Franco no podía estar más desesperado en la búsqueda de Katia. Las primeras horas sabía que eran las cruciales, pero por más que lo intentó y por más que mandó a todo su equipo, era como si hubiese desaparecido como el humo. Sentía que pasaba por todas las etapas de las emociones; ira, incredulidad, desesperación, miedo, tristeza y luego otra vez ira. Estaba volviéndose loco y lo sabía. Al principio pensó que alguien la había secuestrado, que Stefano había descubierto la verdad y se la había llevado lejos solamente para torturarlo, pero no fue así, porque al entrar en territorio de ese imbécil líder de otro clan, la castaña ni siquiera estaba por los alrededores y ese perdedor estaba con un par de prostitutas. Ni siquiera se puso a pensar que esa búsqueda traería sospechas sobre el pri