Labia apretó los dientes – maldito idiota, no tienes una idea de a quién estás molestando, yo soy – estuvo a punto de decir ¡diosa de la primavera!, pero tuvo que tragarse sus palabras por seguridad y sonrió – soy demasiado para ti.
Las raíces de los árboles se movieron con un solo objetivo, Nicolás, el retrocedió de prisa y su espada cortó las ramas de un solo tajo, a su espalda las lianas despertaron de la misma forma en que pasó cuando caminaba junto a Iris, como serpientes que se arrastraban bajo la hierba y sin importar cuántas veces les cortara las cabezas, seguían moviéndose.
– ¡Mierda! – exclamó Labia y corrió de prisa, solo un momento atrás su visión de Nicolás se volvió borrosa y detuvo las lianas, no estaban en melros, perderse de vista significaba no volver a encontrarse en m
