02

2235 Words
—¿¡Entonces no sabes quién es Batman!? —chilla mi amiga sobre la música del club nocturno en el que estamos—. Este chisme está muy bueno —murmura Nahia con una sonrisa, para luego darle un gran sorbo al vaso que tiene en su mano. —No, no sé quién es, y te aseguro que luego de que se hiciera el imbécil, tampoco tengo ganas de saber su identidad —puntualizo, bebiendo del delicioso martini en mi mano—. ¡Tiene una novia y la engañó conmigo! Además, según él entre nosotros no pasó nada. —¡Qué tipo más maldito! —exclama espantada—. ¿Al menos follaba bien? —Por desgracia, sí —ruedo los ojos con fastidio—, pero de cualquier forma, no volverá a suceder. Nahia y yo estamos muy ebrias, pero aún tenemos claros nuestros valores y principios, por lo que podemos disociar que lo que hizo Batman estuvo muy mal. De hecho, si yo me hubiese dado cuenta de que ese chico tenía novia, nada de lo pasó hubiese sucedido porque yo no soy de las que se acuestan con chicos comprometidos. —¿Vamos a bailar? —le pregunto a mi amiga. Ella asiente emocionada, acabándose el contenido de su vaso de un solo sorbo, para luego mover la cabeza de lado a lado en un acto reflejo. —¡Amo esa canción! —chilla con la voz muy aguda. Soy arrastrada hasta la pista de baile por mi mejor amiga y llegamos hasta el centro del lugar, donde comenzamos a bailar la canción “Safari” de J Balvin. la cual últimamente ha estado muy de moda. Muevo mis caderas al ritmo de la música y me dejo envolver por el ambiente, sin perder de vista a mi amiga. Disfrutamos de la canción, cantando y haciendo pasos exagerados con nuestros cuerpos, lo que nos hace reír a ambas. —¿Bailamos, guapa? Me volteo ante la voz masculina tras de mí y me topo con un chico rubio, quien es lo bastante guapo como para bailar con él y quizás algo más allá, pero en cambio niego con la cabeza y me acerco más a Nahia para tirar de la mano de mi amiga. —No quiero, tengo novia. El chico alza ambas cejas sorprendido, mientras Nahia me sigue el juego y rodea mi cintura con sus brazos. Sonrío de medio lado y el chico nos observa con evidente curiosidad. —¿Y no les mola hacer un trío? —cuestiona él, acercándose más a mí, quedando a una distancia lo bastante incómoda para resguardar mi espacio personal. —Pues la verdad, tendría que presentarse un candidato mejor —le suelta mi amiga, lo que me hace reír divertida ante su declaración. El chico frunce las cejas con molestia y nos mira de arriba hacia abajo, despectivamente. —Igual no quería liarme con un par de viejas gordas. —Gorda te la puse, hombre —le guiño un ojo y me doy media vuelta, alejándome del chico, con Nahia a rastras, quien no deja de soltar insultos hacia aquel imbécil. Ninguna de las dos está gorda, para ser sincera, ambas nos encontramos en nuestro peso ideal, pero es obvio que aquel estúpido quería llamar la atencíón y decir algo que nos doliera, lo que no viene al caso. Salgo del club, junto a mi fastidiada amiga y nos detenemos en la avenida. —¡Qué imbécil! —se queja ella. Se cruza de brazos y no deja de mirar hacia adentro del club, pero no hay rastros de aquel chico rubio. —De esos imbéciles sobran —me encojo de hombros, restándole importancia—. Deberíamos ir a casa, ya es tarde y mañana tenemos que ir a trabajar. —¿Pedimos un taxi? —pregunta mi amiga, pero yo niego con la cabeza, pensando en una mejor idea. —¿Podrías llamar a Atticus para que venga por nosotras? Nahia hace una mueca con los labios y niega con la cabeza. —No lo sé, Jolie… quizá no quiera venir, ya te dije que está muy molesto conmigo. —Inténtalo, es mejor que quedarse con las dudas y si dice que no, llamamos a Dante. Mi amiga accede y toma su celular para llamar a su novio. Me alejo un poco para darles privacidad, mientras observo mi celular y reviso mis mensajes pendientes en WhatsApp, pero no hay nada fuera de lo común, excepto por la propuesta a salir de Esteban, un chico con el que estuve saliendo por un tiempo. —Atticus vendrá por nosotras —señala mi amiga, acercándose a mí—. ¿Qué ves? —pregunta. Me encojo de hombros y al ver a mi amiga, siento como el piso se mueve un poco bajo mis pies, producto de todos los martinis que bebí. —¿Recuerdas a Esteban? —cuestiono—. Me ha escrito para salir. —Pues… —Nahia ladea un poco la cabeza y luego sus ojos se iluminan con entendimiento—. ¿Esteban, el que te pidió ser su novia? —asiento con la cabeza. Aquel chico era muy lindo y simpático, pero lamentablemente buscamos cosas diferentes. Esteban por su parte busca una relación formal y estable, y yo por mi lado no quiero tener una relación con nadie, porque simplemente estoy en una etapa perfecta de mi vida, donde solo quiero salir, viajar y disfrutar de mi vida sin ataduras. Cuando lo conversé con él, quedamos en ser solo amigos y no seguir teniendo sexo, pero la verdad es que la idea ya no se me hacía atractiva, pues lo mejor era cortar de raiz la relación con él y evitar cualquier conflicto. Por otra parte, no puedo pasar por alto que Esteban es muy amigo de Alondra y de hecho, por ese motivo lo conocí, a través de sus visitas a mi jefa en la oficina, las cuales generaron que ambos comenzamos a conversar, hasta que me invitó a salir y luego todo se fue dando, culminando en un par de encuentros furtivos. —¿Y vas a salir con él? —me pregunta mi amiga. Lo pienso un momento y luego niego con la cabeza. —No lo creo —me encojo de hombros—. Pasado pisado, amiga. Nahia y yo nos reímos y luego nos sentamos en la orilla de la vereda, para esperar por Atticus. Minutos después, cuando el pelirrojo novio de mi mejor amiga llega por nosotras, nos subimos a su automóvil y Atticus amablemente va a dejarme hasta mi casa. Antes de bajarme, le agradezco y me despido de ambos, para luego entrar a mi casa e irme directo a la cama. Ha sido un día largo y necesito descansar. (...) Apenas pongo un pie en la oficina soy interceptada por Alondra, quién me escudriña con la mirada y cuando sus pupilas se fijan en mi rostro frunce sus cejas, en señal de descontento. Le sonrío con amabilidad y paso por su lado, mientras dejo salir un escueto “buenos días” y dejo mi bolsa sobre mi escritorio. —Buenas noches —dice sarcástica. Me volteo hacia ella y la noto muy enfadada, lo cuál no entiendo, pero prefiero ignorar—. ¿Por qué aún no llega la señorita Rinaldi? —No lo sé, jefa —digo sinceramente. Luego de que Nahia y Atticus me dejaran en casa, no supe más de mi amiga—, puedo llamarla si usted gusta. Me fijo en la hora del reloj y ya son las nueve de la mañana en punto. Nahia debería estar aquí, porque al igual que yo, sabe que nuestra jefa odia que lleguemos pasada la hora de entrada, aunque solo sea un minuto. —Gracias, querida —sisea, pasando por mi lado en dirección a su estudio personal—. ¡Pregúntale si es que quiere seguir trabajando en esta maldita oficina! —grita a todo pulmón. Un portazo resuena por todo el lugar y todos quienes estamos ahí somos conscientes de que nuestra querida jefa no está de buen humor. Me dejo caer en mi silla de trabajo y busco mi celular para comenzar a atacar con llamadas y mensajes a Nahia, pero sin conseguir ninguna respuesta por su parte. Suspiro dándome por vencida y esperando que solo se haya quedado dormida y que nada malo le haya ocurrido. La ampolleta se me ilumina y le marco a Atticus, pero tampoco recibo respuesta de su parte, por lo que me decido a que si dentro de una hora no obtengo respuestas de ninguno de los dos, tendré que tomarme la hora de colación para ir en la búsqueda de mi mejor amiga. Enciendo mi computadora y luego de digitar la clave de ingreso alzo la mirada al descubrir a quien menos esperaba ver en estos momentos. —¿Qué haces aquí? —pregunto con interés y de inmediato se me viene a la cabeza el mensaje suyo que no respondí anoche—. Perdón por no responderte, Esteban, pero creí que el no responder nada, también es una señal muy clara de que es mejor no seguir saliendo. —No seas egocéntrica, Jolie —rueda los ojos y bufa con fastidio—. ¿Crees que vine a verte o a rogar por tu compañía? —Bueno…—susurro sin responder a su pregunta—. ¿A qué vienes? —Alondra me pidió que venga, tenemos algo que conversar —señala, con una mueca en el rostro—. Jolie, tengo claro que lo que tuvimos acabó, no es necesario que me lo recuerdes cada vez que por casualidad nos topemos. —Tienes razón —bajo la mirada, sintiéndome un poco avergonzada—. Soy una maldita egocéntrica. —No lo eres —sonríe y niega con la cabeza—. Bueno, tal vez un poco. —Vale, creo que ya están esperándote —le digo, indicando la oficina de mi jefa con el mentón—. No la hagas esperar más, porque el día de hoy está de muy mal humor. —Uy, ni me lo digas —rueda los ojos y luego me sonríe—. Nos vemos, Jolie. El rubio se da media vuelta y camina hasta entrar en la oficina de Alondra. Vuelvo mi vista hacia la entrada y Nahia sigue sin aparecer. Tomo mi celular y le marco nuevamente, pero esta no coje el teléfono, lo que me indica que es muy probable que anoche haya habido una excelente reconciliación entre ella y Atticus o que alguna desgracia ocurrió y aún no me he enterado. (...) Toco la puerta del departamento de Nahia con mis nudillos y me cruzo de brazos mientras espero paciente a que salga a mi encuentro, pero luego de varios minutos sigue sin aparecer frente a mí. Me devuelvo por el mismo camino y en la salida de su edificio me topo con el conserje, quien me saluda amable y al preguntarle por mi amiga, él me dice que no la ha visto hace varios días y que además, su abuela está de viaje, cuestión que yo ya sabía. Sin darme por vencida me subo a mi automóvil y me dirijo a la casa donde vive Atticus, porque no podía quedarme tranquila sabiendo que mi amiga no apareció a trabajar y no contestaba el celular, sin mencionar que Alondra cortaría su cabeza si no se presentaba hoy en la oficina, ya que ayer nos dejó salir antes del horario establecido y su caridad no daba para más. Al llegar a mi destino, me quedo de pie frente al enorme portón de la casa del pelirrojo novio de mi mejor amiga y presiono el timbre. En pocos minutos, Atticus aparece en la entrada de su casa y me abre el portón eléctrico, por lo que entro rápidamente, viendo que queda solo media hora para retomar mi jornada laboral. —¿Dónde está Nahia? —pregunto cuando estoy frente a Atticus. Él me mira con una cara de angustia y luego hace una mueca con los labios. —Ha estado toda la noche vomitando —musita—. Hace poco se quedó dormida y creo que yo haré lo mismo, porque me quedé despierto ayudándola. —Podrían haber contestado mis mil mensajes o llamadas —sugiero con una sonrisa sarcástica. El pelirrojo desvía la mirada avergonzado, pero asiente con una afirmación—. Supongo que no irá a trabajar, le avisaré a Alondra. —No creo que esté en condiciones, realmente. —Vale, le dices que me llame cuando se sienta mejor, por favor. Me despido de Atticus y vuelvo a mi automóvil, pensando en pasar a un McDonald’s por una Big Mac y luego correr a la oficina, para no empeorar el humor de Alondra, además de comentarle que Nahia se encuentra enferma y se ausentará por el día. Tomo mi celular para revisar la hora y calcular el tiempo restante para llegar a la oficina y me llevo una desagradable sorpresa al ver que el maldito Batman me había enviado un WhatsApp. Abro el mensaje de inmediato y no sé qué pensar ante lo que me dice, porque no puedo creer su descaro. “Tu fotografía me ha traído muchísimos problemas. Deberías tener más cuidado para la próxima vez que decidas enviar fotos desnuda a desconocidos”
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD