Lilith abrió los ojos en el interior de una pequeña habitación, después de una hora en el cuarto de interrogación sin que alguien fuera a verla, la llevaron a ese cuarto y le dejaron el desayuno sobre una mesa.
No había barrotes, pero tampoco podía irse libremente, Harret estaba en lo cierto, la directora Lacroix no la dejaría ir.
– Lilith Bonel.
Escuchar su nombre dicho de esa forma, fue extraño.
– Te llevaremos al cuarto de eliminación.
Lilith se levantó, no tenía su celular, tampoco su mochila ni la chaqueta que usó por la noche, no sabía de su familia y estaba sintiéndose muy perdida. Siguió a la mujer que la llamó y caminó por un pasillo estrecho hasta un cuarto.
Todo se veía demasiado oscuro, las luces tenían filtros de colores que no la dejaban ver, pero el problema no eran las luces, eran sus ojos.
La puerta se abrió, dos personas entraron al mismo cuarto, ambos con zapatos lustrosos, Lilith mantuvo la mirada baja, sintió que alguien le sujetaba el brazo y le cubría los ojos de pronto, las luces se encendieron y sus ojos lagrimaron, quitó la mano que la cubría – Percival.
Antonio se aclaró la garganta – buenos días, señorita Bonel – apartó a Percival – mi nombre es Antonio Melosa, soy investigador del departamento de demonología y él es mi asistente – señaló a Percival – ¿me recuerdas? – habló de una forma más tranquila.
Lilith asintió.
– Fui a tu casa y me pediste que te hiciera una exploración por energía demoniaca. Diste negativo.
Lilith bajó la mirada – el demonio me manipuló, desplazó su energía a un objeto, mi celular – lo buscó en el bolsillo y no lo encontró porque le quitaron todas sus cosas – después de la exploración regresó a mi cuerpo.
– ¿Cuándo dejó de controlarte?
– Anoche, hice lo que Percival me dijo, busqué un punto de control y regresé a mi cuerpo.
Antonio asintió – bien, necesito que te recuestes con la cabeza hacia este lado, Clara, espera afuera – le dijo a la maga que la llevó y ella se retiró – mi asistente te ayudará a acomodarte.
Percival se adelantó – quítate los zapatos, pulseras, aretes o relojes.
– Me los quitaron anoche – dijo Lilith y mostró sus manos.
– Bien.
Lilith sujetó el brazo de Percival – mis padres…
– Están abajo, la directora no los deja pasar, mi jefe dice que consiguió un permiso para ocuparse de tu caso, llevamos horas pidiendo que nos dejen verte.
Las manos de Lilith temblaron.
– Recuéstate – dijo Percival – va a doler – recordó el día en que un demonio salió de una caja de música y trató de poseerlo – los demonios sueltan enlaces que son como raíces y se aferran al alma del anfitrión, será doloroso al comienzo, pero se calmará después.
Lilith asintió, se recostó y al mirar el techo se dio cuenta de algo y volvió a tomar el brazo de Percival – gracias, por creerme.
La habitación donde la encerraron tenía paredes muy delgadas, lo que era gracioso considerando que era una prisionera, toda la noche escuchó a los investigadores dudar de su confesión, según ellos, el fiscal que llevaría su caso tomaría únicamente las respuestas que le dio a la directora Lacroix y no lo que dijo después.
– Agradécemelo cuando saquemos a ese parasito – dijo Percival.
– Oye, ¡lo de parasito lo dijo por mí! – reclamó Harret – ella es el parasito, todo estaba malditamente bien hasta que ella… – alzó la voz y gruñó. Lilith cerró los ojos para no verlo.
Del otro lado del cuarto estaba Antonio, generalmente el eliminador se paraba en ese punto para no ser alcanzado por la energía demoniaca durante el proceso de eliminación, excepto que, en esa ocasión, no había un objeto sobre la mesa, sino una persona.
Percival entró – vamos a sacar esa cosa, ¿cierto? – se refirió al demonio – ella estará bien.
– De acuerdo a la orden que tenemos – dijo Antonio – nuestro trabajo consiste en averiguar sí realmente hay un demonio que la está poseyendo o no, y llevar el reporte.
Percival se sorprendió – ¡qué!, no puede dejarla así, ¿qué evitará que el demonio vuelva a controlarla de aquí al juicio?, Lilith apenas está aprendiendo a controlar su magia, lleva una semana de clases, hace cuatro meses ni siquiera era una maga, el demonio podría devorar su alma en cualquier momento. Usted lo dijo hace media hora, la directora Lacroix no tiene jurisdicción en el ministerio y está abusando de su autoridad – miró a Lilith – ella no tiene la culpa, no es justo que la traten como a una criminal.
– ¿Terminaste de exponer tu caso?, niño – dijo Antonio – desde que trabajas aquí, ¿me has visto obedecer órdenes de mis superiores?
– No.
Antonio regresó la vista a la mesa – hoy no será la excepción.
Había un círculo blanco sobre el piso hecho con tiza, la pintura desprendió pequeños puntos blancos que subieron y formaron un escudo cilíndrico con Lilith en el centro, después, de los puntos marcados emergieron cadenas doradas y permanecieron suspendidas en el aire.
Lilith no soportó la curiosidad, abrió los ojos y las vio, a esas cadenas brillantes que esperaban por fuera del escudo – ¿qué están haciendo?
– Perder el tiempo – respondió Harret.
Dentro del cuarto Percival miró a Lilith para estar al tanto de ella en caso de que algo saliera mal o el dolor fuera insoportable, detrás suyo Antonio miró el artefacto de eliminación. Su funcionamiento era muy simple, mostraba una maqueta de la mesa y a través de luces indicaba en dónde estaba posicionado el demonio, después, el mago a cargo usaba su magia para crear cadenas que se enlazaban con el alma del demonio y la separaban del objeto o la persona.
La ventaja del escáner era que brindaba apoyo visual y protegía al mago. En términos de funcionabilidad, era el mejor método, por esa razón los demonólogos no eliminaban al demonio, lo que hacían eran contenerlo, embolsarlo y llevarlo al ministerio para que un técnico se hiciera cargo.
Percival notó que ya había pasado algo de tiempo y las cadenas seguían suspendidas – ¿qué ocurre? – miró hacia atrás, vio a Antonio con el ceño fruncido y después la maqueta.
La silueta de Lilith era de un azul claro y dentro de ella había dos juegos de líneas, unas rojas y otras negras, las líneas seguían el curso del flujo sanguíneo e iban desde su cerebro hacia su corazón y después a sus extremidades.
– Señor – lo llamó Percival.
Antonio apagó el escáner, dentro de la habitación las cadenas desaparecieron junto con el escudo – enviaremos el reporte, es positivo para energía demoniaca.
– ¿No lo eliminará?, dijo que usted nunca seguía las reglas.
Antonio miró a Percival con tristeza – ya no es posible, sus almas están enlazadas, sí lo sacas, la matas.
Percival tragó saliva – debe haber una forma.
– ¿Recuerdas lo que te conté de mi tobillo?, sí hubiera un método para sacar al demonio sin hacerle daño al anfitrión, yo ya lo habría usado conmigo – volvió al escáner y presionó el botón de impresión – voy a llenar el reporte, sí quieres, yo se lo explico.
– No – dijo Percival – yo lo haré – abrió la puerta, Lilith se sentó, tenía ojeras muy pronunciadas y los ojos irritados por lo mucho que lloró la noche anterior, su cabello tampoco lucía bien.
– Dime – pidió Lilith.
– Lo siento – dijo Percival – sus almas están conectadas, no podemos separarlas, pero no es el final – agregó y se sentó sobre la mesa justo encima de donde estaba sentado Harret – escucha, no le digas a nadie más en el ministerio que te lo dije, tu caso no es el único, hay otras personas que viven con demonios dentro de su cuerpo, lo llaman, “relación simbiótica”, esas personas pasan toda la vida conviviendo con un demonio y mantienen el control de su cuerpo.
Antonio escuchó toda la conversación y suspiró.
– Aprenderás a controlarlo, lo importante ahora es que probamos que fue un demonio el que atacó la biblioteca, no tú – señaló Percival.
Lilith asintió. Ya lo había imaginado, Harret llevaba horas repitiéndole que nunca se liberaría de él y que todo lo que le prometieran sería mentira, iban a condenarla – nuestras almas están enlazadas porque acepté el contrato, ¿cierto? – miró a Percival.
– Es difícil saberlo.
– Nunca tuve talento mágico – admitió – el demonio me engañó, me dio lo que siempre quise y yo le creí, fue tan estúpido.
– No hiciste algo malo – dijo Percival – al contrario, tú sola recuperaste el control de tu cuerpo, después de una semana de entrenamiento mágico, hay magos adultos que no lo consiguen, son devorados – se lamentó – mal ejemplo, olvida que dije eso – maldijo entre dientes, no era bueno haciendo sentir mejor a las personas.
Lilith tomó su mano – Percival, en mi mochila… – su voz se cortó, a su lado Harret la miró con el ceño fruncido, tenía el control de su cuerpo, pero no por completo, aún no podía mencionar el espejo, la sangre o la estrella – diles a mis padres que lo lamento.
– Lo prometo, iré a verlos después de que entreguemos el reporte – bajó de la mesa.
– Percival – lo llamó Antonio para que saliera de la habitación y lo siguiera al pasillo – asfixia, apuñalamiento, fractura por comprensión, ahogamiento, la inmolación es una exageración, electrocución es más probable.
– ¿De qué habla?
– Enlisto las formas en que ella pudo matarte – se detuvo – entiendo que sea tu amiga, pero estamos hablando de una persona que está siendo controlada por un demonio y no, su caso no es igual al mío – bajó la voz – ella ya firmó el contrato, en cualquier momento el demonio saldrá a la luz y nos atacará a todos.
Percival frunció el ceño – la directora Lacroix quiere castigarla por algo que no hizo, no dejan entrar a sus padres y nadie le ha dicho que tiene derecho a un abogado o que está arrestada, Lilith necesita saber que alguien en este maldito edificio está de su lado.
– La próxima vez guarda tu distancia, sí pierdo a otro compañero me quedaré sin mi pensión – caminó hacia el elevador – toma el siguiente, prometiste que verías a sus padres.
Percival casi lo olvidó por la conversación, retrocedió y esperó a que el otro elevador llegara para ir a la planta baja.
Antonio subió a la oficina de Julián y bromeó al llegar – ¿cuántas horas llevas aquí?
– Las suficientes como para tener mis tres comidas, ¿cuál fue el resultado?
– Positivo, el patrón coincide con el reporte de Carlos, este demonio es el que salió del espejo, clasificación S, sí quieres mi opinión ella no lastimó a ocho estudiantes, evitó que todos en la academia murieran.
Julián miró los formularios – desearía que hubieras traído esto hace media hora.
– No me dejaban verla – reclamó Antonio y se detuvo – ¿qué quieres decir?, ¿quién llegó antes que yo?
– Lilith Bonel, abuelos maternos, Joaquín Santiago y Julieta Damira, participes confirmados de la secta de los seguidores del abismo, lo trajo la directora Lacroix – lanzó el reporte sobre la mesa – tuviste el caso por tres meses y no viste esto. Van a relacionarla por parentesco.
Harret sonrió – ocurrirá pronto – dijo estando de pie cerca de la puerta – sí no me regresas el control, tú y toda tu familia pagarán las consecuencias.