Larissa.
Busco por todos lados, sé que es Alessandro. Me desespero al ver a todos lados y no encontrarlo.
—¡Te ves tan hermosa!
Me volteo y me lanzo rápidamente en sus brazos, no puedo evitarlo y me echo a llorar como nunca lo había hecho en toda mi vida.
—Mi amor, perdón —me dice mientras acaricia mi rostro.
—No pidas perdón, solo prométeme que no te irás de mi lado, quiero que veas a nuestra hija cuando nazca.
Él acaricia mi estómago y después le habla a la bebé, ella se mueve.
—Ella se mueve, ¿será que le gusta mi voz?
—Por supuesto, eres su padre y yo le hablo todos los días de ti.
—Vamos a sentarnos, no quiero que estés mucho tiempo de pie —me dice.
Nos sentamos en unas rocas enormes y él me toma de la mano.
—Larissa, yo... bueno, no sé cómo decirte esto.
—Yo si lo sé,
