– ¡Llegas tarde!
Vladimir Delattre lanzó su sombrero y su abrigo al sillón dejando que uno de los sirvientes lo recogiera y lo llevara a su lugar antes de dejarse caer pesadamente sobre los cojines – mira a tu alrededor, ¡hermanita!, a nadie le interesa.
Era un mal día para ser un noble en Senia y con mayor razón si se trataba de un noble emparentado por sangre con la familia Daemonium.
Rosalina bajó el libro que fingía leer – la tía le envió una carta a papá, él dijo que regresará en una semana después de revisar los daños de las mansiones en la ruta del tren.
Sobre la mesa redonda en el centro de la habitación yacía el sobre abierto, Vladimir lo tomó imaginando que quien había leído el contenido era su hermana y resopló – antes volvías a sellarlas y fingías que no las leíste.
– Son
