Capitulo 8

1481 Words
—Brayiam, tu sabes que yo te amo. Ella no es mujer para ti, lo sabes —la miro a los ojos y agarro fuerte su brazo, se queja. —Según tú nadie es mujer para mí. Trato de calmarme para no hacerle daño — ¿Dime quién? ¿Tu? —dice. —Sí, yo. —Niego con la cabeza, está loca —Yo te amo, se cuáles son tus gustos, se todo de ti. —Cierro los ojos y respiro. —Yo no te amo y nunca lo voy a hacer, te veo como una amiga nada más. Entiende, lo de nosotros es solo sexo y nada más, eso es lo único que obtendrás de mí. —Digo firme. —Tú jamás serás una mujer para mí, métetelo en la cabeza, la quiero a ella y no voy a permitir que te metas con ella. —Solo te digo que ella no es mujer para ti —dice esto y se va. Me siento en el comedor, son las diez y apenas voy a desayunar, veo bajando las escaleras a Michel, se ve tan hermoso con ese vestido blanco, esos ojos verdes y ese cabello n***o, largo, esas curvas que amo y que son tan tentadoras. La miro y es tan hermosa, sus ojos transmiten tanto. —Buenos días —dice María mientras me mira y luego mira a Michel de una manera que no me gusta. —Buenos días —le abro la silla a Michel y ella mira a María. *** —Pensé que ya habías desayunando —le digo a Brayiam. —No… estaba solucionando algunos asuntos de seguridad. Me sonríe, tiene una linda sonrisa. —Te ves muy hermosa esta mañana —me dice y yo sonrío. —Muchas gracias —lo miro y me mira con esos ojos tan hermosos que me traspasan, me sonrojo y él sonríe. — ¡Señora bajó! —dice Marcia, volteo y miro, asiento y le sonrío.  — ¿Vas a desayunar? —Miro y es María, le pregunta a Brayiam con una sonrisa y pone su mano en el hombro de Brayiam, yo la miro sería. —Sabes que si —le contesta seco y yo sonrió. — ¿Pregúntale a la señora que va a desayunar? —Yo la miro fríamente como si no fuera nada, ella también me mira y yo la reto con la mirada. —Que le diga a Marcia —dice, me mira con odio y todos nos damos cuenta. — ¿Por qué… no puedo decirte a ti? —Brayiam me mira y yo lo miró a él en busca de una respuesta. —Claro que puedes decirle a María —dice y le sonrío tiernamente. —Yo atiendo solamente a Brayiam —alza su tono de voz y yo la miro sorprendida. —El señor Grosbfiab para ti —la miro sería y segura. —Ya es tarde y aún Brayiam —recalco el nombre de Brayiam a propósito —no ha desayunado, él trabaja mucho y debe comer a la hora que es. —Lo miro, me sonríe y yo a él.  —Yo no recibo órdenes tuyas —la miro sería y Brayiam la mira, sé que está enojado, sólo espero que no sea conmigo. —Tú no eres nada ni nadie —la miro y sonrío. Brayiam la mira y se sienta al otro lado de la mesa — ¿La servidumbre come con los señores? —pregunto y miro a Brayiam Grosbfiab y ella me mira mal.  —Yo no soy una sirvienta —dice furiosa y yo me hago la ofendida. —Brayiam dile a la estúpida que yo no soy una sirvienta. —Yo abro los ojos como platos y no digo nada. —No eres más que una aparecida —dice y yo me hago la víctima.  — ¡Ya basta! —Grita, yo me sobresalto, me levanto de la mesa y el me mira. —Yo mejor me voy a la habitación, veo que estoy ocasionando problemas y eso es lo que menos quiero. Disculpa pero de donde vengó así se les llama a las personas que sirven y disculpa si te ofendí —lo miro con tristeza y él se ve desesperado. —Tú no te vas, siéntate —dice firme mientras me mira, yo lo miro seria. —Déjala que se valla, esa puta con su carita de niña buena y todo, usando ropa que ni siquiera es de ella, la forma de hablar, de mirar, sus putos modales, como la detesto. —Yo la miro sin entender — ¡Lárgate! no te das cuenta que nadie te quiere aquí —me grita de una manera y yo la miró sería. —Esta no es tu casa  —dice de mala gana. —Terminaste —la miro sería y miro a Brayiam —te voy a decir dos cosas, la primera, no soy una puta, ojalá lo fuera, seguro no estaría aquí. Y segundo, pueda que esta no sea mi casa pero no te voy a permitir que tú me hables así. —La miro furiosa, pero no lo demuestro. Me voy a girar y Brayiam me toma del brazo. —Quédate —niego con la cabeza. —Quédate por favor —dice molesto y desesperado. —Mira Brayiam no me interesa seguir escuchando estas tonterías que dice esa señorita —la miro con asco —o lo que sea que es. —No sabía que la servidumbre se tomaba tantas atribuciones. — ¡Lárgate! —me grita ella y yo miro a Brayiam. —Siéntate —me dice serio y lo miro —escucha lo que voy a decir por lo menos —asiento. —Está bien —suspiro con algo de tristeza. —Mira María, sabes que te aprecio. —Yo la miro sonriente burlándome de ella en su cara —Te deje hablar para ver si te dabas cuenta de lo que estabas diciendo —yo la miro con burla, miro a Brayiam, él me mira y yo cambio mi cara a una de tristeza. Te lo digo ahora y es la primera y última vez que te lo voy a decir, a la señora la respetas —la miro como la mierda que es, que ni crea que esto se va a quedar así. —Retráctate —dice firme —pídele perdón por lo sucedido. —Brayiam no hace falta yo me voy ¿sí? —me agarra fuerte del brazo y no me suelta.  —No, me dice y mira a María — ¡Te estoy esperando María! —Ella me mira y yo sonrió, camina y se pone delante de mí y sonrío. —Yo… Lo siento. —Me mira, sé que lo dice de dientes para afuera, pero aun así lo disfruto. —Es sólo que me importa Brayiam. —yo la miro sería —El señor Grosbfiab —asiento con la cabeza y se va a la cocina. Miro a Brayiam. —No pensé que se comportaría así, discúlpala —yo lo miro con tristeza y agacho la mirada, me toma el mentón y me alza la mirada.  —Nunca fue mi intención ocasionar problemas, pero eso me pasa a mí por bajar, por querer que tú y yo… —Me quedo callada y el me mira atento. — ¿Que tú y yo...? —me mira y veo un destello de felicidad y esperanza en sus ojos, sonrío, me gusta jugar, es cierto. —Nada, olvídalo. —le digo y me pongo como un tomate. —Dímelo, necesito saberlo —me acaricia la mejilla y yo sonrío por dentro. —Pues que tú y yo nos acercáramos más. —Sonríe —¿Que nos conociéramos? —pregunta y sonríe. —Tú sabes de lo que habló, no me hagas hablar —se ríe — ¿Te estas burlando de mí? —le pregunto y me sonríe. —No. Jamás haría eso —me mira a los ojos y se acerca, me va a besar, yo lo miro, esta tan cerca de mí, nuestras respiraciones se mezclan y rosa sus labios con los míos. —Ya está el desayuno —me sobresalto y me pongo como un tomate, él sonríe y caminamos hacia la mesa. —Señora está usted muy bonita —yo la miro y le sonrío algo apenada — ¿Por qué decidió bajar? —me pregunta y Brayiam me mira fijamente a le espera de mi respuesta. —La verdad decidí venir a acompañar al señor —él sonríe y me tiende la mano, yo le tiendo la mía y deposita un beso en ella —Nana no me sirva comida. —Señora pero usted no ha tenido buena alimentación estos días, así que le voy a traer algo de fruta, café y jugo —yo asiento y sonrío. —Siempre quiere cuidar a todos —digo, miro a Brayiam y el asiente. — ¿Porque cambiaste de opinión? —me pregunta Brayiam y yo suspiro. — ¿La verdad? —Le pregunto y asiente. —He pensado y quiero llevarme lo mejor posible contigo, para ser mi estadía aquí lo más grata que pueda —sonríe complacido con mi respuesta. —Me parece bien —me mira como si no lo creyera. —Vas a ver que no te vas a arrepentir —dice mientras lo miro. No deja de mirarme, le sonrió y veo que a María eso le molesta. Sigo coqueteando con él. Le sirve café a Brayiam.  —Yo también quiero café —pero sólo es para provocar a la perra —por favor. Brayiam sonríe complacido. —Claro —dice de mala gana, me va a servir café caliente pero lo derrama encima de mí y se ríe. Yo me sobresalto, está caliente. Me sacudo, Brayiam se levanta y corre hacia mí. Estoy furiosa. —Lo siento —lo dice de manera burlona. — ¡Cállate! —digo molesta y miro a Brayiam que se me acerca, yo me alejo de él y salgo corriendo por las escaleras hacia la habitación. —Muñeca espera —escucho en mi espalda. —Maldita perra me las vas a pagar.
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