3. Cafetería

3224 Words
Zae Swer Mis ojos se cierran ante el sueño, cayendo en un abismo deseoso, es como un posó donde solo distingo unos hipnotizantes ojos negros, dejándome ida ante la oscuridad que me rodea, aún así, los ojos negros brillan con intensidad, guardando algo oscuro en ellos, oscuridad que deseo conocer, mi corazón se acelera fuertemente, galopando contra mi pecho, extiendo mis manos en busca de algo sin razón alguna, mis manos buscan con anhelo, sintiendo como tocó un rostro, su suave piel deja una exquisita sensación en mis manos, resbalando al momento de querer tenerlo sin razón, el impacto contra mi pecho me hace abrir los ojos, levantándome de golpe, respiro agitada mente parpadeando, me encuentro en mi oscura habitación, el reflejo de una sombra masculina llama mi atención, me incorporó en la cama buscando alejarme de la sombra que se acerca con lentitud hacía mi, la sombra se vislumbra musculosa, firme y segura por el movimiento de cada paso, trago grueso dispuesta a gritar, mi corazón taladra contra mi pecho en busca de una salida, intento levantarme y gritar cuando esta a cortos pasos de la cama, mi acción queda pausado ante el intento, mi garganta no cede al igual que mi cuerpo, parece que mi grito quedó ahogado en mi garganta y que mi cuerpo, paralizado. La sombra sube a la cama tensándome, una melena de cabello n***o y sedoso es lo primero que distingo, seguido de eso puedo ver una tes pálida por la luz de la luna, mis ojos lo repasan sin poder evitarlo, musculoso, galante y hermoso, teniendo una belleza oscura, alzó la mirada al sentir como se está posando sobre mi, ladea la cabeza inclinándose contra mi cuello, dejó de respirar al contacto de su nariz en mi cuello, una corriente me atraviesa de pies a cabeza, tal corriente termina en cuatro puntos muy sensibles, uno de ellos es mi corazón que palpita desenfrenado, siento como inhala el ¿aroma? En mi cuello, una de sus manos se posa en mi cintura, haciéndome sentir lo grande y firme que es, su brazo me rodea con rudeza sin ser dañina, atrayendome hacia su cuerpo, un hormigueo se instala en mi piel. Busco su mirada ante mis pocos movimientos, mi cuerpo parece no quererme obedecer, en mi garganta quedan trabados todos los gritos. El hombre me apega más a su cuerpo dejándome bajo el, su cuerpo es duro y firme, en una acción involuntaria que mi cuerpo acepta ceder, enrollo mis piernas a su cadera soltando un jadeo cuando sus labios y lengua hacen contacto con mi piel expuesta del cuello, mis manos se aferran a sus hombros atrayéndolo a mi cuerpo, un gruñido sale de su garganta haciéndome sentir excitantes sensaciones. Sus dientes se clavan en mi cuello, succionando y lamiendo, parte de mi cuerpo humedece rápidamente, llevo mis manos a su rostro buscando saber quien es, sede subiendo hacia mis labios con besos regados en mi piel, besos húmedos y excitantes cuando su lengua hace contacto, tiro de mi cabeza hacia atrás dándole más acceso, su lengua llega a mis labios, delineandolos con lentitud, uniendo nuestros labios en un sediento beso, nuestros labios hacen un compás, donde se unen con hambre, sintiendo como su lengua invade mi bucalidad, su lengua golpea la mía, uniéndose ambas en una batalla, mis manos en sus hombros lo aprietan con mayor firmeza al igual que mi piernas en su cadera, clavo mis uñas en sus hombros cuando alza la vista dejando caiga en el abismo de dos posos negros, hipnotizantes como atrayentes, una embestida me hace sentir su masculinidad dejando el beso donde entre abro los labios al sentir todo de el junto un gruñido consumidor. — Mía... Reacciono levantándome de golpe, respiro agitada mente llevando mis manos a mi cabeza la cual tomó con estrés, una y otra y otra vez, cierro los ojos con fuerza buscando espantar los recuerdos de ese sueño ¿porque se repite tanto? Seis días soñando lo mismo, seis días desde el día que nos topamos con los lobos, ese mismo día soñé por primera vez esto, me tiene estresada, termina con mi estabilidad, buscó unir cabos y nada es lo que encuentro. — Sólo fue un sueño Zae — me digo a mi misma en busca de estabilidad. Respiro profundo, solo fue un sueño, sueño que me vuelve loca, abro los ojos observando ya es de día, todo sigue igual, la lámpara esta en su lugar, mi móvil también, un móvil que solo sirve para llamadas y mensajes, aburrido, pero solo así no me podrán rastrear. Me levanto visualizando el lugar, las puertas de cristal que dan al balcón están cerradas, las mesitas de noche siguen en su lugar, mi escritorio también, mis libretas igual, los sofás también, abro mi closet encontrándome con todo igual. «Soy una paranoica» Me dirijo al baño para despejar mi mente, sin muchos imprevistos me desnudo y sumerjo en la lluvia artificial, el agua tibia cae sobre mi cuerpo, mis músculos se relajan automáticamente, me dejó llevar limpiando cada parte de mi cuerpo, todo esta bien Zae, tranquila. Término con el baño colocándome la bata, me dirijo a mi habitación nuevamente, buscó que ponerme, me decido por unos jeans negros y una blusa de lana color beige, junto mi ropa interior gris. Hidrato mi piel con las cremas, me visto, tomó mis botas y colocó mis guantes, salgo de mi habitación en busca de mis abuelos, veo la hora en el móvil. Son las ocho, cincuenta y cinco. Entró a la cocina encontrándome con mi abuela horneando galletas, no se cual es su afán por la repostería. — ¡Buenos días Abue! — saludo dándole un beso en la cien. — Buenos días Zae — corresponde con una gran sonrisa. — ¿El abuelo y Kat? — Tu abuelo salió a comprar unos repuestos para el auto y unas bombillas, Kat seguro no tarda, fue por su celular — asiento con la cabeza sentándome en uno de los taburetes. Tomó una de las galletas ya ordenadas. — Mmmm... Una exquisitez — halago haciéndola sonreír. — Lo se querida ¿con quien crees que estas hablando? — ruedo los ojos divertida por su ego. — ¡Regrese! — anuncia Kat llamando nuestra atención — Buenos días Za — me saluda dándome un fuerte abrazo. — Buenos días loca — saludo dándole un beso en la mejilla. — Hay que dulce — se queja divertida haciéndome sonreír. Desayunamos huevos, tocino, tortitas, café y leche, hablamos un poco, el abuelo llega obteniendo la atención de las tres, lo saludo con un fuerte abrazo. — Hey — interrumpo al abuelo y abuela cuando están por irse — ¿conocen una cafetería cerca? Katia y yo deseamos salir — informó cuando obtengo su atención haciendo se tensen. Desde lo que sucedió con los lobos tienen como un pánico por que salgamos. — Si y aprovechando, digan donde hay un centro comercial o algo parecido, deseamos comprar unas cosas — apoya Katia tomándose un jugo. — Lindas — nos nombra mi abuela sentándose frente a nosotras — no creo que lo mejor sea salir... Esta muy reciente lo que paso y... — Nada, nada, nada, no nos vamos a quedar acá encerradas, si vas a vivir con miedo mejor no vivir — se queja Katia haciéndome sonreír. Mi abuela y abuelo suspiran resignados. — Hay una cafetería a quince minutos en auto, sales de acá y se van a mano derecha, esta en el camino, después de la cafetería hay dos carreteras, toman la que esta del lado derecho, a cinco minutos de la cafetería esta un pequeño centro comercial — responde la abuela resignada. Ambas sentimos emocionadas. — Son de lo mejor — halago dándole un beso a cada uno en la mejilla. Corro en busca de mis llaves y cartera, Katia ya espera afuera, me despido de mis abuelos, corro al auto donde Katia no tarda en encender la radio y buscar una buena música, yo conduzco moviendo la cabeza al ritmo de la música. Así como lo dijo mi abuela, a quince minutos hay una cafetería, me estacionó dejando con seguro el auto, entramos a la cafetería dejando la campanita suene, caminamos en busca de una mesa ignorando las miradas. Este lugar es raro. Nos ven como si fuéramos alienígenas. Un joven sonriente se acerca a nosotros atendiendonos con amabilidad, Katia y yo ordenamos pastel de chocolate, ella un café y yo un capuchino. El joven no tarda en regresar con nuestro pedido dejando su numero en mi capuchino, me regala una tierna sonrisa que me hace corresponder. Katia sonríe coqueta cuando el chico se va. — Ni lo pienses — advierto. — Oh vamos, un polvo no le hace mal a nadie — ruedo los ojos decidiendo ignorarla. Saco el libro de mi bolso mientras Katia comienza a leer una de sus revistas dejando pasar el acontecimiento, la campanita suena nuevamente llamando mi atención, alzó el rostro del libro, observó hacia la puerta dejando salir un jadeo de sorpresa. El rubio y el peli - n***o que vi el día de los lobos. Frunzo mi ceño sin poder quitarles la mirada ¿es que no me los imaginé? Observó al peli - n***o el cual tiene un cuerpo musculoso y firme, que bien podría ser de Dioses, cejas pobladas, facciones definidas, mandíbula perfectamente marcada, labios gruesos, los ojos profundamente negros, nariz perfilada, serio e intimidante su tes es algo pálida entre bronceada, atractivo en todo su esplendor, su bronceado esta bajando por lo que muestra la palidez de su piel. Siento como mi corazón deja de latir cuando su mirada conecta con la mía. Mierda, creo noto lo estoy viendo. Sus ojos me analizan por completo, mis mejillas automáticamente comienzan a calentarse, me obligó a cortar nuestro contacto visual regresando mi mirada al libro. — ¿Que te pasa? — inquiere Katia llamando mi atención. Trago grueso dándole vuelta a la pagina, respiro profundo esperando mi corazón deje de latir tan fuerte. — Nada ¿porque? — respondo sin dejar de ver mi libro, tomando mi capuchino. — Si claro, nada... — repite con sarcasmo haciendo la vea mal — Oh... deberías ver estos dioses — habla repentinamente Katia. La observó de reojo notando observa hacia ambos hombres. No pasan de los treinta y tres o cinco, diría tienen veintiocho o treinta pero su cuerpo musculoso lo pone en duda, por lo que creo tienen unos años más. Sus expresiones faciales son hipnóticas, sensuales e intimidantes, son atrayentes como temibles, en especial eslabón peli-n***o, el cual es más musculoso que el rubio, sus facciones serias y duras te enfrían y matan con su sola presencia o mirada. — Estas babeando — burló sonriendo de lado. Dejo mi libro en la mesa, pruebo mi pastel de chocolate, degustando cada bocadillo, me fijo en Katia que no deja de ver a los hombres con el ceño fruncido. — Es raro — susurra para nosotras. — ¿El que? — pregunto sin comprender, tomó un poco de mi capuchino, saboreando con pasión. Si, la comida es mi pasión. — La gente se está comportando raro — explica haciendo observe mi entorno. Cierto, todos parecen tensos y uno que otro extrañado, igual que nosotras, la vista fija en ambos dioses, ambos dioses que tienen la vista fija en nosotras. — Seguro es tu imaginación — respondo buscando se relaje. Llevo mi mano a mi bolso verificando tenga la cuchilla y el gas pimienta, por si acaso, sigo tocando mi bolso pero creo he dejado mi arma en casa o el auto. Katia asiente con la cabeza, no muy segura de lo que digo, la hago probar su pastel, pero a pesar de que yo busco el ambiente se relaje entre nosotras, la tensión de nuestro alrededor es perturbante, como la mirada penetrante que quema a mis espaldas, me tenso ante las ideas que cruzan mi cabeza. Parecen ser los mismos hombre que vi hace poco en el bosque que nos permite ver la cabaña, todos están tensos, juraría observan con terror al peli-n***o y al rubio con temor ¿serán asaltantes? ¿asesinos en serie? Las mismas preguntas me tensan con preocupación. El joven regresa con una bella sonrisa haciendo me relaje un poco, el no parece tan afectado como otros por la presencia de ambos hombres pero si parece le confunde la reacción de las demás personas, como nosotras. — ¿Algo más que desean ordenas bellas damas? — sonrió observando el menú. El joven se me hace tierno pero no mi tipo, el seguramente es mas joven que yo. Siento como hay más tensión en el ambiente haciéndome molestar pero me relajo. — No gracias — responde Katia con una sonrisa. — Para mi una hamburguesa — pido amablemente. — Una hamburguesa en cinco hermosa — responde de guiñandome un ojo, seguido de eso un fuerte gruñido se hace oír, como el estruendoso ruido de algo romperse. No me sobresalto pero me sorprende, mis sentidos se ponen alerta. Los tres giramos el rostro como todos los demás hacia el lugar donde proviene el ruido, puedo ver al peli-n***o acercarse de forma intimidante seguido del rubio que le gruñe entre dientes, me tenso al ver el peli-n***o mata con la mirada al castaño mesero, su mirada pasa del castaño a mi, quien me observa con firmeza. ¿Me intimida? Un poco, si, pero seguro no es nada. Gran parte de mi vida he tratado con tipos malos e intimidantes pero nunca he visto a alguien tan intimidante como el. El rubio se adelanta a nosotros con una sonrisa que se ensancha cuando se fija en Katia, pero su sonrisa no es normal, su sonrisa es maliciosa, sus ojos se oscurecen cuando topa con el castaño. — Lamento la escena — se disculpa amablemente pero no correspondo, no lo lamenta y el otro parece que menos — ¿podrías retirarte? — gruñe el rubio hacia el castaño quien asiente con la cabeza intimidado, corre hacia la cocina y el rubio nos da atención de nuevo — soy Sebastian — se presenta, más que para mi, para Katia que sonríe suavemente, puedo ver sus ojos brillan con interés — mi amigo es Demián — señala al peli-n***o que obtiene mi atención ante la mirada penetrante. — Un gusto soy Ka... — Un gusto, mi amiga es Karina y yo soy Lía — interrumpo a Katia regalando una falsa sonrisa a ambos hombres. No confíes en desconocidos. Katia nota el error que estaba por cometer asintiendo con la cabeza, siguiendo mis palabras. — Karina — repite Sebastian saboreando el nombre, pero aun así, su tono de voz demuestra que no se lo cree — y Lia — repite con un tintineo de burla en su tono de voz — ¿podemos acompañarlas? — curiosea. — Si. — No — frunzo mis labios con molestia al oírla, pueden ser unos secuestradores — claro ¿porque no? — rectifico. Pueden ser unos secuestradores pero yo puedo defendernos... Un poco porque siento ellos me pueden matar con su simple peso. Sebastian se siente frente a Katia y Demián frente a mi, Katia queda a mi derecha, Sebastian sonríe pero Demián no, el hombre solo me ve con una fría y penetrante mirada, su absoluta atención parece estar en mi, como la de Sebastian en Katia quien sonríe genuina. — ¿Son visitantes? — habla Sebastian al estar ya todos cómodos. — Si, necesitábamos un cambio de ambiente... New York es muy estresante algunas veces — habla Katia — ¿Y ustedes? Son visitantes o viven aquí... — Conque de New York — habla Sebastian, le doy un leve golpe a Katia por ser tan suelta — nosotros somos de acá, Alemania, aunque estamos temporalmente en el pueblo, nuestro trabajo exige estemos en la ciudad Muchas veces pero nos gusta la tranquilidad que hay acá. — Eso es increíble... Y ¿porque su trabajo exige de su tiempo en la ciudad? — pregunta Katia curiosa. Yo solo deseo ya se calle, ella parece no temer nos darse cuenta como nos miran, el peli-n***o no deja de mirarme haciéndome sentir rara, de cierta forma incómoda pero a la vez ¿Bien? Es como si una parte de mi le gustará tener su atención sobre mi, suspiro levemente evitando la mirada oscura de Adonis. — Ser el presidente y vise presidente de las industrias Darkely exigen mucho... — alzó una ceja al oírlo. Conque son empresarios... ¿y de la nada se acercan acá a hablarnos? Raro. — Wow... supongo que es muy estresante — responde Katia encantada con el hombre — ¿No piensan ordenar? — pregunto justo cuando el mesero viene con mi hamburguesa. — Claro — responde Sebastian sonriente. Le da un leve golpe en el hombro a Demián quien ve a su amigo y luego al mesero quien deja la hamburguesa frente a mi. La tensión se hace mayor en el ambiente. — Tu orden bonita — anuncia haciéndome sonreír, Demián tensa su mandíbula dándole una frívola mirada que hasta mi me da nervios — ¿piensan orde... — Si pensamos ordenar pero que sea otra mesera — demanda Adonis erizándome la piel con su gruesa y masculina voz. Frunzo el ceño al ver el mesero asiente tenso. — ¿Que? No... El esta haciendo bien su traba... — Que te llame bonita no es trabajar — me gruñe su imponente voz. — Su servicio es bueno — me quejo. No me dejaré intimidar. — Depende a que... — Sebastian se aclara la garganta interrumpiendo a Demián. — Mejor ordenamos. Demián gruñe pero acepta, ordenan y Sebastian busca aligerar el ambiente junto a Katia, traen su orden y comenzamos a comer entre la conversación de Katia y Sebastian donde yo hablo raras veces. — ...entonces eres Publicista en Marketing digital — habla Sebastian. — Si, amo mi trabajo es muy flexible para mi — comenta Katia. — Es increíble — habla Sebastian con una sonrisa - ¿Y tu Lía? - me pregunta. Katia frunce el ceño haciendo su sonrisa más grande. — ¡Oh! El trabajo de mi amiga es ¡Increíble! - a Kat siempre le a emocionado mi trabajo por eso ella responde cuando me lo preguntan, no me molesta pero... - ¡Es agente de policía! bueno agente especial - le está dando nuestra información a desconocidos - de esos que siempre están en misiones y investigan casos ¡es como en las películas! - su emoción y orgullo por mi me hace sonreír. Puedo ver la sorpresa en Sebastian mientras Demián sólo frunce el ceño con mayor seriedad. - No tiene nada de parecido a las películas Kat - comentó sonriente. - Puede tengas razón... Tu ultimo caso fue del fiasco - hago una mueca de disgusto al oírla. - No, la investigación tenía puntos relevantes que tu no ves ni comprendes - defiendo con seriedad. Ese caso es el que me tuvo muy sumergida en el trabajo, desearía poder acabarlo pero es imposible. - ¡Por favor Zae! Todos los puntos eran relevantes pero el caso no, su tema es ilógico - suelta mi nombre tensándome pero ella no se da cuenta - ¡los hombres lobo! No Existen ¿te lo deletreo?
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