Narra Leandro –¡Pero ella es menor de edad! ¡Claro que no se casará! —exclamó la madre de Anna. —Eso ya lo sabemos, Señora. Es por eso que estamos aquí, para que nos de la autorización. Nosotros estamos enamorados y déjeme decirle que haría cualquier cosa por su hija. —No, por supuesto que no se la estoy dando. Así que se puede ir y, tú Anna te quedas —respondió la señora, quien ya estaba agotando mi paciencia. —Señora podemos llegar a un acuerdo, si usted nos da la autorización —observé alrededor e hice una mueca de desagrado —yo las podría sacar de este cuchitril y podría darles una casa amueblada. Está en sus manos poder salir de aquí. La mujer me miró con furia contenida. —Solo porque tenga un poco de dinero no va a venir a humillarme, ni que fueras un multimillonario —me obs