❥•༻Kai°❀
Mi día comienza un poco mal, antes de que amanezca, mi teléfono no deja de timbrar, me preocupa que pueda ser alguien relacionado con Farren o peor aún, él mismo.
Creo que cambiaré de nuevo mi número, ya que eso me tiene inquieta.
Hoy llegaré un poco tarde al trabajo, tengo cita con mi psicóloga, aunque estoy un poco vulnerable y me temo que enfrentarme a mis temores no me dejará muy bien.
Llego a la clínica y me registro, a los pocos minutos sale Dayan.
—Hola, Kai —saluda, amable.
—Hola, Dayan.
—¿Estás lista?
—Sí —la sigo y entramos a su consultorio.
Tomo asiento en el sillón de cuero café, mientras ella toma su computador y se acomoda frente a mí.
—¿Cómo han ido las cosas? —empieza.
—Bien, no puedo quejarme —suspiro.
—¿Qué tal tu viaje a Nashville?
—Nada mal, solo que llegar a la ciudad me provoca algo extraño en la boca del estómago, puedo sentir que el temor invade mi cuerpo y… no sé si quiero regresar en algún momento.
—Kai, pasaste por situaciones muy complicadas en ese lugar, si tu mente no reaccionara al cambio, sería muy extraño —explica con voz tenue—. ¿Qué te preocupa?
—No poder confiar de nuevo —confieso.
—¿Te refieres a una relación?
—Sí, es complicado, siento que podría enamorarme de nuevo; no obstante, no quiero formalizar.
—Kai, todo lleva un proceso, no puedes pensar en una relación formal cuando no te has dado otra oportunidad, muchas mujeres que han pasado por violencia les cuesta confiar de nuevo e incluso enamorarse.
—Lo sé, creo que hoy no es un buen día, estoy demasiado pesimista.
—¿Hay algo en especial que te haga sentir así? —interroga.
—He estado recibiendo llamadas de números desconocidos, respondo y nadie contesta.
—¿Crees que puede ser Farren?
—No tengo idea, pero eso me está provocando cierta inquietud y creo que cambiaré de nuevo mi número.
—Me parece una excelente idea —afirma—. ¿Sigues soñándolo?
—Solo en contadas ocasiones, fueron muchos años a su lado y todavía me pregunto, ¿por qué me quedé?
—Lo hemos hablado Kai, los hombres como Farren se valen del chantaje emocional para manipular y conseguir sus objetivos.
—Cierto, en alguna ocasión le grité que lo iba a dejar y amenazó con quitarse la vida —suspiro—. Cada vez recuerdo más cosas y me siento peor.
—No deberías, estás saliendo adelante y mejor de lo esperado.
—Puede ser —tomo aire—. Emmett me invitó a acampar el fin de semana —cambio de tema.
—¿Y cómo te sientes al respecto?
—Emocionada, me agrada mucho su compañía y estoy segura que la pasaremos bien.
—No hay nada mejor que pasar un tiempo en la naturaleza, te aseguro que te ayudará mucho a despejar la mente.
—¿Despejar la mente con él a mi lado? —cuestiono y se ríe.
—Tal vez sea complicado, pero puedes intentarlo —sugiere divertida.
—¿Sabes algo de la familia de Joha? —indago, es la chica que conocí en la clínica y el novio le quitó la vida.
—No, Kai, sabes que son temas confidenciales.
—Me dijo que su mamá sufría mucho por ella y…
—Todos están bien, créeme —me tranquiliza—. Están recibiendo la ayuda necesaria para pasar por tan irreparable pérdida.
Conversamos un poco más, nos despedimos y salgo a tomar el autobús para ir al restaurante.
—Hola, ¿todo bien? —saluda Gala cuando llego.
—Sí, vengo de terapia.
—A veces pienso que debería ir, pero no sé si me ayude —tuerce la boca.
—Por supuesto que ayuda —replico—. Piénsalo, es una excelente idea.
—Sin documentos, sin seguro médico y para colmo sin hablar bien inglés, dudo mucho que encuentre ayuda.
—Esos son pretextos, puedo llevarte a varios lugares en los que te ayudan sin que tengas que pagar, y por supuesto, existen psicólogos que hablan español.
—Nunca he pedido ayuda y no sé si…
—Inténtalo, si no te agrada, no vas y ya —señalo.
—Tienes razón, lo haré, ahora vamos a trabajar antes de que vuelva el jefe, nos regañe y la terapia termine siendo más necesaria.
Nos ponemos a trabajar y el día pasa demasiado rápido con todo el ajetreo en el restaurante.
Llego al apartamento, como algo rápido y tomo mi computadora para ponerme al corriente con algunas tareas, mantener la mente ocupada me ayuda a no pensar. Mi teléfono suena dándome un enorme susto y al revisarlo, me tranquilizo, es Helga.
—Hola, hija —saluda.
—¿Cómo estás Helga?
—Bien, fui a recoger algunas cosas esta tarde al apartamento, el viaje de mis jefes se pospondrá y me quedaré más días de lo planeado.
—Está bien, no te preocupes —la tranquilizo.
—Te llamo en estos días para avisarte cuando regreso.
—Perfecto.
—¿Todo en orden? —indaga.
—Sí.
—Bueno hija, nos vemos pronto, que descanses.
—Adiós, Helga —cuelgo la llamada, estoy a punto de dejar mi teléfono en la mesa cuando vuelve a timbrar y respondo sin fijarme en quién llama—. Hola.
Escucho a alguien respirando profundo, reviso el número y es desconocido.
—¿Eres tú Farren? —pregunto, molesta—. ¿Qué quieres de mí? ¿¡Di algo!? —grito, alterada.
En eso unos golpes en la puerta me hacen pegar un salto y suelto el teléfono, el cual cae al suelo y la pantalla queda completamente rota.
Respiro profundo y me acerco a la puerta para abrir.
—Hola —saluda, Emmett—. ¿Estás bien?
—Sí —respondo, aclarándome la garganta.
—¿Qué le pasó a tu teléfono? —se acerca a levantarlo.
—Se me resbaló.
—Creo que necesitarás otro nuevo —lo pone sobre la mesa—. Nuevamente disculpa que viniera sin avisar, pero… —se queda en silencio.
—¿Pero? —presiono.
—Podría decirte mil cosas como pretexto, pero la verdad es que tenía ganas de verte —confiesa y por alguna razón su respuesta me hace sonreír.
—Me alegra que vinieras, mi día no fue muy bueno y tu visita sin duda mejora mi noche —admito.
—¿Quieres ir al cine?
—¿A esta hora? —cuestiono.
—Por supuesto, podríamos ver una buena película, comer muchas palomitas y beber mucho refresco, para después no poder dormir.
—No sé si me agrada tu plan —arrugo la nariz.
—Son las siete, hay un cine cercano y regresaremos antes de las once —propone y se queda esperando mi respuesta.
—Está bien, me parece una buena idea —acepto.
—Perfecto —se frota las manos y voy a alistarme.
—¿Qué te gusta ver? —interroga, cuando me abre la puerta de su camioneta.
—De todo.
—¿En serio?
—Sí —contesto, cierra la puerta y se da la vuelta para subirse.
—¿Cuál es tu película favorita? —indaga, arrancando la camioneta.
—Yo antes de ti.
—Es triste —tuerce la boca.
—Lo es, pero me encanta, a veces también el amor se demuestra soltando a la persona para que pueda ser feliz.
—Tal vez, pero no me gustaría imaginarte llorando cada vez que la ves —me mira—. ¿Alguna serie que me recomiendes?
—From, es un poco de terror, fantasía, suspenso y me ha parecido realmente interesante, aunque por ahora solo he visto los primeros capítulos, me tiene intrigada.
—Definitivamente me gustaría verla, ¿me invitarías?
—Por supuesto, puedo repetir los capítulos que ya vi y así continuamos viéndola juntos.
—Eso es un trato —dice, dándome la mano para estrecharla.
Llegamos al cine y seleccionamos una película de comedia. Emmett compra palomitas como si fuera a alimentar a todos en la sala y entramos. Por un momento me olvido de todo, disfruto de la película y de la compañía, ver a Emmett reír me provoca algo agradable en el pecho y me siento feliz.
—¿Te gustó la película? —interroga, al salir.
—Sí, ¿y a ti?
—También, no estuvo nada mal, ¿caminamos un poco para bajar las palomitas? —propone.
—Te dije que compraste demasiadas —lo regaño y empezamos a caminar.
Nuestras manos rozan en algunas ocasiones y puedo sentir la electricidad recorriendo mi brazo, Emmett me gusta demasiado; sin embargo, no creo ser lo que él necesita en su vida.
—Ya hablé con Ainara para darle la fecha de mi traslado, está feliz.
—Me lo imagino, estarás en Nashville para finales de Octubre, ¿verdad?
—Primeros de Noviembre, es la fecha que me tengo que presentar, tendré un par de días libres para organizar todo y aproveché para pedir mis vacaciones, mi compañero dice que debería viajar para despejarme antes de comenzar de nuevo.
—Es una buena idea.
—¿A qué lugar te gustaría ir si tuvieras la posibilidad? —interroga.
—A Escocia, hace un tiempo fui a una exposición de una reconocida fotógrafa, Alessandra Montiel y no tienes idea de los preciosos lugares que había, ahora está casada con el dueño del castillo Headrick y no hace tantas exposiciones, pero con todo su trabajo, te aseguro que te animarias viajar para allá.
—Un viaje así, me tomaría todas mis vacaciones —se ríe.
—Pero los disfrutarías al máximo, sobre todo a ti que te gusta tanto estar en la naturaleza, aquellos paisajes te encantarían —digo entusiasmada.
—Lo pensaré —asiente.
—Creo que es hora de regresar —sugiero—. Mañana continúa la rutina.
—Sí, es algo tarde —responde y regresamos al coche para volver al apartamento.
Al llegar, abre la puerta de la camioneta y me acompaña a la entrada.
—Gracias por todo.
—A ti, tú me invitaste —sonrío.
—Tenemos pendiente ver esa serie que me dijiste —me señala.
—Podemos ponernos de acuerdo con los horarios y por supuesto que la veremos juntos.
—Perfecto, buenas noches, florecita.
—Buenas noches, bichito.
Deja un beso en mi mejilla y cierro los ojos inhalando su perfume, el tiempo se detiene por un momento, abro los ojos y lo tengo frente a mí, sus ojos brillan con intensidad y…
—Hasta mañana —dice y se va con prisa.
Entro al apartamento y miro el teléfono en la mesa, mañana tendré que ir a reponerlo y aprovecharé para cambiar el número. Me quito la ropa para ponerme la pijama, cepillo mis dientes y voy a la cama. Estoy agotada, así que mi mente no tiene tiempo de pensar en nada y me dejo llevar por el sueño.