Capítulo 1

2670 Words
¿Qué si odio la escuela? La respuesta es sí, ¿odio caminar hasta la escuela? La respuesta sigue siendo un simple sí, ¿por qué no puedo tener un carro? La respuesta es sencilla, no tenemos el dinero necesario para eso. Mi mamá muy apenas puede pagar los gastos de la escuela, además de que este es mi último año escolar y tenemos que ahorrar dinero para poder pagar una buena universidad, mis calificaciones no son malas tal vez y si tengo suerte pueda llegar a conseguir una beca. Después de treinta minutos caminando al fin puedo visualizar la escuela, es mi primer día de clases y ya lo estoy odiando. Me adentro a la preparatoria, las voces y risas no tardan en aturdirme, actúan como si no se hubieran visto en años, solo fueron tres meses y apuesto a que varios de ellos se vieron en las vacaciones. Me acerco a mi casillero que está justo a un lado del de Valerie, el año pasado tuve algunas clases con ella. —Hola Val. Da un pequeño salto en su lugar, me voltea a  ver un poco asustada y no puedo evitar soltar una pequeña risa. —Me asustaste Mackenzie—se queja—. Hola. Se acerca a mí dándome un pequeño abrazo antes de volver a concentrar su mirada en su teléfono. Me dispongo a sacar el libro que me toca para esta clase, biología, no me gusta biología y la maestra que nos dará es la peor de todas. —¿Has visto a Anne?—le pregunto al cerrar mi casillero. Todavía tenemos diez minutos antes de que las clases inicien y prefiero estar con alguien a tener que esperar en el salón. —Si la vi —responde aún con la vista en su teléfono—. Estaba junto a Dixon en el casillero de él. —¿Vienes?—asiente. Nos ponemos en marcha para buscar a nuestros amigos, no puedo evitar volver a dirigir mi mirada a ella, de no ser porque las personas la rodean ya hubiera chocado con todos y estuviera tirada en el suelo.  —¿Qué se supone que estás haciendo para estar todo el rato con la vista en el teléfono? —No es nada—responde guardado su teléfono. ¿Qué si me parece raro? Absolutamente sí. Al doblar el pasillo veo a Dixon junto a Anne conversando. A paso rápido me acerco a ellos, por suerte ellos si me ven llegar y no se asustan ante mi saludo. —¿Cómo estuvieron sus vacaciones? —pregunta Dix. —Lo normal —me encojo de hombros—. Estuve trabajando todo el verano para poder ayudar con los gastos de la casa. —¿Cómo van con eso de tus ahorros? Mis amigos están al tanto de mi situación económica y no me avergüenza en lo absoluto el que lo sepan, puede que ellos se encuentren económicamente bien y por eso nunca me han hecho de menos y me agrada que me vean como una más de ellos. —Vamos que es lo que importa—sonrío. —¿Qué clase tiene ahora? —Biología—responde Dixon con una mueca de desagrado. Checamos nuestros horarios y nos damos cuenta de que tenemos las mismas clases, lo cual me alegra el no tener que pasar mis clases sola y sobre todo tomar biología con esa maestra que es una maldita, además de que ni siquiera sabe biología, todos los alumnos nos hemos quejado de ella, pero nada hace que la cambien. El timbre suena, nos despedimos y nos dirigimos a nuestro respectivo salón de clases, en serio, no hay nada más que odie que los primero días. Odio las presentaciones, ¿Por qué nos presentamos? O sea, hola, ya nos conocemos, pero tal parece que eso a los maestros no les importa y quiere que gastemos saliva a lo tonto en absurdas presentaciones que nadie prestará atención. —Buen día, chicos—saluda la maestra—. Soy la señorita Richards, seré su maestra de biología y me gustaría...  Me desconecto de su presentación, tal vez me vea como una mal educada, pero vamos, nos dio clase el año pasado y aún cuando ya nos conoce sigue presentándose. Mi vista se centra en su boca o más bien en su diente, ¿eso que veo es labial? Sí, en definitiva, es labial y está por todo su diente, ¿sería correcto interrumpirla para decirle? Volteo alrededor, tal parece que nadie se ha dado cuenta porque todos están concentrados en sus cosas o si lo hicieron, pero simplemente lo están ignorando como buenos alumnos que son. ¿Debería de ser buena alumna como ellos e ignorarlo? Meh. —Oye Dix—susurro. Es una suerte que esté sentando a mi lado. —Dime—me responde de la misma manera. —Su diente—me dedica una mirada confundida—. De la señorita Richards. Y tal como lo digo Dixon volteó a verla, sus ojos se achican un poco ya que nos encontramos en los últimos asientos. Una pequeña risa se escapa de sus labios, sonrío complacida. —¿Crees que sería correcto decirle?— cuestiona aún con una sonrisa en su cara. —Tal vez, pero nos perderíamos el privilegio de reírnos un poco más. No ponemos hacer bromas sobre el diente de la maestra, probablemente en estos momentos tenemos la cara tan roja de tanto estarnos aguantando las ganas de reír. Soltamos ruidos extraños ganándonos miradas desconcertadas y algunas sonrisas de nuestros compañeros, es una suerte que solo ellos nos hayan escuchado. Nos sobresaltamos al escuchar un fuerte golpe en nuestra mesa, alzo la vista para toparme con la mirada de la maestra. Estábamos tan concentrados en nosotros que ni siquiera nos dimos cuenta cuando se acercó. —Señorita Stone y joven Moore —sonríe y mi mirada no puede evitar dirigirse a su diente. Tapo mi boca con mis manos para ocultar la risa que quiero soltar y tal parece que Dixon también la quiere ocultar porque al igual que yo, está tratando de ocultar su sonrisa con su mano. Tomo un profundo respiro antes de destapar mi boca. —Díganos señorita Richards. —.Me podrían explicar que eran todos esos sonidos extraños que venían justamente desde aquí? -No es nada, solo le estaba contando un chiste, ¿verdad, Dix?—le doy un disimulado golpe por debajo de la mesa. Se queda unos momentos sin decir nada antes de asentir, sé que no ha hablado porque si destapa su boca no podrá controlar la risa que saldrá de ella y eso solo nos traerá problemas. —Muy bien—suelto un suspiro aliviada—. ¿Por qué no nos cuenta ese chiste a todos? ¿Que si tengo mala suerte? Sí,¿que si la he cagado? Por supuesto que sí, ¿que si siempre me hago preguntas? Es más que obvio que sí. —No creo que lo quiera escuchar, señorita. —Yo creo que sí. ¿Qué se supone que haga? No le puedo decir que nos estábamos burlando de ella, eso solo me traerá problemas y me mandaran a dirección, no quiero ir a dirección en mi primer día de clases. Piensa Mackenzie, que de algo te sirva este cerebro que tiene. Toda la clase se mantiene en silencio mientras nos ven y por la cara de la maestra se nota que está empezando a desesperarse. Meto mi mano en la mochila bajo la atenta mirada de todos los chismosos, cuando tengo lo que necesito en mis manos lo pongo sobre mi mesa tapándolo con mi mano. Volteo mi mirada a todos lados antes de inclinarme hacia ella, le hago una seña para que se acerque, me mira confundida antes hacer justo lo que le indique. Estiro mi mano hacia ella destapando el espejo mientras que con mi otra mano señalo mi diente. —¿Qué es esto Stone?—se levanta molesta. —Un espejo—respondo como si fuera lo más obvio del mundo. —¿Esta burlándose de mí?—niego con la cabeza, aunque bueno, técnicamente si lo estaba haciendo, pero ella no tiene por qué saberlo—. Pues a mí me parece que si lo está haciendo. —Oh no señorita, yo no sería capaz—digo rápidamente—. Si yo fuera usted realmente usaba ese espejo en estos momentos. No puedo creer que durante todo este momento me he mantenido seria, merezco una felicitación por tomarme esto con mucha seriedad y no burlarme de su diente pintado, pero no todo dura para siempre.  ¿Verdad? Todo se va al caño cuando suelta un suspiro y voltea a verme con una enorme sonrisa porque ahí, en ese momento, delante de todos, suelto una enorme carcajada ¿lo peor? Lo peor fue que por mi ataque de risa una pequeña parte de mi saliva fue a dar en su cara. —¡Stone!—grita molesta mientras se limpia la cara—. A dirección,¡ahora! Detengo mi risa de inmediato. ¿Dirección? Es que en serio dijo dirección, yo solo trataba de ayudarla y ella decide mandarme a dirección, que injusta es la vida a veces. Sin refutar me levanto de mi lugar y tomo el pequeño espejo, me dirijo a la puerta y cuando estoy a punto de salir decido darme la vuelta. —Solo estaba tratando de decirle que tiene labial en su estúpido diente y ese labial no le queda bien, se ve ridícula, gracias, de nada. Dicho esto, me doy vuelta y salgo del salón, escucho como me grita que estoy suspendida, ella no es la directora, no puede suspenderme, ¿o sí? Maldición, estoy en problemas. Maldita sea, ¿qué si me suspenden? No puedo llegar a mi casa y decirle a mi mamá "Hola mamá, es mi primer día y ya me suspendieron ¿te sientes orgullosa de mi?" Me dirijo a dirección, saludo a la secretaria del director antes de entrar a la oficina que para mí mala suerte la maestra ya se encuentra aquí. ¿Cómo carajos le hizo para llegar tan rápido? ¿Tiene el poder de transportarse? Porque si es así espero que se transporte fuera de mi vista. Me sonríe y puedo notar como la pintura ya no se encuentra en su diente, es un alivio, no sé qué hubiera pasado si se lo dejaba como evidencia. El director me hace una seña con la mano para que tome asiento en el momento en que le pide a la maestra que se retire. —Muy bien señorita...—se me queda viendo, ¿por qué me está viendo? Enarco una ceja esperando a que continúe—. ¿Cual es su apellido?  —Oh, Stone—es nuestro director y no nos conoce, pésimo servicio de escuela. Tiene cero estrellas. —Señorita Stone, la maestra Richards me ha informado que fue muy irrespetuosa con ella—pone sus manos sobre su escritorio—. Me temo informarle que estará suspendida durante tres días. Ésta escuela no tolera las faltas de respeto y mucho menos a nuestros mayores, ¿algo que decir al respecto? Tengo que actuar rápido antes de que me decidan suspenderme. —Primero que nada, buen día querido director—claro, ante todo la educación—.  Segundo, yo no le falte el respeto en ningún momento, sólo trataba de decirle que tenía pintura labial en su diente. —Entonces está usted diciéndome que la señorita Richards es una mentirosa —niego con la cabeza—. Según lo que ella dice usted le gritó que era una ridícula y que se burló en su cara, ¿me va usted a negar eso? —¿Qué?—me pongo de pie—. Esas son calumnias y eso es un delito, sabe que la puedo demandar por decir cosas falsas de mí. —No sea ridícula y tome asiento por favor— hago lo que me dice. —Yo no me he burlado en su cara, solo trataba de ayudarla—niego con la cabeza —. Así se hacen los chismes puede creer usted, señor director. —Señorita Stone, ¿esto es un juego para usted acaso?—niego rápidamente—. No sé si lo sepa, pero en cada aula hay cámaras con audio y los videos no mienten, Stone. Tenemos un 3312, repito un 3312. Maldita sea, no me queda de otra más que decir la verdad. Tomo una bocanada de aire antes de empezar a decirle como pasaron las cosas, ya no puedo mentir más. Después de rogarle que no me suspendiera lo termino haciendo porque según él soy una irrespetuosa grosera y mentirosa, o sea si lo soy, pero no es justo que lo diga. Mando un mensaje a mis amigos avisándoles lo que acaba de suceder mientras me dirijo a mi casa de nuevo. *** —Hola, ¿mamá estas en casa?—hablo mientras recorro toda la casa en su búsqueda—. Si no me respondes me das a  entender que no estás, así que dime ¿estás o no?—silencio total. Estúpida, si no te responde es obvio que no está. Me dirijo a la cocina para buscar algo de comer cuando veo una nota pegada en el refrigerador. Doblaré turno. No te duermas tan tarde que mañana tienes clases. Te amo. Perfecto, si dobla turno significa que mañana no trabaja, ¿cómo justificaré mi inasistencia en la escuela? Podría fingir que estoy enferma, pero eso me traería problemas porque me va a querer llevar al hospital. No pienso despertarme temprano para hacer como que voy a la escuela y quedarme vagando por toda la calle como tonta. —Tienes que pensar en algo ya, tal vez podría decir que se suspendieron las clases porque la escuela se incendió, no, eso suena muy poco creíble. Piensa Mackenzie, piensa —digo golpeando mi barbilla&. Perfecto, aparte de suspendida, grosera y mentirosa estoy loca por hablar sola. Es mi primer día y ya estoy suspendida. No creo que sea justo que me hagan esto, yo solo estaba tratando de ayudar a la maestra para que no se burlaran de ella, aunque la única que se burló fui yo. Me dirijo a mi habitación para poder dormir un rato. Un ruido me despierta de mi sueño, tanteo la mesita de noche en busca de mi celular. A quién carajos se le ocurre marcarme cuando estoy dormida. —Hola—respondo adormilada. —Pasaré a tu casa a dejarte las tareas y apuntes del día de hoy. —¿Quién eres y porque te interesas en mis estudios?—escucho una risa al otro lado del teléfono. —Soy Dixon, Mack. Estaré en tu casa en unas dos horas tal vez. Alejo el teléfono de mi oreja comprobando que realmente si se trate de él. ——Está bien Dix, gracias—cuelgo la llamada. Son las cinco de la tarde, vaya que si dormí. Me dispongo a enviarle un mensaje a mi mamá diciéndole que me encuentro en casa. ¿Qué se supone que haré en estas dos horas? Podría estar con mi teléfono, pero no tiene suficiente batería y el enchufe se encuentra lejos de mi cama. Tal vez la televisión funcione, pero no tengo ganas de bajar a la sala, mi mejor opción en estos momentos es usar mi laptop. Con pesar me paro y voy por mi laptop. Como aún estoy un poco dormida me equivoco al poner la contraseña como tres veces. Cuando por fin puedo prenderla, me pongo a checar todo. Después de un rato checando mis redes sociales, me aburro y decido buscar cualquier cosa en Google hasta que un anuncio en la parte de abajo llama mi atención, decido meterme. ¿Y si esto mete virus a mi computadora? Meh.  —La curiosidad mató al gato y tú, querida  computadora eres el gato.
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