Punto de quiebre Parte 2

1900 Words
Bruno se humedeció los labios – es un equipo, todos son importantes. – NO, todos son reemplazables, es así como debe funcionar porque son personas, se enferman, se accidentan, tienen compromisos, se embarazan, deprimen, sufren la muerte de un familiar o simplemente, se quedan dormidos, tu equipo debe ser capaz de funcionar sí uno de ellos se ausenta, el único indispensable es el líder, tú – lo señaló – ¡te das cuenta del problema! Bruno desvió la mirada – lo que pasó hoy fue un accidente, lo arreglaré. – Idiota – exclamó su padre y dio la vuelta para sacar una carpeta del librero – estuve revisando tus reportes, según su forma de trabajar Lilith es la que se encarga del primer contacto. – Reconocimiento – recalcó Bruno. Su padre levantó la mirada – como sea que lo llames, ella es la primera en entrar, se encuentra con el demonio, este huye y ustedes lo atajan con una trampa previamente colocada – cerró la carpeta – ¿por qué crees que el demonio huye? – Porque es lo que hacen – respondió Bruno – tienen miedo de que los atrapen y les quiten el cuerpo que están usando. – No – lo interrumpió – he cazado más demonios que tú y en el 99% de los casos, ellos pelean, son criaturas agresivas que no le tuvieron miedo ni siquiera a la muerte, harán lo que sea para vencer, ¡huyen!, cuando se dan cuenta de que están frente a un mago más poderoso que ellos y que su ataque no tendrá éxito, ¡esa es Lilith! – enfatizó – según lo que sabemos – se sentó – los demonios tienen un sistema para determinar la capacidad mágica, mejor que el nuestro, lo desarrollaron como un mecanismo de defensa, hemos hecho varias investigaciones y colaborado con otros seguidores, pero aún no descubrimos su método, lo importante es que ellos lo saben, ven a Lilith y sienten la energía del demonio de clasificación S, detrás de ella, por eso corren. Bruno tragó saliva. – Siguiente problema, nadie en tu equipo sabe usar un escáner. – Eso no fue lo que pasó, Megan se hundió en el piso, Armando estaba nervioso, el escáner cayó al suelo, no fue… – Lilith es la que escanea al demonio, según tu reporte – dijo Gustavo – ¿me equivoco?, por eso se confundieron, olvidaron cómo utilizar un escáner porque ella hace esa parte del trabajo. Bruno guardó silencio, era cierto, Lilith siempre escaneaba al demonio, se había vuelto una costumbre enviarla y sin proponérselo, los demás perdieron la práctica. – Hace un rato dijiste que sellar al demonio les tomó más tiempo, cinco horas, ¿correcto? Bruno asintió. – No es demasiado, es el tiempo promedio, ustedes sellaban a los demonios más rápido porque tenían a Lilith en su equipo, ella es la que hace el primer contacto, ella asusta al demonio para que corra a una trampa, ella escanea, dibuja el patrón, y ella amenaza al demonio para que no deje su contenedor mientras ustedes salen a hacer estupideces, dime, ¿para qué carajos te necesito a ti y al resto del equipo?, podría deshacer todo y enviarla a ella sola. Bruno quiso responder, quería decir que era mentira, que no dependían de una sola persona, pero ese caso fue el ejemplo perfecto, la primera vez que Lilith no estuvo, y todo salió mal. Gustavo resopló – tu abuelo no estará al frente por siempre, tenemos que proteger la posición de la familia y está el problema de la Rosa. – ¿Por qué eso es un problema? – Tu abuela hizo una primera evaluación, Tiffany es muy buena con la magia mental, pero no puede controlar lo que dice, Sandra no tiene experiencia con negociaciones y Megan está fuera, sí Lilith se convierte en la siguiente Rosa, los Santiago seguirán teniendo una posición muy importante dentro de la iglesia, sería lo ideal sí tú pudieras controlarla, pero, por lo que he visto, no es el caso. La palabra, “controlarla”, hizo que Bruno se molestara – la Rosa es una vendedora, no debería molestarnos. – ¡Es lo que piensas! – reclamó Gustavo – la Rosa es nuestra vocera, el rostro de nuestro grupo en la comunidad de seguidores, es ella quien negocia los acuerdos, quien mantiene nuestra reputación, el terreno donde está construida la iglesia, fue ella quien lo negoció, sí vas a decir que la Rosa es una vendedora, entonces debes comprender que lo que ella comercia no es dinero, es confianza. Piensa en nuestra organización como en una empresa, ella es la identidad visual. Bruno no entendió exactamente a qué se refería, pero comprendió que era muy importante e insistió – Lilith es una gran maga, sí lo consigue es bueno para nosotros, no veo el problema. – No, no lo vez. El problema aquí, es que sí Lilith se convierte en nuestra vocera y también en la cazadora más importante, será una maga con el poder para tomar decisiones y una competencia para nuestra familia, no podemos perder el liderazgo. Bruno se estaba impacientando – ¿y qué quieres que haga?, superé mi capacidad mágica hace meses, el último núcleo que me diste, mi cuerpo lo rechazó, no puedo ser más fuerte que ella para que tú te sientas menos inseguro, tampoco quiero que sea controlada por otra persona, o que la trates como un obstáculo, ¿qué quieres que haga? – Despídela. Bruno agrandó los ojos. – Responsabilízala por este fallo, que se concentre en ser la Rosa, sácala de la ruta de una cazadora, así será más fácil controlarla. Bruno negó con la cabeza – eso no va a funcionar. – Funcionó con su tía – dijo Gustavo. Karina Santiago, desde varios años atrás, tenía una sola ocupación dentro de la iglesia, la de ser la Rosa, ella ya no asistía a reuniones, no cazaba demonios y no participaba en las búsquedas, era por esa razón que Bruno siempre la consideró un elemento “decorativo”, sin ver su verdadero valor. Y su padre quería lo mismo para Lilith. Gustavo observó su expresión – vas a decir que no es justo, pero todo esto es tu culpa, debiste liderar mejor a tu equipo. ***** Lilith se quedó dormida en el sillón, cuando la puerta se abrió, despertó y se enderezó para ver a Megan caminando en modo zombi, eran la una de la madrugada – Meg – la llamó. Ella dio la vuelta y regresó para abrazar a Lilith – no vuelvas a dejarnos, sé que el entrenamiento de Rosa es muy cansado, pero no vuelvas a dejarnos – chilló. – ¿Qué pasó? Megan dio una exhalación profunda y contó todo lo sucedido, fue una historia larga, dolorosa, vergonzosa y terminó como un gran fracaso. Lilith escuchó en silencio, no dijo ni una sola palabra hasta que Megan terminó de contar su historia y al final, recargó la cabeza sobre las manos. – El señor Elkan se veía muy enojado, como si todo esto fuera nuestra culpa, era un demonio clase A, para empezar – reclamó Megan – por cierto, ¿es verdad que haces algo para que los demonios no se vayan mientras salimos a comer? Lilith asintió. – ¿Por qué nunca lo dijiste? – Porque fue – desvió la mirada, no le gustaba hablar de Harret – en uno de nuestros primeros trabajos, él aún me hablaba, dijo que el demonio al que atrapamos estaba a punto de huir, yo intenté no escucharlo, me pasé a la parte de atrás cuando ustedes bajaron al baño y…, le dije que lo devoraría sí se atrevía a irse. Megan agrandó los ojos – eso suena como…, lo que hacen los demonios. Los seguidores del abismo absorbían la energía demoniaca, al decir “devorar”, se hablaba de tomar las almas e ingerirlas, algo que solo los demonios hacían. – No me estoy dejando tentar – aclaró Lilith – tiene meses que no escucho su voz, esa vez, no quise arriesgarme, y luego, se volvió una costumbre, jamás me alimentaría del alma de otro ser vivo, sea o no demonio. Megan se cubrió el pecho. – ¿De verdad? – Es bueno ser precavido – musitó Megan y sonrió – sé que no lo harías, solo prométeme, que sí sientes la fuerte necesidad de comerte el alma de otra persona, buscarás fuera de casa. Lilith rodó los ojos – ¿por qué ir tan lejos?, tu alma se ve muy apetitosa – mordió el aire. Megan la abrazó – ah, estoy tan cansada, iré a darme una ducha, comeré carne asada, dormiré y no despertaré hasta que digan quién será la siguiente Rosa, no te atrevas a despertarme antes. – Lo prometo. Megan subió, y Lilith tomó su celular, tuvo que marcar cuatro veces para que Bruno le respondiera. – Hola Mundana. El tono en el otro lado de la llamada era cansado y lleno de agobio. Lilith se recostó sobre el sillón – Megan acaba de llegar, me contó lo que pasó, ¿estás bien? Se escuchó una respiración profunda – sí, estoy bien, Megan debió decírtelo, nuestras heridas no fueron graves, un par de moretones, cortadas, nada que un poco de algodón y alcohol etílico no arreglen. – Y, ¿qué dijo tu papá?, ¿qué pasará con el demonio que escapó? No era un tema del que Bruno quería hablar, especialmente con ella – fallamos en atraparlo, así que mi padre nos sacó del caso, pondrán la zona en alerta, en caso de que salga de la ciudad o cruce la frontera. Lilith sabía que ese era el peor escenario, era la forma en que su padre le decía: no eres confiable, para Bruno, que llevaba un largo tiempo esforzándose por ser reconocido como un cazador de demonios, ese era un duro golpe. – Sabes que eres el mejor, ¿cierto?, somos el grupo más disparejo de todos, cada uno quiere diferentes cosas y nos juntamos en el medio, pero tú nos diriges y haces un trabajo estupendo. – Pudiste decirme. – ¿Eh? – Pudiste decirme que detenías a los demonios de no escapar durante el transporte, mejor que eso, debiste advertirme, algo como: es imprudente dejar a los demonios dentro de la camioneta, porque podrían escapar, así no habría quedado como un completo idiota. Lilith se quedó sin palabras, no lo hizo a propósito y una parte de ella sentía que lo que hacía era tonto, no tenía idea de que hiciera una diferencia tan grande, ella… – No vas a decir algo. – No es lo que piensas, yo no… – Sabes, no quiero hablar sobre eso ahora – dijo Bruno, interrumpiéndola y cortó la llamada. No era la primera vez que discutían, pero sí era la primera vez que Lilith se quedaba helada, sin saber qué hacer o qué decir, y no quería que la discusión terminará de esa forma, tomó su celular, marcó de prisa y esperó por el tono de llamada. Bruno escuchó el timbre, esperó a que se detuviera y poco después, al escuchar que el timbre sonaba de nuevo, apagó su celular. Lilith lo supo por el mensaje que recibió de su lado y pensó en ir a verlo, pero era obvio que, en ese momento, Bruno no quería lo mismo.
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