¿Qué si odio la escuela? La respuesta es
sí, ¿odio caminar hasta la escuela? La
respuesta sigue siendo un simple sí, ¿por
qué no puedo tener un carro? La respuesta es sencilla, no tenemos el dinero necesario para eso. Mi mamá muy apenas puede pagar los gastos de la escuela, además de que este es mi último año escolar y tenemos que ahorrar dinero para poder pagar una buena universidad, mis calificaciones no
son malas tal vez y si tengo suerte pueda
llegar a conseguir una beca.
Después de treinta minutos caminando
al fin puedo visualizar la escuela, es mi primer día de clases y ya lo estoy odiando.
Me adentro a la preparatoria, las voces y risas no tardan en aturdirme, actúan como si no se hubieran visto en años, solo fueron tres meses y apuesto a que varios de ellos se vieron en las vacaciones.
Me acerco a mi casillero que está justo a
un lado del de Valerie, el año pasado tuve algunas clases con ella.
—Hola Val.
Da un pequeño salto en su lugar, me voltea a ver un poco asustada y no puedo evitar soltar una pequeña risa.
—Me asustaste Mackenzie—se queja—. Hola.
Se acerca a mí dándome un pequeño
abrazo antes de volver a concentrar su mirada en su teléfono. Me dispongo a sacar el libro que me toca para esta clase, biología, no me gusta biología y la maestra que nos dará es la peor de todas.
—¿Has visto a Anne?—le pregunto al cerrar mi casillero.
Todavía tenemos diez minutos antes de
que las clases inicien y prefiero estar con
alguien a tener que esperar en el salón.
—Si la vi —responde aún con la vista en
su teléfono—. Estaba junto a Dixon en el
casillero de él.
—¿Vienes?—asiente. Nos ponemos en
marcha para buscar a nuestros amigos,
no puedo evitar volver a dirigir mi mirada a ella, de no ser porque las personas la rodean ya hubiera chocado con todos y estuviera tirada en el suelo.
—¿Qué se supone que estás haciendo para estar todo el rato con la vista en el teléfono?
—No es nada—responde guardado su
teléfono.
¿Qué si me parece raro? Absolutamente sí.
Al doblar el pasillo veo a Dixon junto a
Anne conversando. A paso rápido me
acerco a ellos, por suerte ellos si me ven
llegar y no se asustan ante mi saludo.
—¿Cómo estuvieron sus vacaciones?
—pregunta Dix.
—Lo normal —me encojo de hombros—.
Estuve trabajando todo el verano para
poder ayudar con los gastos de la casa.
—¿Cómo van con eso de tus ahorros?
Mis amigos están al tanto de mi situación
económica y no me avergüenza en lo
absoluto el que lo sepan, puede que ellos se encuentren económicamente bien y por eso nunca me han hecho de menos y me agrada que me vean como una más de ellos.
—Vamos que es lo que importa—sonrío.
—¿Qué clase tiene ahora?
—Biología—responde Dixon con una
mueca de desagrado.
Checamos nuestros horarios y nos damos
cuenta de que tenemos las mismas clases, lo cual me alegra el no tener que pasar mis clases sola y sobre todo tomar biología con esa maestra que es una maldita, además de que ni siquiera sabe biología, todos los alumnos nos hemos quejado de ella, pero nada hace que la cambien.
El timbre suena, nos despedimos y nos
dirigimos a nuestro respectivo salón de
clases, en serio, no hay nada más que odie que los primero días.
Odio las presentaciones, ¿Por qué
nos presentamos? O sea, hola, ya nos
conocemos, pero tal parece que eso a los
maestros no les importa y quiere que
gastemos saliva a lo tonto en absurdas
presentaciones que nadie prestará
atención.
—Buen día, chicos—saluda la maestra—.
Soy la señorita Richards, seré su maestra de biología y me gustaría...
Me desconecto de su presentación, tal
vez me vea como una mal educada, pero
vamos, nos dio clase el año pasado y aún
cuando ya nos conoce sigue presentándose.
Mi vista se centra en su boca o más bien
en su diente, ¿eso que veo es labial? Sí,
en definitiva, es labial y está por todo su
diente, ¿sería correcto interrumpirla para decirle?
Volteo alrededor, tal parece que nadie
se ha dado cuenta porque todos están
concentrados en sus cosas o si lo hicieron, pero simplemente lo están ignorando como buenos alumnos que son.
¿Debería de ser buena alumna como ellos e ignorarlo? Meh.
—Oye Dix—susurro. Es una suerte que esté
sentando a mi lado.
—Dime—me responde de la misma
manera.
—Su diente—me dedica una mirada
confundida—. De la señorita Richards.
Y tal como lo digo Dixon volteó a verla,
sus ojos se achican un poco ya que nos
encontramos en los últimos asientos. Una
pequeña risa se escapa de sus labios, sonrío
complacida.
—¿Crees que sería correcto decirle?—
cuestiona aún con una sonrisa en su cara.
—Tal vez, pero nos perderíamos el
privilegio de reírnos un poco más.
No ponemos hacer bromas sobre el diente de la maestra, probablemente en estos momentos tenemos la cara tan roja de tanto estarnos aguantando las ganas de reír. Soltamos ruidos extraños ganándonos miradas desconcertadas y algunas sonrisas de nuestros compañeros, es una suerte que solo ellos nos hayan escuchado.
Nos sobresaltamos al escuchar un fuerte
golpe en nuestra mesa, alzo la vista para
toparme con la mirada de la maestra.
Estábamos tan concentrados en nosotros
que ni siquiera nos dimos cuenta cuando se acercó.
—Señorita Stone y joven Moore —sonríe y mi mirada no puede evitar dirigirse a su diente.
Tapo mi boca con mis manos para ocultar la risa que quiero soltar y tal parece que Dixon también la quiere ocultar porque al igual que yo, está tratando de ocultar su sonrisa con su mano. Tomo un profundo respiro antes de destapar mi boca.
—Díganos señorita Richards.
—.Me podrían explicar que eran todos esos sonidos extraños que venían justamente desde aquí?
-No es nada, solo le estaba contando
un chiste, ¿verdad, Dix?—le doy un
disimulado golpe por debajo de la mesa.
Se queda unos momentos sin decir nada
antes de asentir, sé que no ha hablado
porque si destapa su boca no podrá
controlar la risa que saldrá de ella y eso
solo nos traerá problemas.
—Muy bien—suelto un suspiro aliviada—. ¿Por qué no nos cuenta ese chiste a todos?
¿Que si tengo mala suerte? Sí,¿que si la
he cagado? Por supuesto que sí, ¿que si
siempre me hago preguntas? Es más que
obvio que sí.
—No creo que lo quiera escuchar, señorita.
—Yo creo que sí.
¿Qué se supone que haga? No le puedo
decir que nos estábamos burlando de
ella, eso solo me traerá problemas y me
mandaran a dirección, no quiero ir a
dirección en mi primer día de clases.
Piensa Mackenzie, que de algo te sirva este cerebro que tiene.
Toda la clase se mantiene en silencio
mientras nos ven y por la cara de la
maestra se nota que está empezando a
desesperarse.
Meto mi mano en la mochila bajo la atenta mirada de todos los chismosos, cuando tengo lo que necesito en mis manos lo pongo sobre mi mesa tapándolo con mi mano. Volteo mi mirada a todos lados antes de inclinarme hacia ella, le hago una seña para que se acerque, me mira confundida antes hacer justo lo que le indique.
Estiro mi mano hacia ella destapando el
espejo mientras que con mi otra mano
señalo mi diente.
—¿Qué es esto Stone?—se levanta molesta.
—Un espejo—respondo como si fuera lo
más obvio del mundo.
—¿Esta burlándose de mí?—niego con la
cabeza, aunque bueno, técnicamente si lo estaba haciendo, pero ella no tiene por qué saberlo—. Pues a mí me parece que si lo está haciendo.
—Oh no señorita, yo no sería capaz—digo rápidamente—. Si yo fuera usted realmente usaba ese espejo en estos momentos.
No puedo creer que durante todo este
momento me he mantenido seria, merezco una felicitación por tomarme esto con mucha seriedad y no burlarme de su diente pintado, pero no todo dura para siempre.
¿Verdad?
Todo se va al caño cuando suelta un suspiro y voltea a verme con una enorme sonrisa porque ahí, en ese momento, delante de todos, suelto una enorme carcajada ¿lo peor? Lo peor fue que por mi ataque de risa una pequeña parte de mi saliva fue a dar en su cara.
—¡Stone!—grita molesta mientras se limpia la cara—. A dirección,¡ahora!
Detengo mi risa de inmediato.
¿Dirección?
Es que en serio dijo dirección, yo solo
trataba de ayudarla y ella decide mandarme a dirección, que injusta es la vida a veces.
Sin refutar me levanto de mi lugar y tomo el pequeño espejo, me dirijo a la puerta y cuando estoy a punto de salir decido darme la vuelta.
—Solo estaba tratando de decirle que tiene labial en su estúpido diente y ese labial no le queda bien, se ve ridícula, gracias, de nada.
Dicho esto, me doy vuelta y salgo del
salón, escucho como me grita que estoy
suspendida, ella no es la directora, no
puede suspenderme, ¿o sí?
Maldición, estoy en problemas.
Maldita sea, ¿qué si me suspenden?
No puedo llegar a mi casa y decirle a mi
mamá "Hola mamá, es mi primer día y ya me suspendieron ¿te sientes orgullosa de mi?"
Me dirijo a dirección, saludo a la secretaria del director antes de entrar a la oficina que para mí mala suerte la maestra ya se encuentra aquí.
¿Cómo carajos le hizo para llegar tan
rápido? ¿Tiene el poder de transportarse?
Porque si es así espero que se transporte
fuera de mi vista.
Me sonríe y puedo notar como la pintura ya no se encuentra en su diente, es un alivio, no sé qué hubiera pasado si se lo dejaba como evidencia. El director me hace una seña con la mano para que tome asiento en el momento en que le pide a la maestra que se retire.
—Muy bien señorita...—se me queda
viendo, ¿por qué me está viendo? Enarco
una ceja esperando a que continúe—. ¿Cual es su apellido?
—Oh, Stone—es nuestro director y no nos conoce, pésimo servicio de escuela.
Tiene cero estrellas.
—Señorita Stone, la maestra Richards me
ha informado que fue muy irrespetuosa con ella—pone sus manos sobre su escritorio—. Me temo informarle que estará suspendida durante tres días. Ésta escuela no tolera las faltas de respeto y mucho menos a nuestros mayores, ¿algo que decir al respecto?
Tengo que actuar rápido antes de que me
decidan suspenderme.
—Primero que nada, buen día querido
director—claro, ante todo la educación—. Segundo, yo no le falte el respeto en ningún momento, sólo trataba de decirle que tenía pintura labial en su diente.
—Entonces está usted diciéndome que la
señorita Richards es una mentirosa —niego con la cabeza—. Según lo que ella dice usted le gritó que era una ridícula y que se burló en su cara, ¿me va usted a negar eso?
—¿Qué?—me pongo de pie—. Esas son
calumnias y eso es un delito, sabe que la
puedo demandar por decir cosas falsas de mí.
—No sea ridícula y tome asiento por favor— hago lo que me dice.
—Yo no me he burlado en su cara, solo
trataba de ayudarla—niego con la cabeza
—. Así se hacen los chismes puede creer
usted, señor director.
—Señorita Stone, ¿esto es un juego para
usted acaso?—niego rápidamente—. No sé
si lo sepa, pero en cada aula hay cámaras
con audio y los videos no mienten, Stone.
Tenemos un 3312, repito un 3312.
Maldita sea, no me queda de otra más
que decir la verdad. Tomo una bocanada
de aire antes de empezar a decirle como
pasaron las cosas, ya no puedo mentir más.
Después de rogarle que no me suspendiera
lo termino haciendo porque según él soy
una irrespetuosa grosera y mentirosa, o sea
si lo soy, pero no es justo que lo diga.
Mando un mensaje a mis amigos
avisándoles lo que acaba de suceder
mientras me dirijo a mi casa de nuevo.
***
—Hola, ¿mamá estas en casa?—hablo
mientras recorro toda la casa en su
búsqueda—. Si no me respondes me das a
entender que no estás, así que dime ¿estás o
no?—silencio total.
Estúpida, si no te responde es obvio que no
está.
Me dirijo a la cocina para buscar algo de
comer cuando veo una nota pegada en el
refrigerador.
Doblaré turno. No te duermas tan tarde que
mañana tienes clases.
Te amo.
Perfecto, si dobla turno significa que
mañana no trabaja, ¿cómo justificaré mi
inasistencia en la escuela? Podría fingir
que estoy enferma, pero eso me traería
problemas porque me va a querer llevar al
hospital. No pienso despertarme temprano
para hacer como que voy a la escuela y
quedarme vagando por toda la calle como
tonta.
—Tienes que pensar en algo ya, tal vez
podría decir que se suspendieron las clases
porque la escuela se incendió, no, eso suena
muy poco creíble. Piensa Mackenzie, piensa
—digo golpeando mi barbilla&. Perfecto,
aparte de suspendida, grosera y mentirosa
estoy loca por hablar sola.
Es mi primer día y ya estoy suspendida. No
creo que sea justo que me hagan esto, yo
solo estaba tratando de ayudar a la maestra
para que no se burlaran de ella, aunque la
única que se burló fui yo.
Me dirijo a mi habitación para poder
dormir un rato.
Un ruido me despierta de mi sueño, tanteo
la mesita de noche en busca de mi celular.
A quién carajos se le ocurre marcarme
cuando estoy dormida.
—Hola—respondo adormilada.
—Pasaré a tu casa a dejarte las tareas y
apuntes del día de hoy.
—¿Quién eres y porque te interesas en mis
estudios?—escucho una risa al otro lado
del teléfono.
—Soy Dixon, Mack. Estaré en tu casa en unas
dos horas tal vez.
Alejo el teléfono de mi oreja comprobando
que realmente si se trate de él.
——Está bien Dix, gracias—cuelgo la llamada.
Son las cinco de la tarde, vaya que si dormí.
Me dispongo a enviarle un mensaje a mi
mamá diciéndole que me encuentro en
casa.
¿Qué se supone que haré en estas dos
horas? Podría estar con mi teléfono, pero
no tiene suficiente batería y el enchufe se
encuentra lejos de mi cama. Tal vez la televisión funcione, pero no tengo ganas de bajar a la sala, mi mejor opción en estos momentos es usar mi laptop.
Con pesar me paro y voy por mi laptop.
Como aún estoy un poco dormida me
equivoco al poner la contraseña como tres
veces. Cuando por fin puedo prenderla, me
pongo a checar todo.
Después de un rato checando mis redes
sociales, me aburro y decido buscar
cualquier cosa en Google hasta que un
anuncio en la parte de abajo llama mi
atención, decido meterme.
¿Y si esto mete virus a mi computadora?
Meh.
—La curiosidad mató al gato y tú, querida
computadora eres el gato.