VALENTÍN IVANOV. La vida no deja de sorprenderme, un día creí que el mundo era mío. Que dios no existía porque yo tenía poder sobre quien vivía y quien moría, tenía todo el dinero que pudiese imaginar y una muy respetable reputación. Solía creer que jamás perdería, que nunca sufriría o me sentiría triste. Pues mis emociones eran casi inexistentes, pero el amor siempre jode todo, desde que ella llegó a mi vida, despertó algo en mí que sabía que ninguna otra podría hacerlo nunca. Porque la vida estaba empeñada en quitarme lo que más amaba, primero fue Leandri y Dmitri, ahora fue ella. ¿Qué más perdería? No quería ni siquiera imaginarlo. Entendía que mis acciones no fueron las más correctas, que debía mucho al destino y al karma. Pero ¿Por qué quitármela cuando recién la recuperaba? ¡Era ego