de la ducha fue ella —me mira serio, sé que él lo sabe también. Y realmente tiene razón, esta no es mi casa, ni mi ropa, ni nada. —Tengo un nudo en la garganta. —Mira como me dejó ¿Te parece un accidente? —mis ojos se cristalizan y respiro profundo.
—Ven —yo me alejo y me toma del brazo, me sienta en la cama, toma una toalla y una crema. Me mira el pecho — ¿Puedo? —Pregunta y asiento. Me limpia, arde mucho. —Voy a hablar con ella —me dice seguro.
—Como si eso sirviera de algo —le digo y me mira a los ojos.
—Te lo juro, no va a volver a pasar —me dice — ¿Qué quieres para compensarte? Pregunta.
—Ya he pasado un mal momento, me quemó, además no sé qué le hice para que me odie tanto —hay un silencio. Al parecer este desayuno no resultó como esperaba —digo amargamente y coloco mi cabello hacia un lado, lo veo como está concentrado limpiándome.
—Mírale el lado positivo —acaricia mi piel —si no fuera por esto, en este momento no estaríamos aquí, tú en ropa interior y yo limpiándote —me mira a los ojos y se ríe.
—Te causa risa verme así, mira mi piel, estoy ardiendo —me aplica crema.
— ¿Mejor? —me pregunta, lo miro y asiento. No va a volver a pasar… Te lo juro —toma mi mano y me da un beso.
—Te agradecería que esa niña no se me acerque, no quiero que me mate. Me mira a la cara y luego mira mis pechos, se muerde el labio. —Mi cara es arriba —le digo, se ríe y yo también.
—Tan directa, además esta vista no la tengo todos los días —acaricia mi mejilla. —Me gustas tanto —me dice y yo acaricio su mejilla.
—Gracias —le susurro —por ayudarme —abre los ojos. —Por salvar a mi familia, siempre estaré en deuda contigo —le miro a los ojos.
—Tú no me debes nada —susurra y yo no puedo dejar de mirar esos ojos grises —después de que estés aquí todo estará bien —dice y mira mis labios.
—Tú y yo sabemos que siempre estaré en deuda contigo —le sonrío —no lo quise ver antes, soy muy orgullosa, pero se reconocer cuando alguien hace algo bueno y aún más como lo tú hiciste por mí, me acerco más a él —le sonrío y me mira de una manera que me pone tan nervioso.
—Todo lo que hice, lo hice por ti —no entiendo. —Porque no eres igual a ninguna otra mujer que haya conocido. Eres la mujer más hermosa que he visto —me recorre con la mirada. —Porque tienes algo que me envuelve y porque sé que no me traicionarías. No eres ambiciosa, eres elegante, fina, inteligente, fuerte, valiente, tienes todas las virtudes que siempre he buscado en una chica —yo sonrío y niego. —Sólo te voy a pedir que no te vayas —dice, muerdo mi labio y asiento.
—Quiero que sepas que desde ayer decidí quedarme —le digo, se ve sorprendido —a menos que tú me pidas que me vaya. —hay que reconocer que es muy guapo y la manera en que me mira es tan ardiente.
—Voy a ser todo para que te quieras quedar —sonrío y me muerdo el labio a causa del nerviosismo. —Cuánto deseo tus labios —me toca los labios, me estremezco, cierro los ojos y me dejó llevar por las sensaciones.
—Si lo deseas hazlo —susurro y se levanta, me mira a los ojos y junta sus labios con los míos. Me besa, es un beso lento, delicado, recorre mi boca y yo la de él, me recuesta en la cama y yo me dejo. Se separa de mí y me mira — ¿Qué? —le pregunto.
—Eres muy hermosa —me sonrojo — ¿Te sonrojas? —Me mira y me da tanta vergüenza que aparto la vista — ¿Por qué te sonrojas? —dice intrigado y yo miro a otro lado, él me toma la cara y no sé a dónde mirar.
—Porque me miras así —digo y se hace el indignado —y me dices ese tipo de cosas. —Me toma la cara. —Deja de mirarme así —me tapo la cara, veo esos ojos que me estremecen.
— ¿Por qué? —Dice mirándome. — ¿Puedo hacerte una pregunta? —me mira los senos.
—Dime —y caigo en cuenta que estoy en ropa interior y Brayiam arriba de mí. —Yo creo que me voy a vestir —digo, me pongo de pie y el también, veo que sonríe.
—¿Por qué? —dice mirándome.
— ¿Por qué? Pues porque estoy semidesnuda, tú arriba de mí y aparte me estas mirando, eso me pone nerviosa —se ríe. —Sí, aunque no lo creas tú me descontrolas —me escucha, me mira y se acerca a mí. —No quise decir eso —digo —lo que quise decir es que me intimidas.
—Entonces te intimido —comienzo a retroceder, está jugando conmigo, lo sé.
—No —digo y miro como se me acerca. —Quise decir que eres un hombre guapo —se sigue acercando y quedo acorralada entre él y la pared.
— ¿Crees que soy guapo? —Se acerca y me mira fijamente, yo niego. —Porque yo creo que eres mucho más que guapa —se muerde el labio y es tan grande.
—Solo diré que no eres feo —me sonríe coqueto y pasa su lengua por sus labios.
—Mi muñeca… yo no soy feo, soy mucho más que guapo —ruedo los ojos.
—Hasta creído me saliste —lo miro coqueta y ruedo los ojos.
—Y tú escurridiza —no le voy a demostrar miedo, ni nada, así que me ruedo hacia delante y quedo aún centímetro de él.
— ¿Qué decías? —Se ríe, yo lo miro y paso mis manos por su cabello.
—No me provoca —dice mirándome, estoy jugando con él y él conmigo.
— ¿Por qué? —Trazo círculos en su pecho — ¿Qué vas a hacerme? — Lo reto, y sonrío lo más seductora que puedo.
Me mira, retrocede un paso, si algo tengo claro es que no soy fea y estoy seguro de lo que tengo aunque nadie me lo haya dicho. Su mirada me intimida pero no se lo demuestro, me mira a los ojos y yo muerdo mi labio y se me lanza encima. Estaba desprevenida, ataca mis labios y yo lo dejo, le devuelvo el beso con la misma agresividad y salvajismo. Me empuja y choco contra la pared, no me quejo ¿¡Me gusta!? Coloco mis manos en sus hombros, el me coge de las manos y las pone por encima de mi cabeza y se separa de mis labios por falta de aire ¡Que beso! Nuestra respiración es agitada, lo miro, el me mira y esta vez soy yo quien lo beso, él sonríe y se pega a mí, es como si lo necesitara y va bajando sus manos a mi cintura, la acaricia, baja a mi trasero y lo aprieta.
FLASHBACK
—Cuando me besas de esa manera quiero tenerte, hacerte mía, pero entiendo que quieres esperar hasta el matrimonio, cuando nos casemos no habrá más impedimento. —Promételo, nunca te vas a dejar tocar de nadie, solo de mí, seré el primero y el único.
***
—Mmmm —susurro y Brayiam sigue besándome, pero no sé porque me vino ese recuerdo a la cabeza en este momento. Aron, te lo prometí. Paro a Brayiam bruscamente.
—Voy a cambiarme —le digo, se ve muy sorprendido.
— ¿Qué pasa? —Susurra en mi oído. —Pasa Aron —pienso y niego.
—Nada, me acorde de algo —digo confundida, me volteo, voy al closet y me jala del brazo.
— ¿Te acordaste de alguien? —Está furioso, miro su agarre y no me suelta.
—Da lo mismo, suéltame —trató de soltarme pero me sigue sujetando.
—O hablas o te vas a arrepentir —dice y da miedo — ¿Cómo una persona puede cambiar tan rápido? Pienso.
—Recordé una promesa… Contento, ahora déjame —me suelta y me toma la cara entre sus manos, yo lo miro, me da miedo. Suena la puerta
— ¿Quién? —Grita, yo me estremezco.
—Señor problemas —escucha y me mira.
—Prepárate porque quieras o no ahora que regrese vas a estar conmigo —trago en seco —pagué tanto por ti que todavía estoy solucionando problemas de tu familia así que alístate para complacerme porque hoy nadie te salva. —Me empuja y sale de la habitación.