Narra Leandro
Estaba revisando varios documentos de las empresas que poseía cuando se oyeron unos golpes en la puerta del despacho.
—Adelante
Marcos, mi mano derecha, entró al despacho con folder en mano. Lo puso en mi escritorio, lo observé seriamente, confundido de esa actitud.
—¿Qué es eso? —pregunté frunciendo el ceño.
—Es toda la información que querías de la chica, Anna creo que es su nombre.
Mi semblante cambió y tomé el folder dispuesto a leer cada mínimo detalle que ahí hubiese.
—Retírate.
—No sé qué planes tienes con esa chica. Sólo te cuidado, amigo.
—Vete Marcos
Salió del despacho sin decir nada más. Sin desperdiciar ni un segundo más leí toda la información de ella. Observé las fotografías que se me habían proporcionado, dónde se encontraba ella saliendo del restaurante dónde trabajo, entrando a su casa, en el instituto y me llevo una gran sorpresa al ver a mi hermana Leslie en la mayoría de las fotos.
Anna era una chica hermosa, me embriagó su belleza el día que choqué con ella. Sus orbes azules intensos como el mar y su esbelta figura me fascinaron. Creando una obsesión por ella, por tenerla y poseer su cuerpo. Y no descansaré hasta tenerla conmigo.
Dejé de lado aquel folder y lo guardé en un cajón del escritorio bajo llave.
Recordé que hoy había mandado a traer a mis hermanos de una manera... singular, se podría decir. Se llevarían el susto de sus vidas.
Ellos son consientes de lo que soy, saben a lo que me dedico, y les agradezco profundamente que no me juzgan.
No los veía desde hace varios años, la última vez mi pequeña hermana tendría algunos ocho años, seguramente ni recordará mi rostro. A Giovanni si lo había visto hace como dos años que coincidimos en un evento.
Casi no miraba a mi familia porque me mantenía viajando constantemente. A la única persona que no podía mantener alejada era a mi madre. Es a la persona que más amo y con quien soy yo mismo. A ella la mantengo como la reina que es. Rodeada de lujos, más sin embargo, ella es una persona humilde. Le encantan las flores y es feliz cultivándolas ella misma.
Debido a que traería a mis hermanos mi madre se encontraba preparado un banquete para ellos. A pesar de que son sólo hijos de mi padre, no los aborrece, más bien los aprecia mucho. Y eso es algo que admiro de ella. La gran persona.
—Madre ve a descansar, deja que los empleados hagan eso, es su trabajo —dije entrando a la cocina.
—¡Leandro Basilio Cipriani Ancelotti! ¿Acaso esos son los valores que te he inculcado?, no puedes tratarlos así, como si fueran alguien insignificante. ¡Disculpate con ellos Basilio! —me regañó mi madre por haberme dirigido a ellos de manera borde.
—No lo haré, mamá. No veo alguna razón para hacerlo.
Me di la vuelta y salí de la cocina dirigiéndome a mi habitación. Cuando entré me llené de ira al ver a Farina en mi habitación al lado de la cama tan solo cubierta por una bata de seda.
—¿Pero que haces en mi habitación Farina? ¿Como te atreves venir a mi habitación? ¡¿Desde cuando te he dado el permiso de entrar aquí?! Ninguna mujer ha tomado tal atributo. Ni siquiera mi madre—grité con ira
—Yo te quería dar una sorpresa, y yo no soy cualquier mujer, soy tu amante oficial.
—Si, si, lo que sea. Lárgate de aquí —dije indiferente.
—No seas tan pesado, no me trates como si no valgo nada.
—Te trato como se me de la gana —dije agarrándola bruscamente del brazo y sacándola de mi habitación y cerrándole la puerta.
Me doy una ducha y me visto con algo casual, un jeans n***o y una camisa de botones color verde. Y por último mis zapatos.
Escuché gritos en la planta baja, solté una risita al distinguir la voz de mis hermanos. Decidí salir de la habitación y bajar para poder parar con todo el teatro.
—¡Callados! Que al jefe no le gusta que griten —dijo Marcos
Una vez más de volví a reír al pensar en lo asustado que estarían. Y cómo no, si los había mandado a secuestrar.
—Dejen de asustarlos, chicos —dije mientras bajaba las escaleras. Giovanni me miró con la boca abierta a causa de la sorpresa. Mientras Leslie me miraba confundida.
—¿Le-Leandro? —tartamudeo Giovanni, Lesly abrió los ojos desmesuradamente.
—El mismo, hermanitos