4. Hasta la envidio

1690 Words
[Andrea] Es la primera vez que me siento tan libre, estando acompañada. Me siento en plena capacidad de hacer lo que siempre he deseado… es increíble ver lo diferente que puedes ser y actuar estando con otra persona y no lo digo porque sea alguien doble o que se muestra de diferentes maneras ante los demás, sino más bien porque ahora que ya no estoy con Richard puedo ser realmente yo, y es que él no me apoyaba, en cierta forma me manipulaba para lograr su cometido y hasta me cohibía. El sol empezó a amenazar con asomarse en el horizonte y el cansancio que no había sentido en toda la noche, llegó como una estampida. Andrés también se veía cansado, así que sin más le arreglé el sofá con una almohada abullonada y dos cobijas calientes para que durmiera un poco, antes de irse a su casa. Se acostó y mientras caminaba a mi habitación, lo escuché dormir; cuando llegué a mi habitación me quité rápidamente la ropa, me puse una pijama abrigada ya que la madrugada está muy fría y al poner mi cabeza sobre la almohada caí profundamente dormida. Un rayo de luz se cuela por la ventana y empieza a sacarme de la ensoñación en la que me encuentro, cuando un fuerte golpe en la cocina me espanta completamente el sueño, quedo sentada del susto y al recordar que no estoy sola en el apartamento siento un pequeño alivio, así que me salgo de mi habitación y me dirijo a la cocina. - Perdón… - me dice Andrés – la idea era levantarte con el desayuno y no con un golpe de las ollas – se tapa la cara con sus manos en señal de pena. - Jajajaja, tranquilo… aunque tienes razón, no es la mejor forma de despertar – sonrío y me acerco a ver qué está preparando. Este hombre en lo poco que he visto y conocido, ha demostrado que es lo que muchas mujeres buscan, es caballeroso, gracioso, atractivo, buen amigo, respetuoso y buen cocinero… jamás creí que una tortilla de huevos con tostadas pudiera saber tan bien. - ¿Te molesta si te invito a almorzar hoy junto con mis superpoderosas? – me interroga con una sonrisa expectante. - ¿Seguro?... ¿no crees que es muy pronto? – sí quiero estar más con él, pero tengo miedo de ilusionarme y que él no quiera lo mismo. - Estoy completamente seguro – me da una sonrisa que me hace oprimir mi pecho – te dije que quiero que nos conozcamos y eso incluye esas personitas especiales e importantes para mí -. - Está bien… entonces me iré a arreglar porque supongo que querrás ir a tu casa a cambiarte de ropa… no querrás que te vean igual que anoche ¿o sí? – le digo con una sonrisa pícara y el me responde asintiendo. ……………………… Llegamos al restaurante al que Andrés citó a sus amigas y ellas aún no han llegado, por lo que nos dirigimos a una mesa grande ubicada hacia la mitad del lugar. Me corre la silla para poderme sentar y luego lo hace él quedando frente a mí. - No conocía este restaurante – le digo mientras disimulo lo inquieta que me pone el tenerlo tan cerca y mirándome fijo. - Es un buen lugar, la comida es muy buena y el ambiente es agradable – me dice al tiempo que me coge la mano – aunque hoy siento que el lugar es mejor que las veces que he venido – me guiña un ojo y yo solo puedo sonreírle. De repente veo que Andrés desvía la mirada un poco y pega un leve salto al ver que sus amigas se acercan lentamente a nosotros. - Amigas de mi alma, perdón por dejarlas anoche tiradas, pero… - dice Andrés y me voltea a ver de forma tierna. - No te preocupes – dice Sofía – espero que la hayan pasado bien… y que te hayas portado como un caballero con esta bella chica - siento un poco de pena porque me imagino lo que les ha pasado por la cabeza desde que nos fuimos del bar. - Pueden estar tranquilas, Andrés se portó como un príncipe – les aseguré y lo miro a él un poco coqueta… este hombre me hace sentir diferente y bien. Al parecer la pasta en este restaurante tiene fama de ser muy buena, así que aprovecho a pedir unos canelones de pollo y espinaca, que combinan a la perfección con el vino que pidió Andrés. Yo permanezco en silencio mientras escucho como Andrés se excusa con ellas por lo del bar, pero al mismo tiempo les dice que le deben agradecer porque al parecer unos chicos agradables se les acercaron a ellas y disfrutaron su estadía en el bar. Es gracioso verlos hablar victimizándose y congraciándose, se nota que son muy buenos amigos y se quieren mucho. Después se vino el momento del brindis que hizo Andrés y al final quedé helada porque no esperaba que agradeciera el haberme conocido y me considere una mujer maravillosa, así que solo puedo sonreír y siento mis mejillas enrojecer. Llega el mesero con nuestros platos y yo me dispongo a probar mis deliciosos canelones, cuando escucho a Nathalia decir – Wow, nunca creí que este momento llegara… donde mi amigo esté pensando en una sola mujer como alguien maravilloso para tener al lado – y siento que me dan ganas de meterme bajo la mesa y que no me sigan mirando, me siento un poco incómoda con la situación, aunque me siento halagada porque tal parece que soy una mujer diferente a las que ya han estado en la vida de Andrés. Mientras Andrés habla con sus chicas superpoderosas de sus relaciones sentimentales y el tiempo que llevan solteras, yo solo disfruto mi almuerzo y escucho en silencio, hasta que escucho como una de ellas responde con evasivas y Andrés la empieza a cuestionar extrañado – no me digas que tú todavía… - es lo que lo escucho decir - ¿Ella, todavía qué? – pregunté sin entender a qué se referían. - Mmm… todavía soy virgen y nunca he tenido un noviazgo – me responde Sofía, aclarando mi duda. - Oh, que pena entrometerme en algo tan personal – le digo, sintiéndome apenada porque imagino que no se debe sentir cómoda de que una desconocida sepa sus cosas privadas. Me quedo pensando un poco sobre eso, mientras hablan un poco, hasta que mi curiosidad vuelve a atacar – Pero… yo quiero saber ¿por qué no has tenido novio? – estoy avergonzada por la pregunta, pero necesito hacerla. En ese momento Sofía me cuenta un poco las cosas que ha vivido desde muy joven y que la han afectado emocionalmente, porque perder a su familia no es nada fácil, pero es admirable ver la entereza con la que ha afrontado las cosas y es completamente entendible que no se haya preocupado por tener relaciones amorosas, cuando ha habido cosas más importantes por las cuales luchar. - Wow, eres una mujer muy fuerte y valiente – le digo y nos sonreímos mutuamente. Después terminamos de almorzar y hablamos de cosas triviales, hasta que la reunión finalizó y nos despedimos. Las chicas fueron muy amables conmigo y hasta me dieron su apoyo por si Andrés hace algo malo… no pude evitar reírme y decirles que lo tendría en cuenta. Tras la despedida, decidimos caminar un rato y tal vez ir a comer un helado… escucho que Andrés me habla y al parecer muestra cosas por el camino, pero mi mente está ocupada pensando después de haber escuchado la historia de Sofía. - ¿Andrea, estás bien? Te siento ida – me dice Andrés, llamando mi atención. - Perdón, es que lo que contó Sofía me dejó pensando – mi mirada es un poco triste. - ¿Puedo saber en qué? – - ¿Sabes?... hasta la envidio – le digo convencida – y no es por haber perdido a sus padres siendo tan joven o por todas las cosas por las que ha pasado, sino porque no ha caído en el afán de conseguir un hombre a su lado, nadie la ha obligado o forzado a estar con alguien, no se ha dejado obnubilar por falsas ilusiones y estoy convencida que cuando decida entregarse a un hombre en cuerpo y alma lo hará porque ella así lo quiere y no porque alguien más espera eso de ella – termino de decir y observo a Andrés que me mira atentamente. - ¿Te pasó? – me pregunta preocupado y yo asiento. - Hasta hace poco estuve comprometida con el hombre que mis padres designaron para mí desde que nací, es el único al que me he entregado en cuerpo y creía que también en alma, pero me di cuenta de que no lo amé nunca, ni él tampoco a mí… de hecho siempre me vio como el tiquete para mejorar su vida económicamente, mientras que a mí me obligaron de cierta forma a verlo como el hombre de mi vida, pero al verlo en los brazos de otra mujer en vez de dolerme, sentí fue alivio – llevaba mucho tiempo callando eso y necesitaba sacarlo. - Gracias por contarme… a mí también me hirieron en el pasado, pero sé que las cosas pasan por algo – me dice él y la tranquilidad que me transmite es especial – sé que estaba en nuestro destino conocernos – coge mi mano y me da un suave beso en el dorso.
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