3. Te ayudo a escapar

2618 Words
Escucho un tenue – Hola – salir de sus provocativos labios rojos… creo que está un poco avergonzada por la situación, pero lo que menos quiero es que se sienta incómoda. - ¿Eres la delegada para reclamar las bebidas? – le digo con una amplia sonrisa en mi boca. - Al parecer tú también… - me contesta risueña y debo admitir que es de las sonrisas más bonitas que he visto en mi vida. En ese momento el barman le entrega cuatro cocteles finamente decorados, mientras me avisa que los míos están en camino. - Perdón si te estoy distrayendo – le digo un poco apenado al ver que no arranca a llevar los cocteles, sino que se queda sentada a mi lado. - No es problema… de hecho… - dice bajando la voz y se tapa la cara con picardía – me ofrecí a venir por los tragos como excusa para huir de mis amigas – se gira y me señala a un trío de chicas que están sentadas en una mesa y se les ve muy alegres y un poco gritonas… parece que todas están hablando al tiempo – ¿tu novia no pone problema de que te quedes hablando con otra chica en la barra? – me dice y no puedo evitar reírme porque no sé si lo dice de forma honesta o si me quiere sacar información, acerca de mi estado civil. - Tranquila que ella no es celosa – le contesto intentando contener una carcajada al ver sus ojos abrirse como platos y aunque las luces no son las mejores puedo ver como su piel se torna un poco más rojiza. - ¡Ay, nooo! Qué vergüenza – me dice y se levanta apresurada cogiendo los tragos. - Jajajajaja, es mentiras… esas tres bellezas de allá – y le señalo a mis superpoderosas – son mis mejores amigas desde hace veinte años y hoy por fin nos vemos después de nueve años-. - ¿Entonces qué haces acá perdiendo el tiempo conmigo? – me pregunta en un tono curioso y suena como los regaños que me daba Naty cuando teníamos ocho años. - Puedo estar haciendo muchas cosas, pero no perdiendo el tiempo – le digo con mucha sinceridad y le guiño un ojo, a lo que me responde con una risa nerviosa. Nos quedamos mirando sin decir una palabra durante un minuto, hasta que fuimos interrumpidos por Aleja que llegó con mala cara a recoger los cocteles que yo debía haberles llevado a la mesa. - Con permiso – pasa ella atravesándose entre los dos y me da una mala mirada a la que respondo ahogando una risa, coge la bandeja y se retira volviendo a mirarme mal. - Uuuuy, creo que tienes problemas – me dice esta hermosa pelirroja de la que aún no sé su nombre – no se veía muy contenta con tu servicio de mesero – me dice con ironía y se ríe. - Tú tampoco deberías decir nada – y le señalo a sus amigas que nos observan de forma sospechosa – tampoco te van a contratar de mesera – y le sonrío. - Ups, creo que yo sí debo ir a llevarles sus tragos porque no son tan arriesgadas como tu superpoderosa – se levanta de su silla y coge la bandeja, da media vuelta y antes de que se vaya la agarro del brazo - No te puedes ir – mi voz es un poco angustiosa – ni siquiera sé tu nombre -. - Ya regreso… y me llamo, Andrea – me sonríe hermosamente y se va hasta donde sus amigas. Me quedo sentado en la barra observándola y pensando que no va a regresar, pero tal es mi sorpresa cuando la veo decirle algo a sus amigas y venir caminando hacia mí con su coctel en la mano. - Te dije que volvería – me dice con un tono coqueto que me mata – por cierto, yo no sé tu nombre… - me levanta una ceja mientras espera mi respuesta. - Pues tenemos el mismo nombre, pero en diferente idioma – sonrío y ella me mira un poco extrañada. - ¿Andrés? – me pregunta dudosa y yo asiento, mientras mi sonrisa se hace más amplia. - Vea pues, las amables coincidencias de la vida – se muerde el labio y cierro mis ojos por unos segundos para disimular lo sexy que me pareció ese gesto. - ¿Quieres bailar? Ya llevamos mucho tiempo acá en la barra – acabo mi trago y le extiendo mi mano para sacarla a bailar. - ¿Te puedo ser honesta? – me mira fijo a los ojos y yo asiento – No quiero estar más tiempo acá, de hecho, casi me retracto de venir, pero ahora que me crucé contigo, sé que la noche valió la pena – me guiña el ojo y quedo confundido. - ¿Entonces qué quieres hacer? – pregunto curioso. - La verdad es que tengo muchas ganas de… comerme una hamburguesa con doble carne, papas y una malteada – se ríe suave y tapa su boca con una mano. - Jajajaja, creo que definitivamente sí tienes hambre… ya me diste miedo, con semejante apetito – subo las cejas haciendo una cara graciosa. - Pues si quieres, puedes venir y comer conmigo… conozco el sitio perfecto para calmar mi apetito. Además, que me servirías de excusa para escapar de mis amigas, sin dar explicaciones – me dice Andrea y pienso que, si sus amigas nos ven salir juntos, pensarán en otro tipo de apetito del que estamos hablando. - Acepto tu invitación y de paso te ayudo a escapar – la tomo de la mano y empezamos a caminar hacia la mesa de sus amigas, que en este momento bailan con un grupo de personas. Recoge su abrigo y se despide de sus amigas haciendo una mueca coqueta y me señala, yo contengo la risa y espero ser la coartada perfecta para que ella pueda salir de ahí sin dar explicaciones… al parecer todo salió bien porque veo a las tres chicas guiñándole sus ojos de forma pícara a Andrea y hacen movimientos de tronco sugerentes. Antes de salir del bar, volteo a ver hacia la mesa donde hace un momento estaban mis superpoderosas y no las veo, pero sé que están bien porque hace unos minutos las tres estaban muy bien acompañadas y bailando, así que Andrea y yo salimos del bar cogidos de la mano para ayudarnos a pasar entre toda la gente que baila por todo el lugar. - ¿Y ahora? ¿Tomamos un taxi? – le pregunto. - No es necesario. El lugar que conozco es cerca – me guiña un ojo. - Bueno, entonces… te sigo – Empezamos a caminar unas cuantas cuadras hasta que llegamos a un gran parque lleno de remolques y carros donde venden comidas rápidas. Nunca había estado en un lugar así, pero me parece algo curioso. Todos los carros están por el rededor, en el centro se encuentran varias mesas en madera y la decoración del lugar es con extensiones de luces blancas y en las esquinas hay lámparas con forma de faroles antiguos. Andrea entra emocionada y se dirige sin dudarlo a un puesto donde venden hamburguesas y cuando hace su pedido, el mismo del que me habló en el bar, tuve que controlar la risa que me dio el verle la cara al señor que la atendía. Es gracioso ver a alguien tan delgada con semejante apetito. - ¿Andrés, un combo igual para ti? – me pregunta - No, yo solo tomaré una malteada – le digo al señor que nos toma el pedido. - Pero, pensé que comerías conmigo – me dice un poco angustiada y apenada. - No te preocupes que yo cené antes de llegar al bar… y ni loco pensaba dejarte sola – le guiño un ojo, ella me sonríe y se voltea, pero antes de que ella pague, me apresuro a hacerlo. - No tenías que pagar… la idea de venir acá fue mía – - Tómalo como parte de mi agradecimiento por enseñarme este lindo lugar -. Nos sentamos en una mesa y mientras hablábamos de la decoración y de cómo ella conoció ese lugar, llegó nuestro pedido y se veía realmente apetitoso y grande. Verla degustar su hamburguesa y escucharla emitir pequeños gemidos de placer, era como música para mis oídos. No solo es una mujer hermosa, sino que también es muy sensual. Mientras la observo y bebo un poco de mi malteada, me doy cuenta de que varios de los hombres que están en el lugar la miran de forma intensa y hasta con deseo podría decir… me siento afortunado de ser yo quien está con ella en este momento. - Me tienes cautivado… quiero conocerte más – dije sin poder contener mis palabras y ella abrió los ojos con sorpresa y sus mejillas tomaron un color carmesí. - También me gustaría conocerte más – me responde y siento una felicidad que no puedo describir en el momento. Continuamos callados por un tiempo, mientras terminábamos de comer. Y aunque estuviéramos en silencio, este no era incómodo; con nuestras miradas nos comunicábamos y estábamos disfrutando nuestra compañía de forma relajada. Al terminar de comer, pensábamos quedarnos un poco más en este lugar, pero ya era la hora del cierre, así que nos solicitaron salir. - Mmmm, creo que es hora de irse a casa… - dice Andrea con un tono triste. - Vamos, pero primero te acompaño a tu casa. No te voy a dejar ir sola y mucho menos tan tarde -. - Está bien -. Cogimos un taxi rápidamente y salimos rumbo al apartamento de Andrea. Ella vive en un muy buen barrio de la ciudad y el edificio al que entramos, me parece un sueño de la construcción, es de ventanales grandes, la iluminación en el día debe ser estupenda, la mezcla de materiales como ladrillo, cemento y hierro le dan un toque contemporáneo y muy moderno, los colores son sobrios, pero no aburridos y la distribución de espacios es perfecta. - ¿Quieres subir? – me pregunta. - No, tranquila. No me parece apropiado – me apresuro a contestar y es que no quiero que piense que lo único que me interesa es acostarme con ella, porque realmente lo que menos quiero en este momento es eso y no es porque no la desee… es muy atractiva, sino que la quiero conocer como persona, antes que como la mujer con la que tuve sexo. - Te invito a subir para que hablemos y nos sigamos conociendo – me dice como si me hubiera leído los pensamientos – no pienses que te invito a subir para llevarte a la cama – me dice un poco seria. - Es que no quiero que pienses mal de mí – - Tranquilo, que no pienso mal de ti – me dice con una sonrisa en su cara. Al entrar a su apartamento quedo anonadado, es un lugar lleno de vida, cuadros coloridos y me llama mucho la atención que todos tienen la misma firma, los muebles son en metal con madera y se ven muy modernos. - ¿Los cuadros…? – le estoy preguntando cuando me interrumpe. - Todos son hechos por mí – responde mirando a su alrededor. - Me encantan – digo observándolos Cuando termino de recorrer mi vista por todo el lugar y vuelvo mi mirada al lugar en el que estoy, me encuentro con sus ojos pendientes de mi reacción. - Wow, tus ojos… color ámbar, son preciosos – la miro completamente anonadado – llevaba toda la noche intentando verlos bien – digo un poco apenado. - Gracias… muy pocos se fijan realmente en el color de mis ojos. Creo que todos piensan que son verdes aceituna – dice risueña. - Pues parecen mágicos – le respondo sin poder dejar de mirarlos. - Bueno, ya no más, que me intimidas – dice y se muerde el labio de una forma que desvía mi atención de sus ojos a su boca. En ese momento mi celular suena y es un mensaje de voz del teléfono de mi chica superpoderosa, Sofy, lo pongo a sonar y de repente escucho - ¡Más te vale que haya sido un polvo épico, para que nos hayas dejado botadas, Andrés! – es la voz de Sofy y el color rojo se apodera de mi cara. - No puedo creer que después de lo emocionado que estabas con nuestro reencuentro te fueras con la primera mujer que te sonriera – es la voz de Aleja y siento vergüenza con Andrea porque está escuchando todo. - Más te vale que más tarde nos cuentes todo lo que hiciste esta noche y esperamos la excusa valga la pena – es la voz de Naty - Compórtate como un caballero con esa chica – nuevamente es la voz de Sofy y se acaba el mensaje. Muero de la pena y no le quiero ni dar la cara a Andrea – perdón por eso – le digo y la miro de reojo, está muy callada y temo que esté molesta, pero sin esperarlo suelta una carcajada que me contagia. - Jajajajaja, no te preocupes… es normal que piensen eso, siendo que las abandonaste casi que desde que llegaron al bar. Ella tiene razón, se me fue un poco la mano habiéndolas dejado botadas desde tan temprano, pero la oportunidad de conocer a esta mujer que me mira y me habla de sus pinturas es algo que no pienso desaprovechar. Cojo mi celular y les escribo un mensaje “perdón por dejarlas solas, pero esta mujer es hipnotizante y muy sensual, no podía dejarla ir. Más tarde hablamos y tal vez se las presente”. Termino de escribir, lo envío y apago mi teléfono porque no quiero ser interrumpido mientras en esta noche, sigo conociendo a Andrea. Me cuenta de forma muy superficial que hace poco salió de una relación amorosa, pero que pensó que iba a estar más afectada de lo que realmente está. Parece que es un tema del que no quiere hablar y no pienso obligarla a contarme… en su momento lo hará. La noche se pasa sin que nos demos cuenta mientras hablamos.
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