Capítulo tres.
Los humanos basan su existencia en crear más cómo ellos, en reproducirse y formar una llamada "familia", se rigen por las palabras que dictan otros cuyo propósito es manipular y tener el alcance al poder. Eso es la humanidad. Un grupo de seres que siguen la cadena de lo que consideran normal o correcto y los otros que la rompan son juzgados.
Así funciona aquí.
Si eres más veloz que los otros, más fuerte, más ágil, o inclusive, si tu apariencia es diferente, te juzgan y rechazan. Muchos mueren a manos de otros que desean cambiar sus diferencias creyendo que son bestias. Esta claro quienes si merecen morir y quiénes merecen la libertad.
Hoy especialmente, nos llevan a todos a la habitación gigante con paredes metálicas y suelo de pasto artificial con la finalidad de que los que somos "iguales" tengamos vida social.
Pero no puedo ocultar que esto es deprimente. Todos caminan en círculos, en silencio, solo se escucha como la ventilación llega para llenar el espacios con el frío característico esté lugar tiene. Algunos caminan solos a la vez que otros van acompañados por sus enfermeros. Nadie se atreve a entablar una conversación y los pocos que lo hacen son rechazados.
Olsen esta a mi lado observando todo en silencio. Tobby se mantiene apoyada en una pared haciendo lo mismo. Los guardias de la puerta mantienen sus armas en mano, ¿Creen que alguno de nosotros es capaz de matarlos?... Claro que si, pero no hoy.
Las puerta metálicas de abren y dejan ver a una niña, lleva el mismo uniforme que todos aquí. Va acompaña de dos guardias.
Nunca antes la había visto. El color rojo de sus ojos resalta con lo pálido de su piel, cabello lacio n***o cae sobre sus hombros, vendas cubren sus manos. Aparenta unos trece años fácilmente. No se ve feliz, la tristeza en ella es evidente.
Las dudas sobre por qué está con dos guardias son muchas, y para ser sincera, esto si es algo que me importa. Ella está tan sola como yo cuando llegue aquí.
–Por que hay guardias con ella?- Pregunto.
Olsen observa fijamente a la niña cómo si pensara detalladamente cada palabras.
–Su nombre es Cloe Evens, la consideran peligrosa por poseer piroquinesis, están intentando volverla normal y a veces se sale de control.
La piroquinesis es el control sobre el fuego, algo muy poco visto y bastante poderoso. Pon esto en una niña y ya la consideran un monstruo.
Como todo aquí, tratan de cambiarla. Quieren que ella sea como ellos y por eso la lastiman con experimentos. Solo por ser diferente la mantienen alejada y no notan que en este punto la niña está siendo consumida por la soledad.
Me recuerda a mí...
–Iré con ella.
No sé porque, pero una parte de mi desea tanto ayudarla que las palabras salieron solas y mis piernas se movían automáticamente en dirección a Cloe. Olsen me seguía.
Al estar frente a ella puedo detallarla más delicadamente.
Las vendas de sus manos tienen una pequeña cantidad de sangre, sus mejillas tienen un ligero tono rosado natural y no hay ni una cicatriz en su rostro. Es bastante delgada y mucho más baja que yo.
–A1521- el hombre que está a su derecha llama mi atención mientras me observa desafiante, el otro no muestra emociones. Ambos saben perfectamente que no los tocaría.
Olsen los observa y mueve su cabeza indicándole a los hombres que nos dejen solas. Ambos asienten y se alejan poco metros.
–Estaré con ella, tu ve con los gorilas.
Olsen es el último en irse luego de que se lo pidiera. Cloe levanta la mirada del suelo por primera vez.
–Hola...– Su voz es suave y delicada a la vez que se opaca con el tono frío que la adorna.
Sonrío –Hola.
Ambas permanecemos en silencio hasta que decido hablar, ella se me adelanta.
–Imaginé que estarías diferente.
Sus palabras me confunden, aún así decido preguntar. -Como me imaginaste?
–Solo... Diferente, en los vídeos no eras igual.
¿Videos?
–Cloe, ¿de que hablas?
El sonido de la campana informando que debíamos volver a nuestra habitaciones se hizo presente. Los hombres llegaron junto a Olsen.
–Vamos- dijeron los tres al unísono.
–Adios, Cloe- me despido y giro mi cuerpo en dirección a la salida.
–Adios... Haylee.
Olsen se tensa al escuchar como me llamó la niña y camina empieza a caminar más rápido. -Vamos, A.
(...)
El silencio en mi habitación solo se rompe con mi respiración. Siento como mi corazón late lentamente, luchando por no colapsar después de tantas sustancias. Solo puedo ver las pequeñas luces rojas de las cámaras en medio de la oscuridad.
Debería dormir pero no puedo. En mi mente se repite una y otra vez ese nombre.
Haylee.
¿Cloe me conocía antes? Es imposible, llevo veinte años aquí y nunca la había visto. Recordaría su sorpréndete color de ojos o la voz angelical.
Voz angelical... Luka.
Los problemas sobre mi pasado aumentan a diario. Pero debo centrarme en lo que puedo alcanzar, necesito saber quien es Cloe Event. Luego me preocuparé por Luka y los recuerdos de él junto a mi madre.
Las horas pasan y los pensamientos siguen en mi mente, las luces vuelven y solo significa una cosa, ya es de día y no dormí absolutamente nada.
El sonido de la puerta abriéndose me hace reaccionar del todo. Olsen está esperando a que salga.
-Tus cosas ya están adentro.
Asiento y entro a las duchas, a esta hora suelo ser la única aquí. Tomo la ropa y la toalla y entro a la ducha, corro la cortina y abro el agua. Al terminar cierto el agua y salgo luego de vestirme.
Una chica de cabello corto n***o limpiando sangre de sus manos llama mi atención, la reconozco al instante, es Cloe.
Me acerco a ella y sin querer mis ojos bajan hasta sus heridas. Los tejidos carbonizados, su piel de un color marrón bastante notorio y con apariencia áspera, la sangre seca adorna delicadamente cada pequeña quemadura. Se ve doloroso, demasiado.
Deseo preguntar tantas cosas pero no puedo.No puedo preguntar cuándo tengo el dolor físico y psicológico frente a mi, cuando una niña parece estarse destruyendo y sana sus heridas en silencio mientras las observa con miedo, quizá de cometer un error y empeorarlas o de lo que provoquen.
–Hola a ti también- su voz me saca de mis pensamientos. Un poco de diversión se escapa junto a sus palabras.
–Eh... Si, lo siento. Hola.
Cloe cubre sus heridas con nuevas vendas y dirige su mirada a mi a la vez que deja ver una pequeña sonrisa.
–Que fue lo que?...
–Fuego– corta mi pregunta con una simple palabra, luego prosigue. -No nací con la habilidad así que no soy ignífuga, controlo el elemento pero también me daña. ¿Es la respuesta que esperabas?
No.
–Si– respondo.
–Mientes.
Cómo lo sabe...
–Dudaste ante tu respuesta- aclara.
–Basta. Parece que lees mi mente!
Nunca antes había sido tan expresiva con otra persona, es la primera persona a la que le grito.
–Haylee, en quince años nunca vi a nadie mentir tan mal. No leo mentes, solo no soy estúpida.
Ese nombre de nuevo...
–Ese es mi nombre?
Su expresión pasa de ser fría a tener una mezcla de confusión y sorpresa.
–No... Tu...- piensa sus palabras antes de hablar. -Tu no lo recuerdas?
Niego con la cabeza.
–Quieres saberlo?
¿Quiero saber mi nombre? Pasar de ser solo un experimento a ser alguien de verdad, alguien con un pasado. Dejar atrás el código A1521 y tener lo que todos, un nombre, una identidad.
¿Aunque solo lo sepa yo?
–Si.
Cloe sonríe –Haylee Haristhor.
Ella toma sus cosas y se dispone a salir de la habitación. Aún hay una pregunta importante.
–Como lo sabes?- pregunto rápidamente.
Cómo si algo la frenará, se detiene en seco y responde sin girarse
–Soy un experimento de tu padre, tu no eres la última.
Capítulo Cuatro.
Desde que entre por primera vez a este lugar siempre pensé que las probabilidades de saber quien era habían disminuido, la posibilidad de conocer a una persona que supiera algo de mi era tan escasas que me dediqué a no pensar en mi pasado. todas las estadísticas y posibilidades que creí claras se fueron cuando llegó Cloe.
Todos tenemos esperanza en algo, ya sea amor, odio, reencuentros. Mi esperanza era tan poca que parecía inexistente. Ahora parece volver con un simple nombre que llena el espacio ocupado por un código. Después de veinte años se que Haylee Haristhor es el nombre que me pertenece y, sinceramente, me encanta.
Pero por muy linda que parezca esta situación, no lo es.
Mientras en mi mente la satisfacción esta clara, en el mundo real me siguen utilizando como experimento y la mujer de ojos hazel sigue inyectando químicos para hacerme recordar cosas de las que no tengo ni idea para que usarían como por ejemplo la existencia de mas como yo. Solo me pregunto si saben que Cloe es una de esos que ellos buscan.
Observo a los enfermeros de trajes azules a mis lados, ninguno de ellos me inspira confianza. Casi todos en esta sala se rigen por las palabras de la bestia de bata blanca que disfruta ver sufrir a otros, nadie tiene el valor de pedirle que detenga esto, nadie tiene empatía por los que son considerados diferentes.
Mi vista continua viajando por la habitación con similitudes a un laboratorio. Olsen observa todo en silencio desde una esquina, el tampoco muestra confianza hacia nadie de los que nos rodean.
–Terminamos– la voz de la mujer rompe el silencio –Olsen, puedes llevártela a su jaula
–No es un perro– como siempre, mi enfermero es el único con la valentía para replicar ante las palabras ofensivas.
–Peor. Es un bicho raro – todas las miradas viajan a las persona responsable de esas cinco palabras, uno de los enfermeros al cual jamas había escuchado hablar hasta ahora.
Olsen intento responder a su comentario ofensivo pero una mano se posiciono en sus labios.
–Te pedí que hablaras? claramente no. Tu opinión aquí no pinta nada así que o te guardas tus comentarios o te vas– la mujer mantiene una sonrisa evidentemente falsa.
–Fue un chiste, Caitlyn– otro enfermero intenta ayudar a su amigo.
Es la primera vez que escucho su nombre...
–Un chiste absurdo de mal gusto que solo demuestra el poco nivel intelectual y de aceptación que algunos en esta sala poseen.
–Sabes... existe la moral. Tu eres peor– ataca el primer enfermero.
–A, vamos.
Olsen tira de mi brazo hasta salir de la sala. Mi mente seguía en ese lugar y en lo acababa de ocurrir.
¿Por que la mujer mas cruel que conozco me defendió? nunca antes había ocurrido algo parecido y ahora de un momento a otro parece... ¿protegerme?
–Quieres comer primero o ir con Tobby?
El rubio actúa como si nada hubiera ocurrido. Supongo que esto es algo que no tiene importancia.
–Tobby– contesto de la misma forma que él preguntó.
El camino hasta la oficina de mi psicóloga es bastante largo y frío adornado por el silencio que las paredes metálicas y los techos altos poseen. En mi memoria está cada giro y cada puerta que se debe atravesar antes de llegar, como si fuera el camino a un lugar seguro.
Unos minutos después, ya estoy sentada frente a Tobby mientras ella me observaba sonriente desde el otro lado del escritorio.
–Tuviste recuerdos hoy?– pregunta.
–Dos
–Esta bien, quieres contarme?
Esta claro que ella solo pregunta por cortesía, estoy obligada a contarle todo lo que recuerdo e incluso cada pequeño detalle de lo que vivo a diario aquí.
–Ya sabes la respuesta...– respondo con un ligero toque de diversión.
Tobby sonríe y toma su cuaderno para escribir todo lo que le digo. Empiezo a narrar lo que recordé apenas ella esta lista.
–Bien... en el primer recuerdo había una bahía con muchos barcos y personas celebrando, yo estaba sola y la música que sonaba era bastante molesta por el volumen.
–Continua.
***
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
..
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
. .
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
–En el segundo estaba en una habitación con paredes azules y ventanales gigantes que dejaban entrar la luz del sol, a mi lado había un niño dibujando, se veía un poco mayor que yo y eramos bastante parecidos, ambos con cabello rubio y ojos negros, mejillas rosadas, el era unos centímetros más alto que yo.
–Como sabes que se parecían? – pregunta dejando el lápiz a un lado en el escritorio de madera oscura.
–Tobby, hay recuerdos en los que me veo en espejos cuando era pequeña– Respondo con aires de obviedad.
–Cierto. Por favor, continua.
–No hay más que contar.
–Oh...– se ve decepcionada –Entonces, qué crees que significa eso, quién crees que es chico y que tan importante son esos momentos como para que los recuerdes?
Lo pienso durante unos segundos antes de hablar.
Está claro que el niño fue o incluso es una parte importante de mi vida y mis recuerdos felices están con él, pero no soy ciega, es el mismo del recuerdo de la última vez, es Luka. posiblemente él sea mi primo, hermano o cualquier otro familiar, el parecido es evidente. En una fiesta pueden pasar demasiadas cosas y recordar una no significa que sea importante, fácilmente eso puede ser un momento que a una niña le importaría pero no a una adulta.
Seré concreta con Tobby, no quiero que me ataque a preguntas sobre mis conclusiones.
–No todos los momentos que son de gran importancia se almacenan en nuestras memorias, estos recuerdos no me dan nada y no significan nada. Y el niño... es mi hermano o algo parecido.
–Por qué crees eso?
Ni siendo concreta logre evitar sus psicologías
–Cuántas personas conoces que tengan ese parecido y que no sean familia? Es lógica.
Tobby parecía nerviosa como si algo malo estuviera ocurriendo, movía un nuevo lápiz este su dedos y solo me observaba en silencio. para su suerte, Olsen abrió la puerta.
–A, debes volver a tu habitación.
(...)
Observo el techo de la habitación pensado en todo lo de hoy.
La mujer que mas me odia en el mundo fue diferente, me defendió de sus propios esbirros y dejó ver un parte de ella que nunca había sido visible, ya fuera por lastima o por otra razón, ella mostró que no todo es odio de su parte.
Caí en cuenta de que tengo un hermano y las probabilidades de que el viva son pocas pero existentes, Luka podría seguir con vida y libre. Quizá no estoy tan sola como creí.
Por último está Tobby, ella se mostró bastante nerviosa cuando hablamos de mi posible hermano, como si de alguna forma le preocupara que este al tanto de la existencia de personas de mi pasado.
¿Por qué Caitlyn se puso de mi lado? ¿Por qué Olsen evitó el tema misteriosamente? ¿Por que la actitud de Tobby cambia por Luka?
Los tres tienen algo que los une, yo. No importa lo que deba arriesgar mientras sepa la verdad y hasta ahora solo Cloe me ha dado respuestas correctas.
Cloe. Caitlyn. Tobby. Olsen.
Los cuatro son mis llaves a la verdad, los únicos que pueden salvar mis recuerdos.
Ellos son la esperanza de una persona que no creía en ella. Son mi única esperanza.