UNA PETICION

708 Words

El aire en el salón del consejo estaba cargado. No era solo solemnidad: era la expectación de decenas de ojos puestos sobre ellos. Altea lo sintió desde que se sentó junto a Leander en el estrado. Las columnas altas y los ventanales de piedra no podían contener el murmullo constante, como un río subterráneo que amenazaba con desbordarse. Los nobles de Ceviel se inclinaban ante Felipe, pero al levantarse, sus miradas se dirigían siempre hacia ella. Algunas eran desconfiadas, otras calculadoras, unas pocas abiertamente hostiles. Altea sabía lo que pensaban: “la hija del enemigo”. Pero ahora, revestido de urgencia, surgía un nuevo pensamiento: “la portadora de la leyenda”. Un anciano consejero fue el primero en hablar, con la voz temblorosa por la edad, pero firme en su convicción: —Majest

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