La alarma sonó a las seis de la mañana, a las cinco cuarenta y cinco Lilith estaba pegada al espejo acomodando su cabello. En su teléfono había una conversación que comenzó a la media noche de una de sus compañeras de la universidad, querían organizar una fiesta y ella canceló porque estaba ocupada.
La razón, volver a la escuela.
Brenda también se levantó temprano y la vio bajando los escalones – ya estás lista, aún no es hora.
– Quiero ubicarme en los dormitorios.
Brenda suspiró – son para los estudiantes que viajan para ir a la escuela, tú vives a media hora.
– Me será más fácil quedarme a estudiar, tengo que aprender en un semestre lo que otros aprenden en tres años, es una gran carga – buscó una manzana para partirla en pedazos y comerla.
Jacob también bajó a la cocina y escuchó la misma conversación que tenían desde dos semanas atrás, cuando Lilith reservó una habitación en los dormitorios de la academia.
– Quiero tener toda la experiencia – anunció Lilith con una gran sonrisa.
– Bien – aceptó Brenda – concéntrate en aprender a controlar tu magia, es lo más importante.
Lilith asintió.
Partieron de casa a las siete, Lilith tenía veintitrés años y era importante porque esa edad la identificaba como una adulta, pero estando en la camioneta, con una maleta ya armada y de camino a la academia Vitreri, se sintió como una adolescente, no lo estaba soñando, realmente asistiría a una escuela de magia.
– Sé que ya lo hablamos – dijo Brenda a mitad del camino – y confío en que harás tu parte y te concentraras en tus estudios, pero para aclararlo, vas a estudiar, no a tener citas.
Lilith rodó los ojos – prometo firmemente no divertirme – levantó la mano para reafirmar su promesa.
Jacob estacionó la camioneta en el lugar reservado para los maestros.
– No gastes tu dinero en cualquier cosa – agregó Brenda.
Lilith bajó – estaré a media hora de distancia, no enloquezcan – se despidió y caminó por la banqueta – esto sería adorable, sí tuviera quince.
No se arrepentía de alquilar una habitación en los dormitorios, por el contrario, estaba tan entusiasmada que no podía evitar sonreír, quería aprender todo lo que se perdió durante esos años en los que creyó ser una mundana.
En la entrada había un letrero anunciando la ceremonia de ingreso en el auditorio y un lema que decía: siga la línea amarilla.
Por encima de las personas y muy cerca del techo, había una línea de luz muy amarilla que continuaba por el pasillo y doblaba a la izquierda.
– Lilith – la llamó una mujer alta y le puso la mano en el hombro para apartarla del grupo, era la amiga de su madre, la secretaria Karina, y la mujer que estaba casada con el maestro de matemáticas mientras se acostaba con el profesor de demonología – llegaste a tiempo, cinco minutos más y tenía que irme al auditorio, te llevaré a tu dormitorio.
– Gracias – musitó Lilith tratando de no pensar en las historias que su madre le contaba al llegar del trabajo.
– Te colocamos en el dormitorio de los residentes, son estudiantes graduados que están haciendo sus prácticas para ser maestros, por tu edad no podemos ponerte en los dormitorios regulares.
Lilith asintió – así es perfecto.
– Genial, es por aquí.
El edificio tenía cinco pisos y dos habitaciones en cada uno, a juzgar por las ventanas.
– Tenemos otros cinco estudiantes este año en el dormitorio de residentes, dos hombres y tres mujeres, uno de ellos está de excursión y llegará hasta el mes entrante, tendrás una habitación para ti sola – sonrió la secretaria – deja tus cosas y no llegues tarde a la ceremonia.
El elevador funcionaba con una credencial, Lilith subió hasta el quinto piso y miró la habitación, amplia y acogedora, con una cama individual, un librero, un escritorio amplio con dos muebles atrás, uno de ellos con una puerta de cristal y espacio para colocar botellas, una cajonera para zapatos y una alfombra sobre el piso. Además de una pintura de la antigua universidad de Malea.
– Hogar, dulce hogar.
La ceremonia por inicio de clases comenzaba a las ocho, Lilith se apresuró a tomar sus cosas, revisó que trajera su credencial, la llave, libros y libretas antes de dejar la habitación y seguir la línea amarilla.
El auditorio tenía tres niveles, los estudiantes en la planta baja eran adolescentes, más arriba estaban los universitarios, a los costados estaba la mesa de maestros y subiendo los escalones en un segundo piso, estudiantes sin uniforme, Lilith miró hacia abajo, después vio a sus padres y decidió subir los escalones.
Faltaban cinco minutos para las ocho, los profesores le señalaban a los estudiantes que se acomodaran en sus asientos y dejaran de pararse, abajo había mucho ruido, Lilith se recargó sobre el barandal y juntó las manos, finalmente tenía talento mágico y estaba en la academia, pero se sentía un poco fuera de lugar.
– Aquí estás – dijo alguien detrás de ella y le puso la mano en el hombro – escuché un rumor y aposté a que era mentira, veo que perdí – le guiñó el ojo.
Era Mathías, el estudiante que iba seguido a su tienda – hola.
– ¡Silencio! – avisó una profesora – estamos por comenzar – callados, ahora – y movió su brazo.
Lilith sintió que sus labios quedaban sellados, poco después la puerta del fondo se abrió y entró la directora Liseth Lacroix, una mujer de más de cincuenta años con el cabello teñido de luces rubias, anteojos y aretes largos.
– Hoy comenzamos un nuevo ciclo escolar, ya pueden respirar – sonrió y los labios de todos dejaron de estar sellados – apreciamos la puntualidad, el compromiso y la dedicación, para los nuevos estudiantes, esperamos que encuentren en la academia Vitreri una guía adecuada para su futuro y lo que decidirán hacer con su talento mágico, para los estudiantes de tercero, la oficina de orientación estará siempre abierta, a nuestros nuevos residentes, es un gusto tenerlos de vuelta – sonrió – y a nuestros profesores, será otro año infernal.
– Es agradable – susurró Lilith.
– Bastante, excepto sí rompes las reglas – dijo Mathías – entonces se convierte en un demonio.
– Este año el taller de gimnasia estará en renovación – continúo la directora – los nuevos estudiantes tienen prohibido acercarse, por seguridad, y a todos les recuerdo, la sección F de la biblioteca está estrictamente prohibida.
Mathías miró a Lilith de reojo.
– Maty, ¿qué haces aquí? – preguntó una joven alta, también con el cabello teñido con luces rubias.
Mathías desvió la mirada – ah, vine a darle la bienvenida a Sally, es nueva, pero no está en su lugar y pensé en llevarla.
La joven pasó la mirada hacia Lilith – ¿eres la hija de la profesora Santiago?
Ella asintió – sí, y me llamo Lilith, no Sally.
La joven resopló – entiendo que no quieras sentarte con adolescentes, pero no puedes estar aquí, tú tampoco Maty, abajo, los dos – movió su brazo.
Lilith sintió que era empujada por una fuerza invisible y sus piernas se movían por su cuenta, llegó al final del pasillo, bajó los escalones y estando entre los asientos para los estudiantes de grados superiores y la mesa de profesores, la fuerza desapareció – ¿por qué hizo eso?, no estábamos molestando.
– Ella es Ofelia Lacroix, nieta de la directora, prepárate, te estará dando órdenes todo el año – dijo Mathías.
Lilith miró a la directora una vez más, se veía muy joven para ser abuela.
– Lo que iba a decir – comentó Mathías, recordando la razón por la que subió – gracias, seguí tus indicaciones y aprobé el examen de pociones, pasé a la tienda para agradecerte, pero estaba cerrada.
Muchas cosas pasaron desde ese día y Lilith ya lo había olvidado – de nada.
– Sí necesitas algo, avísame, solo no abuses, tengo una vida social muy ajetreada.
– Podrías llamarme por mi nombre, es Lilith, no Sally.
Mathías negó con la cabeza – eso no pasará.
Después de la ceremonia las clases comenzaron oficialmente, Lilith miró su horario – debí preguntarle cómo llegar al salón – se quejó y buscó un mapa pegado a la pared donde pudiera ubicarse.
Las clases de historia de la magia, psicología y control, las tomaría con el grupo de primer año, introducción a la hechicería e introducción a la alquimia, con el grupo de segundo y demonología, y ciencia de los artefactos, con el grupo de tercero.
Fue fácil ubicar al grupo de chicos de quince años que dejaban el auditorio y los siguió para saber en qué edificio estaría, después buscó un asiento en la parte de atrás, acomodó su mochila y esperó. Mientras llegaba la profesora, se ganó varias miradas confusas.
Su primera clase era de control de la magia, impartida por la profesora Casandra Mares.
Varios minutos después la puerta del salón fue azotada.
– Todos a sus lugares – dijo la profesora – mi nombre es Casandra Mares, pero todos me llaman “maestra Cassi”
Lilith agrandó los ojos, había escuchado a su madre nombrarla muchas veces, era la maestra que tenía una hermana en supervisión con la que no se llevaba, una vez durante una reunión acusó a su hermana de ser una cualquiera, y de usar un vestido sin ropa interior.
– ¡Mamá! – exclamó mentalmente, contarle sobre magia, ¡imposible!, se consideraba un crimen hablar remotamente sobre hechizos dentro de su casa, ¡ah!, pero contarle los amoríos y chismes de los profesores, ¡eso era totalmente aceptable!
– Como todos ya saben la materia tiene tres estados – explicó la profesora, detrás suyo entró Ofelia Lacroix – solido, líquido y gaseoso, con la magia también tenemos tres, sólido, líquido y espiritual – mientras ella hablaba, un marcador escribía sobre la pizarra – el estado más común es el espiritual, todos ustedes lo tienen, no necesitan hacer algo, simplemente está ahí, y no pueden verlo, el estado líquido es lo que conocemos como manifestación – movió su mano y de ella emergió un destello de luz verde.
Lilith recordó haber visto algo similar el día de su exploración, eran destellos dorados que salían de su cuerpo, lo intentó después y no volvió a ocurrir.
– En este estado la magia es visible, maleable y flexible, como el agua – continúo la profesora mientras la magia que mostraba se extendía hacia la mesa y formaba una figura – y el estado sólido – tocó su magia y esta se solidificó – podemos tomarla y usarla, nuestros antepasados gustaban de convertir la magia en escudos, sombrillas, dagas o lanzas, pero, para que esto suceda primero necesitan controlarla.
Ofelia abrió una vitrina en la parte de atrás del salón y sacó varias botellas que fue entregando a todos los estudiantes.
– Ella es Ofelia Lacroix, está haciendo sus prácticas y aspira a convertirse en una maestra, háganle todas las preguntas que quieran – dijo la profesora – lo que les está entregando es una pócima que les ayudará a ver su magia, aún no la beban – enfatizó al ver que un estudiante estaba destapando la botella – primero les explicaré el ejercicio, justo después de tomar la pócima – tomó una botella – van a ponerla sobre su mesa y moldearán su magia para formar una mano y hacer esto.
La magia de la profesora se convirtió en un tercer brazo que terminaba en una mano perfectamente bien formada, con cinco dedos, nudillos, uñas y una muñeca, esa mano tomó la botella y la empujó hacia la otra esquina del escritorio.
– Una vez que dominen este truco, podrán controlar la magia básica y mover cualquier objeto – explicó la profesora, al instante, la mano desapareció, pero no dejó de estar ahí, porque la botella giró en el aire, dio una vuelta y fue colocada en el centro de la mesa, al segundo siguiente todas las cortinas del salón se cerraron y luces blancas brillaron en el techo – comiencen.