Mi mano resbala por el borde de la mesa y Nicolás me sujeta.
Estoy embarazada.
Necesito pensarlo, no pensé que pasaría tan pronto y no estoy lista, no, debo estar soñando, sí solo tengo un mes es imposible que se escuche el latido, Nicolás debe estar jugándome una broma, y los bebes solo tienen un corazón, ¿de dónde salió el otro latido?
– No lo estoy – intento bajar de la mesa y Nicolás coloca las manos a los costados evitándomelo – no estoy embarazada – quiero empujar sus hombros.
Sus manos abrazan mi cintura y sin proponérmelo me refugio en sus brazos, estoy asustada, qué tal si es cierto y realmente estoy embarazada, ¿qué haré?, sus manos se aferran a mi espalda, mi corazón late tan rápido que hasta yo puedo escucharlo y de repente quiero llorar, ha sido así desde hace varios días,
