Capitulo 7

1878 Words
—Soy yo —dice Brayiam, me pongo como un tomate, me giro, estoy temblando, se me acerca y me agarra por los brazos. —Estas temblando y muy helada —siento un corrientazo, una sensación nueva. —Lo sé —le digo, está caliente, cuanto quisiera que me abrazara. —Es… que me... duche con agua fría. —Tiemblo, busco un pijama de color n***o. —Te vas a resfriar —me giro, esta tan cerca que no me gusta, me incomoda. —Me bañe con agua fría, el calentador no sirve, busqué una toalla pero no encontré una más grande —tiemblo y me mira con una mirada que no había visto antes. —Ven —me pide la mano, lo miro, lo abraza y cierro los ojos. —No quiero que te enfermes. —Huele muy bien.  —No quiero ocasionar más problemas —digo con frío y me frota los brazos, se siente tan bien. Me abraza fuerte y apoya su cabeza encima de la mía. —Tranquila, mandaré a arreglar el calentador. —Asiento con la cabeza. —Ven vístete —me separo de él, veo como me mira. Aún tengo frío pero no como antes. Lo miro alarmante. —Me voy a girar y te vistes —dice él y yo asiento. Lo miro, veo como me mira, sonríe y yo estoy como un tomate, me intimida tanto. Se gira y dejó caer mi toalla, me pongo el pijama lo más rápido que puedo. —Ya te puedes girar —se voltea y me mira. —Quiero que sepas que no voy a ocasionarte más problemas —digo con miedo, me mira, se acerca a mí y retrocedo. —No me tengas miedo —habla tan dulce, yo solo lo miro. —Yo nunca te haría daño —acaricia mi mejilla. —Entiende que no —lo miro a los ojos y veo dulzura, me confunde.  —Me voy debajo de las sabanas, tengo frío y estar aquí no me ayuda en nada —digo mirándolo, le sonrío y me sonríe. Me mira, me recorre con la mirada, agacho la vista, de inmediato me voy a la cama y me meto debajo de las sabanas, sólo dejo mis ojos descubiertos. Después de un rato veo pasar a Brayiam sin camisa, descalzo y con los pantalones abiertos. Nunca lo había visto sin camisa —que cuerpo tan perfecto tiene. —Dejo de  mirarlo y respiro hondo. Veo que sale de la habitación — ¿Porque no estará casado? O algo así. Sé que no lo está porque mi padre jamás me habría entregado así. ¿Porque? —Me pregunto —Regresa con un pocillo, se sienta al lado mío, me mira y yo a él. —Mira —me muestra la tasa  —te traje chocolate caliente. —Me siento en la cama, me da la tasa, nuestros dedos se rozan y siento algo tan nuevo. —Hará que te sientas mejor —me sonríe. —Ya arreglé lo del calentador, a alguien se le dio por cerrarlo. —Agarro el pocillo fuerte con las dos manos.   —Al parecer a alguien se le dio por hacerme una broma —sonrío y respiro el humo caliente del chocolate —y les quedo muy bien el chiste —digo. Estoy congelada —le sonrío algo tímida y sólo me mira. —Me voy a duchar, a ver si no me la hacen a mí también —dice Brayiam, sonríe y yo a él. Lo veo caminar al baño. Me tomo el chocolate caliente, muy lento para disfrutarlo. Me lo bebo todo. Pensé que me congelaría. Me levantó y pongo la tasa en una mesa de noche, miro que la puerta del daño está abierta y me entra la curiosidad de verlo — ¿Será? —me pregunto. Me asomo y lo veo a través del vidrio trasparente de la ducha. Su cuerpo es muy atlético, es tan guapo y sexy. Miro como cae el agua por su cuerpo, se ve tan relajado y tan sexy. — ¿Qué hago? —Dejo de mirarlo y salgo corriendo, porque ya se dispone a salir del baño, apago las luces y dejo su lámpara prendida y me acuesto. Miro la hora, son las diez de la noche y no tengo sueño, respiro y lo veo pasar con una toalla, yo cierro los ojos, pero sé que se dio cuenta que estoy despierta. Nuestras miradas se cruzan y cierro los ojos, él sonríe y pasa hacia al closet. Yo me pongo de lado dándole la espalda, mirando hacia la pared, me arropo y lo escucho acostarse. —Puedes rodarte hacia acá o te vas a caer, no muerdo —yo me muerdo el labio. Estoy en la punta de la cama. —Estoy bien —le digo algo nerviosa —gracias. —No hubiese hablado ¿Por qué lo hice? ¡Qué estúpida!  —Hace mucho frío —lo escucho decir. Se mete debajo de las sabanas y se rueda a mi lado siento su pecho en mi espalda, su respiración detrás de mí. —Eres una mujer muy hermosa —dice y cierro los ojos —demasiado hermosa. —Agradezco que todo el lugar este en completa oscuridad,  porque si no estuviera roja. —No quiero hablar de eso, me da vergüenza y estoy cansada, tengo sueño —digo torpemente, él se ríe, jala la cobija y me la quita. —No quieres hablar, ok, hablaré sólo —susurra en mi oído —aunque sé que me estas escuchando eres muy hermosa y lo digo enserio, tu cuerpo es tan perfecto —sonrío, me gusta escuchar sus halagos. Se pega más a mí y siento que el corazón se va a salir de mi pecho. Pone su mano en mi rodilla y va subiendo lentamente, se siente bien, tan bien que quema, cierro los ojos y sigue subiendo, mete su mano debajo de mi pijama. —Tu piel es tan suave, más suave de lo que se ve —susurra mientras va subiendo a mi trasero. Mete su mano debajo de mi pijama y toca mi trasero lentamente, lo acaricia y me excita. Aprieta y sale un gemido de mi boca, mi respiración aumenta trato de no perder el control. —Te deseo tanto —susurra en mi oído seductoramente —desde que te vi. Yo trago en seco. —Pero ya llegara el momento. —Me jala y me pega a él y me abraza fuerte —descansa. —Me da un beso en el cuello y se duerme, yo hago lo mismo. Abro los ojos y miro una mano que me tiene abrazada, es la mano de Brayiam, sigue dormido, miro el reloj y son las ocho, yo no duermo tanto. Veo a Brayiam abrir los ojos y yo cierro los mios, me da un beso en los labios y se levanta. Veo que va al baño y yo sonrío. Me siento en la cama y me cepillo el cabello, me limpio los ojos, voy al closet y encuentro un vestido muy hermoso de color blanco, se nota que me quedará  pegado al cuerpo, saco una correa negra y unos tacones del mismo color. Al girarme me encuentro con Brayiam mirándome y me asusto. —No fue mi intención asustarte —niego con la cabeza y sonrió, está en toalla, se ve tan sexy todo mojado. —No… Es que eh estado desde ayer un poco nerviosa —digo tomando la ropa en mis manos. —Te dejo para que te vistas a gusto —digo mientras me dispongo a ir al baño, pero no me deja pasar. —A gusto estaría si tú me vistieras —yo me pongo roja y miro al suelo. —Me voy a bañar —salgo casi corriendo pero me toma del brazo. —Te acompaño —niego con la cabeza y sonrío nerviosa —nunca me habías sonreído —yo lo miro. —Si prefieres no lo vuelvo a hacer —me mira y sonríe. —No, me gusta mucho —yo le sonrío tímidamente —te espero para ir a desayunar. —No es necesario, tardo mucho en la ducha y no tengo hambre, pero si me decido bajo después —su mirada cambia a una de decepción y me voy al baño. Después de salir del baño me visto, el vestido me queda dos manos arriba de las rodillas, pegado al cuerpo como lo supuse, esta descubierto en la espalda, es bonito. Me pongo la correa negra en la cintura, luego los tacones y empiezo a maquillarme, no son mis maquillajes, pero bueno. Me pongo base, polvo, delineador, rímel, rubor y pintó mis labios de un tono rosa. Plancho mis cabellos y paso un ondulador. Me veo muy hermosa y sexy — ¿Será que bajo? —Me pregunto y en ese momento miro la cadena en mi cuello con un pequeño dije de un corazón, lo meto dentro de mi vestido y respiro profundo —voy a bajar —digo. *** —Hola nana —le doy un beso en la mejilla y ella me sonríe.  — ¿Cómo amanece el día de hoy señor? —niego con desagrado. —Después de todo lo que paso estaba muy enojado, pero me calme y ella también y eso te lo debo a ti, gracias. Sé que reaccioné muy mal ayer —digo —y sé que no soné como si me disculpara. —Señor —la miro a los ojos —aunque ella siempre se muestre fuerte, y se que lo es, hay cosas que no son sanas —dice y asiento, eso lo sé. —Lo sé. Sé que no debía hacer lo que hice delante de ella, pero estaba tan enojado. —Lo sé. —Dice Marcia— Me preocupé al verla así ayer. —Yo asiento —No vuelva a hacer lo que hizo ayer porque entonces ella le va a temer. —Más de lo que ya me teme —pienso — ¿Y qué le dijo anoche, le habló? —Anoche a pesar de todo estuvimos más cerca de lo que nunca habíamos estado antes. —Sonríe complacida —pero hoy volvió a ser la misma. No sé si me tiene miedo, si va a seguir con lo mismo. La invité a desayunar conmigo para bajar la tensión y conocernos más pero dijo que no. Que no tenía hambre y que si alguna cosa ella iba abajar. Creo que sigue pensando lo mismo de mí desde el día que la traje aquí, solo que está un poco más calmada —digo con tristeza —y no sé qué hacer para acercarme a ella, siempre pone una barrera. —O usted esquíen pone esa barrera —dice Marcia, yo asiento — ¿Quizás? —pienso. —Yo creo que va a bajar —yo niego —tenga fe, es lo último que se pierde. Dele tiempo, todo esto es demasiado para procesar en tan poco tiempo. —Me saca de quicio no poder hablar con ella —suspiro. —Más bien no poder manejarla como usted quisiera. Señor calma, ella es especial al igual que usted. —yo niego — ¿Especial como yo? —No —digo para mí mismo. — ¿Porque no te das cuenta que ella no quiere nada contigo? —Volteo y miro a María. —Eres estúpido o no entiendes el desprecio —dice y me está sacando de quicio. —María no te metas en lo que no te importa —digo. —Si me importa, no te das cuenta, es una presumida, orgullosa, que mira a todos por encima del hombro, ella no es mujer para ti. Tú necesitas una mujer de verdad —a veces no sé cómo la soporto. —María corta esa lengua, la señora no es así —Nana le dice eso y tiene toda la razón. —Sé que la del calentador fuiste tú, lo apagaste y no te atrevas a negarlo —le dice Marcia a María antes de irse a la cocina. Esta no responde a la acusación y Brayiam  intuye que es cierto. —Nana déjame hablar con María a solas, vete a la cocina. —Entonces fuiste tú —dice Brayiam —te voy a decir dos cosas, esa es mi mujer, la que quiero para mí, la que quiero en mi vida, así que deja de meterme en donde nadie te ha llamado y no acabes con mi paciencia porque ya me estas hartando.
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